Un Frente Amplio para las y los trabajadores

Un Frente Amplio para las y los trabajadores

Por: Gael Yeomans | 01.05.2017
Lo que hace, o deja de hacer la CUT, es reflejo del tipo de intereses sociales que dominan la alianza que hoy la conduce. Es el matrimonio entre la Concertación y el interés empresarial el que se expresa en esta renuncia de la izquierda histórica a la organización y representación de los intereses de los trabajadores.

En una nueva conmemoración del 1 de mayo, asistimos a un hecho inédito: después de años de abandono, malas prácticas e instrumentalización de la organización, la Concertación logró, finalmente, quebrar la unidad de la CUT.

Los hechos de corrupción en que se vio envuelta la CUT en los últimos meses, que terminaron con la salida de importantes gremios de la central, fueron solo el gatillante de una crisis largamente incubada. ¿Sus antecedentes? La renuncia de la izquierda tradicional, hoy agrupada en la Nueva Mayoría, a organizar y representar los intereses de los y las trabajadoras; y la complicidad de las actuales dirigencias con una reforma laboral que es un retroceso en los derechos y la capacidad de presión del movimiento sindical.

Esta vez, no fue la obra de la represión la que mató a la CUT, como ocurriera años atrás. Fue el triste papel desempeñado por las propias dirigencias comunistas y socialistas que renunciaron a enfrentar y apropiarse de la nueva fisonomía de un mercado laboral que crece a través de nuevas formas de explotación y conflicto social; y con ello, renunciaron a la fuerza de una organización sindical viva, limitándose a la defensa corporativa de burocracias sindicales y los intereses de los partidos de gobierno.

Uno de los ejemplos más vistosos de este abandono, aunque no el único, es el cómo mientras en el seno del mundo sindical surgen propuestas como la del Movimiento No+AFP, que buscan avanzar en la restitución de derechos hoy en manos del mercado, es la misma alianza política que hoy controla la CUT la que se niega a acabar con el saqueo que significa el modelo de pensiones.

La indiferencia frente a las nuevas formas de precarización que crecen en el empleo público, como la situación de las y los trabajadores a honorarios del Estado, es otro ejemplo de una burocracia sindical que hace oídos sordos ante las actuales condiciones de lucha.

Para qué hablar de la particularidad de la situación de explotación de las mujeres trabajadoras. Quienes no solo cargan con una doble jornada de trabajo no reconocida como tal, sino que sufren permanentes discriminaciones en el mismo mercado laboral; pero eso hoy, no es tema para la conducción de la multisindical.

Muy lejos de lo anterior, las dirigencias de la central jugaron un rol de complicidad frente a una reforma laboral que dificulta la constitución de sindicatos y niega la posibilidad de negociación por rama, una demanda histórica del movimiento de trabajadores y trabajadoras.

Pero acá no venimos a juzgar la ética de las personas que hoy conducen la CUT. Lo que hace, o deja de hacer la central, es reflejo del tipo de intereses sociales que dominan la alianza que hoy la conduce. Es el matrimonio entre la Concertación y el interés empresarial el que se expresa en esta renuncia de la izquierda histórica a la organización y representación de los intereses de los trabajadores.

Superar el actual escenario dependerá de la formación de una amplia y heterogénea alianza de fuerzas sociales y políticas, capaz de poner como centro, y elemento de unidad, la recuperación de los distintos ámbitos de la vida social, que han sido secuestrados por las garras del mercado y del Estado subsidiario.

Construir esta alianza será el principal desafío de las fuerzas de cambio. Recuperar la CUT para la defensa de los intereses de las y los trabajadores, para enfrentar las nuevas formas que el capital ha desarrollado para apropiarse de la riqueza generada por las mayorías trabajadoras.

Si el Frente Amplio no apuesta decididamente a contribuir en la organización política de los intereses de los trabajadores, a la representación de las fuerzas sociales en conflicto por la recuperación de sus derechos, no pasará de ser una anécdota procesada por los mecanismos de control del poder.

En este esfuerzo no estamos solos, ni somos los primeros en señalar la magnitud del desafío. Nuestra tarea es ponernos a disposición del conjunto de fuerzas que hoy dan la pelea por revivir la organización sindical, por construir formas de democracia que superen los márgenes trazados por la transición y nos permitan recuperar el control sobre nuestras vidas.

Del éxito de esta tarea dependen tanto la revitalización de la misma CUT, como el sentido histórico de esfuerzos de articulación como el Frente Amplio.