“A través del Fuego”: Los casos de abuso y acoso sexual que sufren las bomberas
Elis Garrido (21) saca el celular de su mochila y busca rápido una foto. Cuando la encuentra, recuerda lo mucho que fue viralizada en grupos de bomberos después de la marcha del 8 de marzo de este año. Ella aparece casi frente al GAM, rodeada de mujeres, levantando una pancarta que dice: “Por mí y por mis compañeras bomberas abusadas”. Con ese mensaje, recorrió de principio a fin la manifestación que copó ambas calzadas de la Alameda. Era la primera vez que decidía hablar abiertamente sobre la violencia en los cuarteles; la primera vez que respondía con un “sí, a mí me pasó”, a quien se lo preguntara.
Antes de venirse a estudiar derecho en la Universidad Finis Terrae, en Santiago, Elis vivía en Chimbarongo, a casi cinco kilómetros de Rancagua. Durante los tres años que integró la Segunda Compañía de Bomberos de esa ciudad, cultivó amistades y una profunda pasión por lo que hacía: estar dispuesta a ayudar en cualquier momento, a evitar que las llamas provocaran una tragedia en la vida de otros. Nunca pensó que, en ese lugar donde se sentía tan protegida, sería ella la que terminaría viviendo una tragedia.
Una mañana de enero de 2018, un compañero (40) la encerró en una sala del cuartel. Recuerda que se acercaba para darle besos a la fuerza, mientras intentaba meterle la mano en el pantalón. Forcejearon mucho porque Elis llevaba un cinturón apretado, hasta que se lo quitó de encima y logró salir del cuartel. Llegó shockeada a la casa de su pololo y, después, le contó a su familia.
[caption id="attachment_307829" align="alignnone" width="640"] Elis Garrido[/caption]
-Ellos me apoyaron y contuvieron porque en el cuerpo (de Bomberos) dijeron que estaba mintiendo. Decían: “ah, es que ella es chica, lo debe estar inventando” (…) Al principio, yo no iba a denunciar porque no me atrevía. Pero mi pololo llamó a Carabineros e insistió en que me tomara los datos. Ese primer carabinero era amigo de mi abusador y no puso la denuncia. Tuve que ir por segunda vez a la comisaría a contar el relato. Pero ya no lo podían tomar detenido porque habían pasado las doce horas de flagrancia del delito-, relata a El Desconcierto.
A los días, iba caminando frente al cuartel y escuchó el grito del capitán de la compañía. Él le hizo una seña para que se acercara. “Te tengo algo”, le dijo, pasándole un sobre. Elis lo abrió y leyó un documento: habían decidido expulsarla de la institución.
Estaba desconcertada. Sintió que todos le dieron la espalda y que, a su abusador, al contrario, hacían todo lo posible por resguardarlo.
Con el tiempo, Elis fue a declarar a la Fiscalía, aunque las recriminaciones continuaban. Le decían que eso “dañaría a la institución” y que iba afectar a “una persona con familia”. Pero ella siguió adelante.
-El nombre de la institución es lo que más se intenta proteger. Y no es que estemos en contra de Bomberos, es contra los abusos-, advierte.
La situación le produjo un gran daño emocional: se sentía nerviosa, angustiada de andar sola en la ciudad y le costaba mucho dormir. Estuvo por meses en terapia psicológica.
Ahora, Elis cuenta que su caso está en curso y que el hombre está formalizado por abuso sexual, aunque nunca lo han sancionado o han tomado alguna medida administrativa desde la institución bomberil en su contra.
Las denuncias
Después de esa marcha y de varios mensajes que habían intercambiado por Whatssap, el 17 de marzo se juntaron cinco bomberas. Escogieron un Starbucks del centro de Santiago. Fue ahí cuando comenzaron a organizar lo que ahora es la ONG “A través del Fuego”.
Ese día coincidieron en el diagnóstico: la violencia al interior de los cuarteles iba desde el hostigamiento hasta el abuso sexual. Todas la habían sufrido y recordaron las veces que lo denunciaron y recibieron de vuelta una mirada extrañada: “Pero, ¿de qué estái hablando?”.
La presidenta de la ONG, Margarita Schütz (31), dice que ese fue un desahogo que fue creciendo con el tiempo. De acuerdo al registro que llevan en estos seis meses, detalla, han recibido 30 denuncias y 5 de ellas se han judicializado.
-La gran mayoría de los hombres dice “ah, da lo mismo” y no le toman el peso. Al final si te molesta, te lo bancas y no haces nada. Y es un círculo-, asegura.
Desde esa primera reunión, se han ido y han llegado nuevas integrantes. Ahora se coordinan entre siete profesionales de planta y cerca de 20 voluntarios, que trabajan en distintos ámbitos: apoyo psicológico, asesoría jurídica, ya sea en presentar el caso ante la compañía o iniciar una denuncia ante el Ministerio Público.
En esto último, han trabajado con el estudio jurídico AML Defensa de Mujeres. La abogada de este bufete, Francisca Millán, explica que hicieron un acuerdo de derivación para llevar sus causas ante casos de violencia de género. Es un tipo de canal directo para las bomberas que requieran asistencia judicial.
-Nosotras celebramos este espíritu de colectivización que ha surgido después del mayo feminista, donde las mujeres de distintos rubros han reconocido el valor de trabajar de esta manera y visibilizar las múltiples violencias de la que son víctimas. Ellas están en un espacio tremendamente misógino y con esto buscamos que las mujeres puedan acceder a su derecho a la justicia-, explica.
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Ni en el carro, ni en el cuartel
“Lo vemos y no decimos nada; creemos que no nos incumbe; que no es nuestro problema. Si sabes de un caso de abuso en tu compañía, ¡no guardes silencio!”.
Como el anterior, la ONG difunde distintos mensajes a través de sus redes sociales con el foco puesto en la educación con perspectiva de género
En el corto plazo, tienen programada una charla para fines de septiembre enfocada en la brigada juvenil de una compañía. Pero es una actividad de la que todavía no quieren adelantar más detalles.
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Luz Leiva (19) es estudiante de derecho de la Universidad Diego Portales (UDP) y directora del área jurídica. Explica que esta charla contaría con asistencia obligatoria. Es decir, serían cerca de 150 bomberos y bomberas que estarían presentes.
-Nos estamos enfocando en la entrega de herramientas para los voluntarios y las voluntarias y buscamos la prevención. El trabajo parte con niños y jóvenes de 10 a 15 años, con las brigadas juveniles, en adelante-, aclara.
En estos casos, las charlas educativas dependen de lo que las compañías requieran porque funcionan como instituciones autónomas.
-En este caso va a ser exclusiva para la brigada juvenil sobre qué es el abuso, cómo detectarlo y trabajarlo. También hay interés en el respeto de las diversidades sexuales-, explica la presidenta, Margarita Schütz.
Las tres mujeres que entregaron sus relatos para este artículo reconocen que formar la organización ha significado un camino de deconstrucción personal y, a la vez, colectivo; la concreción de un objetivo de vida, dice Margarita; una manera de sanar, sincera Elis Garrido; y, de aportar al crecimiento de un servicio apasionante, expresa Luz.