
Tortura en Santiago 1: La raíz de toda crueldad está en la deshumanización
Detenciones ciudadanas, funas y torturas. Mediante estas aberrantes prácticas que ocurren día a día en nuestro país, no estamos sino poniendo en jaque a derechos humanos como la presunción de inocencia, el debido proceso, la honra y la integridad física y psíquica de la persona.
Al comenzar el análisis de esta lamentable situación, lo primero que llama la atención es que en las justificaciones que dan los individuos que avalan estos hechos, nos encontramos con palabras que se repiten: bestias, simios y animales.
Cuando utilizamos estos términos para describir a alguien, nos estamos olvidando de que las grandes tragedias de la humanidad tienen como elemento común a la deshumanización del individuo, es cosa de ver la historia. Si nos remontamos a la época de la esclavitud, recordaremos que los dueños de esclavos consideraban que éstos eran “animales subhumanos”. Avanzando un poco más en el tiempo, el siglo pasado nos mostró como los nazis denominaban a los judíos “ratas” y postulaban la existencia de Untermenschen (subhumanos). Ya en el año 94, el mundo presenció el brutal genocidio de los Tutsis en Ruanda, y no es casualidad que los líderes Hutu insistieran en llamarlos “cucarachas”.
No sólo la historia nos ha demostrado que la raíz de toda crueldad está en la deshumanización, sino que incluso la psicología apoya esta hipótesis: un estudio de la Universidad de Stanford demostró que si los experimentadores llamaban a un sujeto “animal”, aumentaban enormemente las probabilidades de que los otros participantes del estudio accedieran a electrocutarlo.
Desafortunadamente, basta recordar lo que pasó hace algunos días en la cárcel Santiago 1 para percatarse de que Chile no es ajeno ni al uso de ese lenguaje ni a torturas como la electrocución. Siendo esa la realidad, es triste ver como TVN, el canal público, olvida que los derechos humanos son inalienables, indivisibles, irrenunciables, imprescriptibles e inherentes a todo ser humano, y que nadie, absolutamente nadie posee la facultad de privar a un individuo de su personalidad. Me apena ver como la televisión pública somete los derechos humanos a la opinión popular mediante titulares que dicen: “¿Deben los reos tener derechos básicos?”.
En este mismo sentido, encuentro vergonzoso escuchar a una panelista de Buenos Días a Todos afirmar: “Apoyo los derechos humanos. Apoyo el derecho de los animales, pero no el de las bestias. Para mí estas personas son bestias”.
¿Por qué es tan triste? Porque si no es mediante medios masivos como la televisión pública, información importante como la expuesta arriba nunca llegará a todos los chilenos. En un país en donde el analfabetismo funcional alcanza al 44,3% de la población, instancias como los matinales son quizás la única posibilidad que tiene este perjudicado sector de la sociedad para seguir educándose, y apena ver cómo desaprovechamos dichas oportunidades, ya que necesitamos de todos los medios posibles para que como país estemos de acuerdo en lo siguiente: sea quien sea, pase lo que pase y haga lo que haga, ni el más terrible de los criminales debe ser privado de lo más básico que tiene, su humanidad.