De lo local a lo global en el SXXI: Plan de Desarrollo Comunal de Valparaíso
Los procesos socio económicos y de desarrollo se realizan territorialmente. Se despliegan en forma de relaciones, allí donde las personas se vinculan y se encuentran. Se expresan espacialmente a través de fenómenos como las ciudades, las empresas, los espacios públicos, los soportes digitales, los bienes y servicios. Es por esto que tenemos una oportunidad única a través de los planes de desarrollo comunal (PLADECO), a lo largo de todo Chile, de aportar a repensar lo social, de rediseñar la estrategia de desarrollo, haciéndonos cargo de la epoca global que nos toca vivir.
El desafío, por ambicioso que parezca, es transformar, es proponer, desde los territorios, un nuevo proyecto de desarrollo. Se trata de fortalecer las capacidades que están en cada uno de los y las habitantes para producir el territorio y reproducir la vida en él, tal como lo hacen día a día, a través de la construcción y mantención de las viviendas, el aseo, la recuperación de sitios eriazos, los trabajos de cuidado de personas adultas mayores, niños y niñas o personas con diversidad funcional. Se trata de visibilizar y aprender una nueva relación con el entorno y producir bienestar para todos y todas.
En ese sentido, la promesa incumplida de la igualdad de oportunidades, ya no basta. No solo se trata redistribuir de manera más justa los ingresos y las oportunidades, sino también de fortalecer las capacidades productivas, desarrollando más conocimiento para la cooperación, aumentando la inteligencia con que estamos manejando la producción y el consumo de bienes y servicios, para hacernos cargo de la recuperación ecosistémica. Al respecto, debemos señalar que poco se hace aún por mejorar las condiciones y capacidades productivas de artistas, intelectuales, científicos(as), técnicos, artesanos(as), comerciantes, recicladores, transportistas y mecánicos, entre muchas más.
Es por tal motivo que es necesario activar procesos que permitan un desarrollo con sostenibilidad social, ambiental y económica. Así lo hemos propuesto en Valparaíso, a partir del proceso de elaboración del PLADECO, dando cuenta a nivel técnico de las condiciones actuales del territorio, de los problemas y propuestas que los y las habitantes han priorizado en 5 dimensiones de desarrollo, a saber: Gobierno local y planificación participativa; Desarrollo territorial sostenible; Justicia social, de género y derechos comunes; Desarrollo económico local integrado; y Adaptación y mitigación al cambio climático.
A través de ellas, proponemos fortalecer las capacidades existentes, como las vocaciones y atributos históricos como el puerto y vocaciones emergentes; pero a la vez, encadenarlos a los circuitos productivos pequeños y medianos, que son los que dan la mayor cantidad de empleo. En conjunto con ello, hemos propuesto valorar el aporte que el feminismo ha realizado a sacar de la invisibilidad a todas aquellas dinámicas de producción social que no han sido valoradas por el mercado, pero que aportan a la producción de riqueza vinculada al circuito económico de los hogares y los barrios, en tanto unidades productivas y reproductivas de la vida de la población y el ecosistema.
Como lo hemos planteado en el PLADECO, Valparaíso ha estado siempre vinculado al mundo a través de distintas escalas: metropolitana, regional, nacional y global. En la ultima década, los episodios de riesgos como incendios y derrumbes, con resultados fatales, han prendido las alarmas a nivel comunal, lo que se ha combinado con un fenómeno de impacto mundial, a través de lo que se ha llamado “burbuja inmobiliaria”, que no es más que la construcción y ventas de viviendas a través del mercado financiero, es decir, del crédito y la deuda, sin que necesariamente exista capacidad de pago, dado los altos precios que promueve esta industria. Uno de los procesos que antedecen y soportan las propuestas sobre ordenamiento territorial del PLADECO, es el freno a la construcción de torres en altura o “Guetos verticales” que son en muchos casos segundas viviendas y sobre cargan las capacidades en terminos de vialidad y espacios públicos de los barrios.
No hay capacidad ecosistémica, ni menos vínculos sociales, que soporten ese programa. Se privatizan los bienes comunes o públicos, como los recursos naturales, áreas verdes e incluso calles; se promueve el sobreconsumo, a través del alto endeudamiento; se empuja la gentrificación de los barrios; y continúa a pasos agigantados la contaminación ambiental del aire, los ríos y el mar. La desigualdad se reproduce entonces, de la mano de los bajos salarios e ingresos y del desempleo y subempleo, pero sobre todo de la mano de estos fenómenos de expropiación del control de los recursos territoriales, a manos de capitales nacionales o globales que los concentran.
Estos fenómenos globales también se han expresado de manera muy violenta en la región. Es el caso de intoxicación humana de la población en la Bahia de Quintero, Ventana y Puchuncaví, o de sequía en las comunas de Petorca, La Ligua, Cabildo, San Felipe y Los Andes. Se trata de episodios de contaminación del aire en el primer caso, de una regulación que privatiza el agua en el segundo y en definitiva de un sistema de ordenamiento territorial que basa el desarrollo económico en la acumulación por desposesión. Hoy la región vive – como lo diría un diario capitalino – el peor escenario hídrico de los últimos 59 años.
No hay duda, en Chile existen zonas de sacrificio ambiental y social, que están acabando con las posibilidades de reproducción de las comunidades en asentamientos históricos como Valparaíso. Territorios que además, enfrentan condiciones de alta vulnerabilidad frente al cambio climático, fenómeno tanto local como global, sin que hayamos hecho nada aún por cambiar aquellas prácticas que lo causan, ni tampoco tomado medias de adaptación.
Necesitamos comenzar cuanto antes los cambios, en todas las escalas, que permitan escenarios futuros menos catastróficos que los que hoy se proyectan a nivel global y local. Ese es el desafío que, desde Valparaíso, queremos impulsar, a través de una propuesta de PLADECO construido con la comunidad y diferentes actores de la ciudad. Ponemos este ejericio a disposición para construir un diálogo con las demas comunas de Chile, ya que desde lo local, podremos asumir el desafío, pero no estamos solos ni solas y necesitamos actuar juntos y juntas para transformar lo global.