Juanita Escobar: La fotógrafa que retrató a caballo la vida de los llaneros colombianos
“Pues ya había decidido que no iba a volver a Biología en la universidad. Entonces me fui con un señor como de 60 años, llamado Peluso, que me enseñó a montar a caballo y junto a cuarenta llaneros me transmitió la esencia de su cultura y sus trabajos”.
Así parte el relato de Juanita Escobar (1985, Cali) sobre su primer acercamiento a los habitantes de la Orinoquía, en el oriente de Colombia. Zona limítrofe con Venezuela en que la fotógrafa autodidacta se quedó durante ocho años, viviendo en los ranchos locales y saliendo a trabajar con animales en jornadas que iban desde las 4 am hasta las 7 pm.
En esos recorridos a caballo, los lugareños solo llevaban una muda de ropa, un chinchorro (parecido a una hamaca), una frazada y una toalla. Todo esto guardado en un rollo envuelto por telas de colores, que tejían ellos mismos.
“Eso iba atrás del caballo, y adelante –donde ellos amarran las sogas y demás aperos para lacear animales– puse de manera fija un estuche, y lo que hacía era sacar y meter la cámara sin tener que bajarme del caballo”, recuerda sobre una de las improvisaciones que tuvo que hacer para lograr registrar el duro trabajo de los llaneros, capturado en un intenso blanco y negro, que además de mostrar las habilidades de estos vaqueros colombo-venezolanos, presenta historias más íntimas de sus vidas.
[caption id="attachment_300212" align="alignnone" width="5760"] ©Juanita Escobar[/caption]
-¿Cómo fue la experiencia de hacer fotos mientras montabas a caballo?
-Llevaba la cámara de manera tal que me permitiera correr a toda velocidad y pasar por ríos y pantanos sin preocuparme que el equipo se iba a rayar, a llenar de polvo o a ahogar. Una vez me pasó que la cámara se ahogó, pero porque nos caímos el caballo y yo. Cuando salimos del río me puse a llorar y el caballo no se podía mover. Pero a los ocho meses logré correr cargando la cámara en mi mano derecha y con la otra tomar las riendas.
-¿Alguna foto en particular que haya sido difícil de lograr?
-La vez más increíble, que sentí que la cámara me acompañó y fue como un trance, es la foto de un hombre que está con la luna y con el caballo brincando. Estaba fotografiando desde el suelo, el caballo escapó del rancho corriendo a toda velocidad y me dije: tengo que acompañarlo. Alguien me prestó un caballo, solo cogí la cámara, sin sombrero ni impermeable, y me fui tras este hombre. Caía un aguacero y yo limpiaba las gotas del lente, así chorreando agua, y esas fotos, que tienen como algo sucio, son de las que más me gustan.
[caption id="attachment_300213" align="alignnone" width="5760"] ©Juanita Escobar[/caption]
-¿Cómo fue variando tu forma de fotografiar durante los ocho años que viviste ahí?
-Los primeros años estaba tan cerca de ellos, que no les importaba que estuviera tomando fotos. Y a los cinco años empezaron a salir fotos más viscerales. No quería que el ojo que estaba fotografiando fuera tan respetuoso, quería mostrar otros sentimientos y sensaciones, como lo trágico y empantanado del invierno, que cuando hay plagas uno desea desaparecer de la tierra, que el lugar no es tan bonito ni bucólico, o que el amor en esta tierra se engrandece por los paisajes que lo alimentan, pero también duele y resulta una piel curtida de tantas despedidas.
[caption id="attachment_300232" align="alignnone" width="7952"] ©Juanita Escobar[/caption]
Juanita Escobar, destacada por la Fundación Magnum como una de los fotógrafas contemporáneas de América Latina con mayor proyección, realizará una charla gratuita en Galería Flach (viernes 19 de julio, 19:30 horas), donde hablará de la serie Llano, sus fotolibros y otros trabajos fotográficos.