Te Deum o las nuevas alianzas políticas de la derecha
El pasado domingo 10 de septiembre en diversas ciudades de Chile se realizaban marchas de conmemoración por el 11 de septiembre. En paralelo, en el centro de Santiago se daba comienzo al Te Deum evangélico, evento particular organizado por las Iglesias evangélicas, valga la redundancia, donde en el último tiempo no sólo se ha dado un carácter de tipo religioso, sino un espacio donde han podido visibilizar su modelo de sociedad y han buscado influenciar el mundo político. Llama la atención apreciar cómo, poco a poco, su voz ha tenido mayor eco mediáticamente y en la clase política, la que tuvo su expresión máxima este domingo. De algún modo, en el último Te Deum se expuso a la opinión pública una operación política que no tiene que ver necesariamente con los gritos en contra de la presidenta Michelle Bachelet, o el discurso “pro-vida” en contra de los últimos proyectos aprobados de sentida necesidad para la mayoría de la población. Más allá de eso, el cuadro revela una alianza ideológica y electoral entre ciertos sectores de la institucionalidad evangélica con la derecha.
No es casual que el candidato a diputado por el distrito 13 de Chile Vamos, Eduardo Durán, además hijo de un líder de las Iglesias Evangélicas - que dicho sea de paso, es parte del Consejo Ciudadano de Piñera y ex gobernador de la provincia de Ñuble del ex presidente- haya tenido el escenario para hacer una declaración de principios en contra de la diversidad sexual y el derecho mínimo de las mujeres a decidir sobre el aborto en 3 causales. En esta ocasión el Te Deum fue instrumentalizado para hacer campaña política, disfrazado de ritual religioso y declarativo.
Las críticas deslizadas, principalmente a la presidenta Bachelet, parecen no entenderse y se contradicen en la medida que se evalúa la consistencia del discurso de uno de los sectores de la Iglesia Evangélica. Amerita hacer notar que se le dio espacio a un representante de una coalición política que precisamente promovió y aprobó la ley que permite el Acuerdo de Unión Civil. ¿Acaso no recuerdan que en su momento también este proyecto iba en contra de sus principios? ¿Acaso este sector de la Iglesia Evangélica está pecando de amnesia para poder generar una alianza política y alcanzar objetivos particulares?
Creo que esto no es representativo de la diversidad del mundo evangélico, ya que hay muchos sectores de éste que hoy trabajan en Chile codo a codo con las organizaciones sociales más necesitadas. Además, en cuanto al modo de operar de la derecha, no parece sorprender la capacidad de instrumentalizar y adoptar superficialmente discursos sentidos de ciertos sectores de la sociedad con el fin de acaparar cada vez más votos. No nos sorprende, es más, nos indigna cómo las alianzas de los sectores conservadores de la sociedad chilena se coluden para impedir que se realicen reformas estructurales que permitan acabar con la reproducción de desigualdades.
Hoy parte de la Iglesia Evangélica, en respuesta al llamado del Ejecutivo solicitando respeto a la figura republicana de la presidencia, ha declarado el quiebre con el Gobierno de Chile. ¿Qué rol político están apostando generar en su alianza con la derecha? Todo parece indicar que se ha generado una campaña de desprestigio a aquellas propuestas que den pulso a las reformas ideológicas, políticas y económicas que se intentan promover en Chile, con la figura de Durán como punta de lanza aprovechándose de un espacio religioso, para instrumentalizar la fe de muchos creyentes que apuestan por un Chile más justo, todo con fines electoralistas. Esto cuestiona el rol representativo de una comunidad, el cual quisiera atribuirse el candidato Durán, dado que, como lo señala la última Casen, la congregación evangélica estaría dividida frente a las reformas que el mismo candidato ataca.
Pareciera que se busca impregnar de una imagen negativa todo intento por cambiar a Chile. Pero también parecieran no percatarse que dichos cambios están en la búsqueda de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Una sociedad que garantice los derechos de sus ciudadanos, con propuestas que desafíen los intereses particulares en favor del bien común y colectivo. Tampoco parecen enterarse que en Chile estas ya no deben ser una propuesta sino una necesidad de transformación, de acabar de una vez por todas con aquellas lógicas que administran pobreza más que promover un desarrollo equitativo y que empodere a su pueblo.