Las implicancias políticas detrás de la condena a Lula da Silva que podría impedirle postularse a la presidencia
La condena de un ex presidente con el tamaño político que tiene Lula da Silva en Brasil tiene, como se podría esperar, el poder de desestabilizar cualquier escenario político, pero se hace aún más devastador cuando pasa en un país institucionalmente destrozado, porque la propia condena pasa a ser blanco de sospechas en ese sentido.
Este miércoles 12, el juez Sérgio Moro dictó la sentencia de 9 años y medio de prisión por los crímenes de corrupción pasiva y lavado de dinero. La decisión es en primera instancia, razón por la cual el ex presidente aún no será detenido y tampoco ha perdido sus derechos políticos.
Es curioso notar que la posible pérdida de los derechos políticos de Lula es el tema principal de casi todos los noticieros brasileños, incluso más que los argumentos de la sentencia o los reclamos de la defensa. Para que su arresto y su inelegibilidad sean un hecho, el Tribunal Federal necesita ratificar la decisión de Moro, que preside la instancia regional de lo que se denomina la “Fuerza Tarea de Lava Jato” -comandada por los fiscales regionales de la ciudad de Curitiba y que en los últimos tiempos han mostrado cierta discrepancia con la labor de los fiscales federales-.
Las elecciones presidenciales en Brasil están programadas para octubre de 2018 -aunque algunos analistas políticos defienden que en caso de caída de Temer la transición sea por elecciones indirectas, eligiendo a un presidente solamente con los votos de los diputados y senadores, para un cargo de cuatro años- es decir, hasta 2021. Si llegan a suceder y si Lula llega a ser candidato, la posibilidad del ex sindicalista volver al Palácio do Planalto es grande. Las encuestas le dan hoy entre 30% y 40% de las intenciones y todas han registrado un crecimiento en su aprobación entre fines de 2016 y mayo de este año.
Este jueves, los cuatro candidatos que aparecen en encuestas como miembros del grupo intermedio atacaron a Lula. El alcalde de São Paulo João Dória Jr. (que posee entre 10% y 12% dependiendo de la encuesta), megaempresario ligado al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y fuerte defensor de la agenda económica neoliberal del gobierno Temer, llamó a los brasileños a “ir a las calles con banderas de Brasil para celebrar este avance en la lucha contra la corrupción”. Dória Jr. es del mismo partido de Aécio Neves, recientemente involucrado en el escándalo JBS-Temer y cuya hermana fue detenida. Por su parte, la ambientalista Marina Silva (entre 15% y 18%), ex ministra de Lula, dijo que “la decisión muestra que nadie está por encima de la ley” y espera que la Operación Lava Jato “sepa prosperar, pese a los ataques que viene sufriendo”.
Otro ex ministro de Lula, el economista Ciro Gomes (entre 5% y 7%) dijo lamentar que “la condena viene pese a una gran indignación de los simpatizantes del ex presidente, una patológica euforia de aquellos que lo odian y una gran perplejidad de la gran mayoría del pueblo brasileño, que no logra entender una sentencia sin una prueba clara y que pueda ser entendida como la base de una decisión justa”, aunque le ataca al afirmar que “lo que sí es culpable, aunque no en términos jurídicos, es por el terrible momento político que atraviesa el país”, alegando que el ex sindicalista fue el responsable por imponer a Temer como vicepresidente en la fórmula junto a Dilma Rousseff.
Finalmente, el ex militar ultra derechista Jair Bolsonaro (entre 15 y 17%) grabó un video dedicado al magistrado Sérgio Moro, en el cual le presta una continencia y acusa una inversión de valores, porque “el hombre que atacó a las libertades de los brasileños sigue libre pese a ser condenado, mientras que el juez Moro vive recluso en su departamento, no puede ir a la panadería o caminar en un mall con su familia, debido a los ataques que sufre de los que se oponen a su nueva forma de hacer política”.
¿Por qué Lula no fue detenido?
Una de las dudas respecto a las consecuencias de la sentencia a Lula es por qué no fue llevado a prisión, tal cual pasó con el ex diputado Eduardo Cunha el año pasado.
