Las Primarias y el Momentum del Frente Amplio
En física existe un concepto llamado Momentum para describir la velocidad con la que se mueve una masa determinada, en palabras simples: es mucho más fácil cambiar la trayectoria de una pelota de tenis que se desplaza a 10 Kms/hrs que una locomotora de 200 toneladas desplazándose a la misma velocidad.
El Frente Amplio se constituyó con la idea de cambiar la dirección que lleva el país, desplazando el proyecto neoliberal de la Nueva Mayoría por un proyecto democratizador capaz de construir una sociedad de derechos. Es cierto que la Nueva Mayoría venía muy a la baja y que su velocidad era cada vez menor, pero hasta ahora ha mantenido una masa suficiente para seguir adelante con su proyecto.
Entonces las primarias del domingo recién pasado eran la gran oportunidad para mostrar si el Frente Amplio estaba en condiciones electorales de disputar los proyectos de sociedad. Hasta ahora el Frente Amplio había mostrado una gran velocidad en sus triunfos electorales de las municipales pasadas, en su constitución como alianza, en la inscripción de las primarias y en la irrupción de las candidaturas de Beatriz Sánchez y Alberto Mayol; pero las primarias pondrían a prueba la capacidad de movilización electoral del Frente Amplio en pos de sus objetivos, en otras palabras: si poseía la masa electoral suficiente para incidir realmente en la disputa de los proyectos de sociedad que están en juego.
Para lo anterior se hacía necesario “morderle” un porcentaje significativo de los votantes tradicionales de la Nueva Mayoría y arrimar votación del mundo de la abstención desencantada, además de convocar a los nuevos electores sub 40.
El escenario previo era muy alentador pues por primera vez el mundo extraduopolio tendría acceso a la franja de televisión en igualdad de condiciones con la derecha y en ausencia completa de la Nueva Mayoría. La dificultad estaba en la apatía generalizada y en que en el mismo día de las elecciones se jugaba la final de la copa confederaciones.
Nunca antes el Frente Amplio había concurrido a primarias y los únicos antecedentes previos eran las primarias del duopolio y las presidenciales del año 2013, ambas con voto voluntario. En las primarias de ese año la derecha movilizó 800.000 electores en un duelo muy disputado entre Allamand y Longueira, y - por su parte - la Nueva Mayoría logró una exitosa movilización de más de dos millones cien mil electores entusiasmados con la idea de derrotar a la derecha y el regreso de una triunfante Bachelet.
Por otro lado, en las presidenciales del 2013, la votación de la izquierda clásica representada por Roxana Miranda y Marcel Claude alcanzó los 266.000 votos, mientras que la votación progresista, ciudadana y ecologista representada por Meo y Sfeir llegó a los 878.000 votos.
Tales votaciones del año 2013, la de izquierda clásica y la ciudadana-progresista, son el piso o voto duro de tales sectores pues el voto voluntario y el fenómeno Bachelet, sumado a los otros candidatos extraduopolio (Parisi e Israel), licuaron al máximo la votación de ambos sectores. Por todo esto, bien se puede afirmar que el “universo electoral propio” que el Frente Amplio podía movilizar alcanzaba poco más de un millón cien mil votos.
Ahora bien, si es que el Frente Amplio realmente quiere ir a disputar la segunda vuelta, entonces - aparte de ese universo potencial de electores- hay que buscar permear otros electorados, por ejemplo: el electorado descontento de la nueva mayoría, el mundo abstencionista y los nuevos electores sub 40 o sub 30 que crecieron con las movilizaciones del 2011. De lo contrario la votación del Frente Amplio solo puede aspirar a un rango que va entre el 5% histórico de la izquierda clásica más el 10% de piso del mundo ciudadano y progresista, cifras insuficientes para entrar a la disputa de la segunda vuelta.
Es cierto que en las primarias no votan todos y es una parcialidad la que finalmente se moviliza. Como ya señalamos, en las primarias del 2013 la Nueva Mayoría movilizó a dos millones cien mil personas, logrando posteriormente en la primera vuelta un poco más de tres millones de votos. Por su parte la coalición perdedora, la derecha, movilizó en primarias algo más de ochocientas mil personas, alcanzando para la primera vuelta poco más de un millón seiscientos mil personas. Es decir, en las primarias del 2013 la coalición perdedora movilizó la mitad de su votación final, mientras que la coalición ganadora logra movilizar casi un 70% de su votación final.
Ahora bien, si estamos de acuerdo que el universo de votación propia a la que podía apuntar el Frente Amplio era de 1.100.000 votos , entonces los 325.000 votos que el Frente Amplio finalmente obtuvo, representan casi un tercio de su propio universo, es decir, solo uno de cada tres votantes de su propio mundo logró movilizarse a las primarias, además esto significaría que no obtuvo ninguna votación adicional provenientes de los otros universos electorales a los que debía apuntar (desencantados de la Nueva Mayoría, abstencionistas o nuevos electores). Y si hacemos otro cálculo, si planteáramos que, por ejemplo, la mitad de los 325.000 votos provendrían de su propio universo electoral significa entonces que el Frente Amplio logró movilizar solo a uno de cada seis de sus electores más cercanos, a los que habría que sumar unos escasos 162.500 votantes provenientes de los otros universos electorales, es decir, en ambos casos una pobre performance electoral.
Si ya el cuadro anterior aparece como negativo, se ve más agravado aún por la extraordinaria movilización electoral de la derecha. Su casi un millón y medio de votos en las primarias demuestra que el deseo de cambio, de no más Nueva Mayoría, logró movilizarlo la derecha en desmedro del Frente Amplio, que era justamente el actor que construimos para representar tales anhelos.
Sin dudas, hay harto que reflexionar, analizar y mucho por corregir, para lo cual tenemos cinco importantes pero cortos meses. Seguir adelante como si nada importante hubiese pasado sería el peor error que podríamos cometer. La nueva política exige de la mirada autocrítica y una reversibilidad de quienes nos asumimos en constante y humilde aprendizaje.