Militares brasileños se vuelcan en candidaturas de elecciones presidenciales y entran en agenda política
Las fuerzas armadas de Brasil han tomado protagonismo en la campaña para las próximas elecciones presidenciales de octubre, hasta el punto que generales retirados y ex oficiales están coordinando su apoyo a unos 90 miembros veteranos que decidieron presentarse como candidatos a varios cargos nacionales.
Los miembros de las fuerzas castrenses se mantuvieron alejados de la vida política desde el fin de la última dictadura, en 1985, en la que desaparecieron y fueron asesinadas al menos 434 personas, pero con la llegada de Michel Temer y la consolidación de la ultraderecha en el país, liderada por el senador Jair Bolsonaro, y en otros países de la región, han retomado cierto liderazgo. Los militares consideran que valores como la disciplina, la integridad y el patriotismo son fundamentales para arreglar la crisis política, económica y social que enfrenta el país.
Antonio Mourão, general retirado de cuatro estrellas, el año pasado, cuando aún estaba de servicio, sugirió que sería necesaria una intervención militar para purgar a la clase política. Él mismo, junto con otros oficiales jubilados, respaldaron con entusiasmo la candidatura presidencial de Bolsonaro, ex capitán del Ejército que propone restaurar el orden del país dándole a la policía más campo de maniobra para matar a presuntos criminales. Además, dijo que en su candidatura nombraría a generales en su gabinete “no porque son generales, sino porque son competentes”.
Según un sondeo de Datafolha del año pasado, aunque una mayoría de los brasileños desconfían del presidente Michel Temer, del Congreso y de los partidos políticos, ocho de cada diez encuestados ven con buenos ojos a las fuerzas armadas. Es por eso que, según los expertos. Temer ha dado a funcionarios militares un poder poco común en su gabinete. En un giro respecto al pasado reciente, Temer nombró a un general en febrero para dirigir el Ministerio de Defensa.
Las voces castrenses también han obtenido más relevancia desde que han aumentado los generales jubilados y en activo de altos niveles que se han pronunciado sobre los temas políticos, una situación que no se veía desde los años de la dictadura. Por ejemplo, cuando un comandante del Ejército publicó en Twitter su opinión acerca de la decisión del Supremo Tribunal Federal sobre la posibilidad de que los magistrados permitieran al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva quedar libre mientras apela una condena de corrupción de doce años.
Mourão, el general retirado, dijo que a ninguno de sus pares le gusta la idea de romper con el orden democrático, pero que la agitación social podría forzarles a emprender determinadas acciones: “Queremos adherirnos al Estado de derecho tanto como sea posible”, dijo Mourão. “Pero no podemos permitir que el país se suma en el caos”. Según publica el New York Times, expertos y analistas aseguran que las probabilidades de una intervención militar "son remotas", aunque sí es "preocupante" la notoriedad que están consiguiendo los uniformados.
En los años 80, antes de que el Ejército dejara el poder, el gobierno aprobó una ley de amnistía que ha protegido a los oficiales de esa época que ha evitado ponerles ante la justicia, como pasó en otras dictaduras latinoamericanas.