Durante toda la jornada de este viernes, en Irlanda se está votando un referéndum con respecto a la prohibición para realizar abortos que actualmente rige a su normativa, proceso que ha causado gran expectación debido a que se trata de uno de los países más conservadores y con mayor llegada del catolicismo en el continente europeo.

La jornada ha movilizado a poco más de 3 millones de votantes, y entre ellos, destacan los irlandeses que llevan menos de 18 meses viviendo fuera del país y quienes han regresado para participar del referéndum y "contribuir al cambio". Uno de ellos es Gareth Gregan, de 25 años, quien contó a El País que incluso utilizó un avión, un autobús y dos trenes como transportes para votar por el Sí.

Irlanda tiene una de las regulaciones del aborto más restrictivas del mundo, y recién en 2014 fue parcialmente modificada –con la Ley de Protección de la Vida Durante el Embarazo– para permitir que se practiquen en algunos casos de riesgo de la vida de la madre. Desde entonces, se han realizado 77 abortos legales, mientras que, según datos de la salud británica, entre 1980 y 2015 al menos 165.438 irlandesas han abortado en Reino Unido, y tres al día adquieren píldoras abortivas en Internet, arriesgándose a penas de hasta 14 años de cárcel.

1. ¿Qué se vota?

En específico, los votantes deben pronunciarse sobre si retirar o no la Octava Enmienda, que se añadió en la Constitución de la República luego de un referéndum de 1983, y que equipara el derecho a la vida de una mujer embarazada con el de su feto, lo que prohíbe –y criminaliza– el aborto incluso en los casos de violación, inviabilidad fetal o riesgo de vida de la madre.

2. ¿Qué pasará después?

Si gana el Sí, el Parlamento estará autorizado para legislar con respecto a la interrupción del embarazo. El gobierno ha anunciado que su propósito es redactar una nueva legislación que permitiría el aborto en todas las circunstancias durante las primeras 12 semanas de embarazo y, en casos excepcionales, hasta las 24 semanas.

Si gana el No, la Octava Enmienda seguirá vigente, así como la Ley de Protección de la Vida Durante el Embarazo, que permite el aborto sólo cuando la vida de la madre está en riesgo.

3. ¿Por qué se está votando ahora?

Irlanda ha sido cuestionada en reiteradas ocasiones, y el Comité de Derechos Humanos de la ONU lleva años pidiéndole al país que haga una revisión  sobre su normativa relativa al aborto.

Entre los casos que han generado mayor conmoción y protestas en todo el país se encuentra el de Savita Halappanavar, una dentista de 31 años, quien murió en 2012 luego de que los médicos se negaran a practicarle un aborto. Halappanavar ingresó en el hospital y los doctores aseguraron que era inevitable un aborto natural pero se negaron a interrumpir su embarazo, por lo que falleció días después por una infección de sangre.

4. ¿Cuáles son las posibilidades de que gane el Sí?

Los sondeos dan la victoria al Sí, pero el margen se ha estrechando y existe un importante número de indecisos. La última medición de Ipsos Irlanda del 17 de mayo daba un 44% al Sí, un 32% al No y un 24% de abstenciones. Sin embargo, el fracaso de las encuestas para pronosticar la victoria de Donald Trump, el Brexit o las elecciones británicas dejan los resultados en incertidumbre.

Por otra parte, el primer ministro Leo Varadkar se ha manifestado a favor del cambio y señaló que el referéndum era una oportunidad “única en una generación”. También los principales líderes de los principales partidos del Parlamento irlandés están a favor, sin embargo, el asunto es controvertido incluso al interior de la misma oposición: más de la mitad de sus diputados desea que la Octava Enmienda continúe vigente, no así Mícheál Martin, líder de Fianna Fáil (principal partido de dicho sector).

Por otra parte, si bien la Iglesia católica todavía tiene gran influencia en la población, no ha liderado la oposición al aborto debido a los escándalos de abuso sexual protagonizados por curas y explotación de mujeres por parte de monjas que han salido a la luz. De este modo, son apoderados y organizaciones cristianas quienes se han encargado de la campaña, mientras que los sacerdotes han guardado silencio incluso en sus prédicas.