Cuando dictó la condena a Cunha, el juez Moro (que representa la primera instancia de Curitiba, de jurisdicción regional) determinó la prisión preventiva el ex parlamentario, afirmando que su detención era importante para seguir las investigaciones de otras aristas de la Operación Lava Jato. Según la ley brasileña, casos como el de Lula y Cunha solo pueden tener aplicada su sentencia cuando existe un ratificación en segunda instancia, sea por un tribunal Federal común o por el STF (el Supremo Tribunal Federal, la máxima instancia del Poder Judicial en Brasil). Eso no ha pasado en el caso de Lula, en el que Moro dictó la sentencia sin observar necesidad de arrestarlo preventivamente.
Sobre los próximos trámites, en entrevista a la prensa local, el juez Carlos Eduardo Thompson, del Tribunal Federal de Justicia, responsable por la etapa siguiente del proceso, aseguró que la decisión sobre el caso debe estar lista más tardar en agosto de 2018. En su declaración, Thompson no habla de la posibilidad de prisión de Lula, pero asegura que su inelegibilidad o no estará zanjado a tiempo de definir el escenario electoral.
Sin embargo, aliados de Lula reclaman que si la segunda sentencia sea negativa, y si se da en fecha muy próxima a agosto de 2018, no habrá tiempo suficiente para recurrir al STF, sobretodo por el tema de su candidatura presidencial.
Lo que dijo Lula
En conferencia de prensa este jueves 13 por la mañana, un Lula da Silva rodeado por toda la ejecutiva nacional del Partido de los Trabajadores (PT) criticó a los fiscales que lo acusaron y al juez Moro, diciendo que el proceso fue cargado de tintes políticos, aunque dijo creer “en un Ministerio Público fuerte y una Policía Federal fuerte, que yo mismo he fortalecido en mi gobierno, como reconoció Moro (en la sentencia), pero no uno que condena personas sin pruebas como está haciendo conmigo”.
Al iniciar su discurso, Lula justificó no haber hablado ayer tras la sentencia debido a su expectativa por un partido de fútbol: “quería primero ver cómo el Corinthians le ganaba al Palmeiras” -el Timão, equipo del corazón del ex presidente, efectivamente venció a su archirrival 2 a 0, en cancha ajena, en el partido que además celebró los 100 años del Derby, el clásico más importante del fútbol de São Paulo-.
Luego, afirmó que la sentencia refuerza lo que él considera una obligación de competir en las próximas elecciones presidenciales, las que por ahora están programadas para el 2018 y que lo tienen como gran favorito según las encuestas -aunque una ratificación de la condena en la instancia federal podría impedir su candidatura-.
Además, recordó la recientemente aprobada reforma laboral, la reforma previsional y la política de congelamiento de gastos sociales por 20 años, diciendo que vienen a perjudicar a los trabajadores brasileños. Según Lula, “no parece ser coincidencia cuando buscan sacar por secretaría a una candidatura (la suya) que puede revertir esas medidas en contra de los más pobres en Brasil”, y desafió a los demás pre candidatos a que “no tengan miedo de enfrentarme, si quieren llegar a la presidencia, que lo hagan enfrentandome a mí, o no defendiendo mi salida por otros medios”.
También comentó la situación económica de Brasil, diciendo que el control de la inflación no es resultado del paquete neoliberal del gobierno de Temer, sino que a los niveles de cesantía (entre 15% y 20%), que explican también la baja en la productividad del país. Lula afirmó que la economía del país está en depresión, y pidió “a los economistas de la derecha, cuando se den cuenta de que no tienen más vueltas a dar en eso, cuando la Casa Grande ya no sepa qué hacer para salvar su proyecto, que permita a los de la Senzala volver para arreglar el problema, poniendo a los pobres en el centro de las políticas públicas” -la declaración hace referencia el clásico de la sociología brasileña “Casa Grande e Senzala”, sobre las relaciones de poder en los tiempos de la esclavitud y cómo eso sigue presente en la sociedad.
Junto con la declaración de Lula, el PT lanzó en sus redes sociales la campaña “Elección sin Lula es fraude”.