8M e interseccionalidad

8M e interseccionalidad

Por: Érika Montecinos Urrea | 08.03.2019
A nosotras que estamos diariamente amenazadas no solo por ser mujeres, sino por revelarnos a la estructura patriarcal, aquellos gestos que muchas veces son al pasar, se convierten casi en estrategias de sobrevivencia, porque bien lo sabemos, mientras se hable de nuestra existencia y se nos reconozca como voceras políticas de nuestras causas y derechos, tenemos más probabilidades que se vayan difuminando los prejuicios y estereotipos, y por lo tanto, de no vernos muertas en las calles sin justicia.

Cuando la periodista Matilde Burgos leyó en su noticiario del lunes 4 de marzo que se habían cambiado los nombres de las estaciones de Metro, agregó que entre ellas estaba Mónica Briones y Nicole Saavedra “ambas asesinadas por ser lesbianas”, dijo mirando al foco. No pude menos que saltar frente al televisor de alegría. Alguien que está ajeno a la lucha lesbofeminista, no entiende tanta algarabía “porque nos nombran”. A nosotras que estamos diariamente amenazadas no solo por ser mujeres, sino por revelarnos a la estructura patriarcal, aquellos gestos que muchas veces son al pasar, se convierten casi en estrategias de sobrevivencia, porque bien lo sabemos, mientras se hable de nuestra existencia y se nos reconozca como voceras políticas de nuestras causas y derechos, tenemos más probabilidades que se vayan difuminando los prejuicios y estereotipos, y por lo tanto, de no vernos muertas en las calles sin justicia.

La Coordinadora 8M, quienes realizaron sus encuentros en diciembre y estuvieron constantemente reuniéndose en comisiones, no eligieron estos nombres al azar: atrás hay una conciencia de interseccionalidad que cruza orientación sexual, identidad, género, clase, raza y todas aquellas categorías que no tienen los privilegios que goza “lo normalizado”, “lo higenizado”.

Esta misma conciencia es la que recién se está viendo en los programas de televisión dedicados al 8m. Falta todavía. En las pantallas todavía no vemos otros discursos que no sean de la igualdad, desconociendo otros que están más presentes que nunca en esta marcha. Aún cuesta que a las lesbianas y bisexuales se nos incluya dentro del ámbito de los derechos sexuales y reproductivos o la autonomía que debe gozar cada mujer sobre su cuerpo, para decidir cuándo, cómo o con quién ella decide relacionarse afectivamente o sexualmente. Es decir, total libertad y albedrío.

Esta marcha, que es parte de la ola feminista de 2018, debe ser un paso más de muchos para que las compañeras incluyan definitivamente en sus líneas principales la violencia a la mujer por orientación sexual e identidad de género. Una lucha que está dando hace rato la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio. Visibilizar sobre todo a la camiona, a la que no agrada a este sistema cultural basado en la heterosexualidad normalizada, la que violenta y violentan solo por expresarse como le da la gana. Falta mucho desprenderse de las estructuras y ese debe ser un desafió de este 8M y de las futuras marchas para visibilizarnos todas.