La mutilación de los ojos como política de Estado

La mutilación de los ojos como política de Estado

Por: Pedro Santander | 09.11.2019
Hoy no son las orejas ni las narices, son los ojos de cientos de chilenos y chilenas el blanco elegido para castigar a quienes desafían el orden establecido, el orden neoliberal. No son esta vez los conquistadores españoles ni su metal, son policías chilenos quienes escopeta en mano se encargan del trabajo sucio, miserable, de desfigurar las caras de los/las compatriotas. No es el siglo 17, pero el modus operandi sigue siendo el mismo: la mutilación física como discurso del poder.

Hay muchas formas de comunicar y hacer llegar a otros los mensajes que interesan. Puede ser hablando, escribiendo, gritando, publicando una columna, mandando mails…o mutilando cuerpos. Por ejemplo, comunicar el terror como mensaje a la nación... reventando ojos.

Cuentan historiadores que a finales del siglo 17 era común en nuestro territorio cruzarse por los campos con indios e indias mutilados por los españoles. La modalidad era marca ibérica: faltaba un pedazo de nariz o una oreja. Los rostros de cientos de mapuche, aymara y diaguita fueron mutilados por el acero español, y luego liberados para que sus cuerpos desfigurados transmitieran el mensaje: acá mandamos nosotros, y este es el castigo que les espera a quienes desafíen nuestro orden.

Hoy no son las orejas ni las narices, son los ojos de cientos de chilenos y chilenas el blanco elegido para castigar a quienes desafían el orden establecido, el orden neoliberal. No son esta vez los conquistadores españoles ni su metal, son policías chilenos quienes escopeta en mano se encargan del trabajo sucio, miserable, de desfigurar las caras de los/las compatriotas. No es el siglo 17, pero el modus operandi sigue siendo el mismo: la mutilación física como discurso del poder.

“Lideramos tristemente esta cifra a nivel internacional”, advirtió el Dr. Dennis Cortés, presidente de la Sociedad Chilena de Oftalmología, cuando ya se contaban 180 casos, y lo calificó como una “emergencia sanitaria”. Es una “marca de época” decimos nosotros, una “huella generacional” de estos y estas jóvenes que salieron a desafiar el orden establecido y cuyas caras fueron marcadas a fuego. Será ahora, inevitablemente, parte de nuestra cotidianeidad encontrarnos con ellos y ellas en las calles de nuestro país, en el metro, en las micros, en los almacenes, en las salas de clases. Abracémoslos, abracémoslas, gracias a ellos/ellas hoy todos vemos mejor.  

Vemos que 500 años después la conquista continua, vemos una continuidad de la conquista mutiladora de cuerpos. La lógica colonial colonizaba territorios y cuerpos, subordinando ambos a su orden y dominio. La lógica neoliberal sigue expoliando a los seres humanos para el beneficio de pocos.

Ambas lógicas necesitan y promueven que unos sean considerados naturalmente superiores y otros inferiores. A estos últimos se les declara la guerra, se les revientan los ojos, se le mutilan los rostros.

Hoy hay menos ojos en Chile que antes del 18 de octubre. Pero hoy, gracias a la Rebelión de Octubre, como nunca, los y las chilenas hemos abierto los ojos.