Carlos Peña y feminismo: Un liberal conservador
Partamos por lo básico: Carlos Peña no es feminista. Nunca se ha autodenominado feminista, ni ha ejecutado acciones -pudiendo ejecutarlas en su calidad de rector de una casa de estudios universitaria- que pudieran catalogarse como proclives al feminismo.Lo poco que Carlos Peña ha hecho en relación con este asunto es algo bastante más modesto: escribir.
¿Y qué escribió en su última columna dominical? Básicamente que existirían solo dos formas de plantearse ante el feminismo: desde la derecha, que pensaría que el problema está principalmente en la agencia (individuo), por lo que apoya reformas o medidas que buscan cambiar la conducta de las personas mediante distintos incentivos. O desde la izquierda, que estima que el problema está en la estructura, por lo que enfatiza la necesidad de buscar cambios de fondo -a esto, Peña lo denomina “radical”- tendientes a hacer frente a la socialización de conductas patriarcales que silenciosamente, a lo largo de la historia, ha logrado normalizar la violencia de género y hacerla prácticamente invisible por miles de años.
Pero Peña no solo describe este "mundo binario", sino que da un paso más allá: afirma que si las demandas feministas se "exageran" (como habría sucedido en el gobierno anterior), se producirá un alejamiento entre el feminismo y las mayorías ciudadanas.
A todas luces, una simplificación indigna de un académico (que se dedica a pensar) y de un rector (con atribuciones para ejecutar acciones concretas). Digo que el análisis de Peña es una simplificación impropia, por varios motivos, pero me concentraré en un error, una omisión, y una inconsistencia.
El error en el que creo incurre el columnista, es de planteo. En su búsqueda por encuadrar el debate dentro de conceptos academicistas, cae en un reduccionismo que linda con lo absurdo. ¿Es que acaso las y los partidarios del feminismo se dividen solo en función de las categorías agencia/estructura? ¿Se enfatiza la primera (en cuyo caso eres probablemente feminista de derecha) o se pone el foco en la segunda (hecho que te convierte ipso facto en feminista de izquierda)? ¿Así de simple? Por lo demás, sugerir que en el discurso de la ministra Plá (y el sector que ella representa) hay feminismo, es derechamente entender poco y nada. Pues una militante de la UDI, contraria al aborto y ferviente partidaria del capitalismo, solo podría ser feminista en un mundo imaginario.
La omisión está en que el rector -insisto en recalcar su rol ejecutivo- habla con soltura de los riesgos de enarbolar demandas feministas “exageradas”, sin explicar cuáles serían -a su juicio- ese pliego de peticiones que cabrían dentro de este adjetivo. Este silencio habla de lo poco que entiende Peña de feminismo, pues cae en el juego del típico personaje machista; ese que no pierde oportunidad en tildar a las feministas de “alharacas”, “histéricas”, y que gozan del “calladitas se ven más bonitas”. No digo que Peña sea miembro de este numeroso grupo de machistas que aún no cae en cuenta que lo que considera como “hombría” o “lo femenino”, no es sino fruto de toda una historia de dominación. No. Lo que digo es que nadie que entienda las raíces profundas del problema habría siquiera insinuado que en el feminismo hay exageración.
Finalmente, la inconsistencia de un liberal como Peña es evidente, pues ¿no resulta conservador sostener que es mejor ir “despacito por las piedras” a la hora de enfrentar temas políticos tan complejos como el feminismo? ¿No resulta conservador afirmar que a la hora de la política, es mejor alinearse con las mayorías -por muy alienadas que estén- en vez de hacer de la política una búsqueda de lo que hoy creemos imposible? ¿No resulta este discurso de apego interesado a las mayorías, cercano a un status quo que perpetúa los valores imperantes en una sociedad?
Terminemos con la básico: Peña no es feminista, pero es rector (ergo, tiene poder). Es allí donde se muestra tal cual es. Y es allí donde el feminismo ha estado y estará expectante a la hora de evaluar si sus acciones concretas están a la altura de las circunstancias. Eso, aunque piense que exageramos.