Gonzalo Martner: "El principal éxito de mi generación es que a la generación del Frente Amplio no le interese la transición"
La hora de almuerzo se alarga un poco más de lo normal. Es un miércoles del primer semestre en la Usach y mientras los alumnos dejan el casino para iniciar el primer bloque de la tarde, hay una mesa que se transforma en sobremesa. En ella hay tres personas y se debate sobre la situación política en Ecuador tras el triunfo de Lenín Moreno. El postre hace rato se acabó, pero la conversación opera como un plato más.
Cuando Gonzalo Martner Fanta (60) habla de los temas que le interesan pierde un poco la noción del tiempo. O no la pierde, pero la disfruta. Mientras El Desconcierto lo espera en su oficina para iniciar una entrevista, el histórico ex militante del Partido Socialista analiza la contingencia a través de los ojos de un hombre de mil batallas, de alguien que fue militante del MIR en la Unidad Popular, que se fue al exilio y volvió en los '80 para recuperar la democracia, que participó de la renovación socialista junto a Ricardo Lagos y que fue parte de la fundación del PPD.
Martner entra a su oficina y se excusa por la demora, pero no hay problema. Ahí comenta a la pasada que estaba con un amigo chileno que trabajó en el gobierno de Rafael Correa y que tenían harto que ponerse al día. Él también ha vivido cambios en los últimos años. Hace menos de un año renunció al Partido Socialista y fundó el partido País junto al ex MAS Alejandro Navarro. Quiso formar parte del Frente Amplio, pero diferencias con la forma en que actuaba lo llevaron a suspender su participación a comienzos del 2017.
Por eso, en lo que va de este año, su contribución ha sido desde el análisis político en columnas de opinión y en su trabajo en la academia. "Quienes no estamos ya para cumplir roles de primer plano, eventualmente podemos contribuir con la reflexión y con algo de la experiencia acumulada para formar gente", asegura desde el despacho en el cual dirige el Magíster en Gerencia y Políticas Públicas de la U. de Santiago.
En media hora de conversación, Gonzalo Martner hizo un exhaustivo análisis del panorama político chileno: del Frente Amplio a Sebastián Piñera, de las reformas de Bachelet al legado de la Concertación. Además, reivindicó su rol desde la academia y habló de la necesidad de recuperar el aparato público de las lógicas empresariales en que funciona su gestión y administración.
El gobierno de Bachelet
"El gobierno de Bachelet en una serie de aspectos ha sido exitoso, pero políticamente ha sido un fracaso. No soy un crítico sistemático de Bachelet, pero convengamos que su proyecto de constatar la desigualdad como el principal problema de Chile es un fracaso. Para poder avanzar en el fortalecimiento democrático chileno se necesitaba reformas que ella misma llamó estructurales y que terminaron siendo reformas de muy bajo calado. Sin embargo, la idea es no transformar eso en un fracaso de las reformas, que es lo que la derecha intenta, porque si se produce este fracaso de la idea de reforma, o más grave aún de la idea de transformación de la sociedad para hacerla más democrática, mucho menos desigual y mucho mas sustentable. Esa triada, por el fracaso del gobierno, puede quedar en manos de una derecha que está extremadamente golpeada, y lo que es peor, deslegitimada".
El éxito de Piñera
"A Piñera le va bien porque a Bachelet le ha ido mal. Piñera no hace más que presentarse ante los chilenos con eso de 'mire, si todo el mundo sabe que soy una persona que anda un poquito a las patás con la ley, que soy un acumulador sin mayores escrúpulos, pero gestionó bien y todo el mundo sabe a que atenerse conmigo'. Si la sociedad chilena vuelve a comprar ese discurso quiere decir que estamos en una crisis no sólo de participación, sino también de disgregación de la política a través de la constatación de los actos de corrupción generalizada, los cuales a la derecha y a la población que vota por ella les da lo mismo, porque se entiende y naturaliza que la derecha es así, que el mundo del poder y del dinero es el mundo donde no hay escrúpulos a la hora no solo de contratar trabajadores y respetar sus derechos, sino que también a la hora de hacer negocios. Un triunfo de Piñera sería una derrota moral de toda la sociedad chilena".
La medida de la Concertación
"La Concertación siempre fue una coalición con luchas en su interior, ya que fue -ni más ni menos- que la confluencia con el centro político que fue partidario del golpe de Estado. Porque dejémonos de tonteras, la Democracia Cristiana, con honrosas excepciones -nueve personas, exactamente- estuvo de acuerdo con el golpe. Y sin embargo, nosotros tomamos la decisión de pactar con ellos. A esa coalición se sumó, en la última etapa como Nueva Mayoría, el propio Partido Comunista. Entonces esta gran coalición fue evidentemente heterogénea, no sólo por intereses de corto plazo distintos o representaciones históricas distintas, sino que ademas porque son proyectos distintos".
"A mí lo que me causa un poco de extrañeza es la falta de capacidad de análisis, porque la idea de que la Concertación es un conjunto de gente corrupta dirigida por Enrique Correa, y en su momento por Edgardo Boeninger, es una idea equivocada. La Concertación era una coalición muy amplia, con fuerzas políticas muy distintas y con luchas en su interior. Y como en toda dinámica política, hay quienes ganan y quienes pierden. Por eso yo trato de tomarlo con filosofía, fíjate que la Revolución Francesa, al cabo de muy poco tiempo, se revirtió fuertemente con figuras tan poco modernas como Napoleón, que citó al Papa y delante de él se puso una corona. Ese acto no era exactamente propio de los principios de la Revolución Francesa. Para que la Revolución Francesa fructificara tuvieron que pasar muchas décadas".
"Las luchas que mi generación dio terminaron en tragedia para muchos. Hay otros que nos tocó -porque las cosas tocan, no las escoge uno- reconstruir la democracia para que nuestros amigos no siguieran siendo masacrados. Y en ese proceso logramos reconstruir en Chile un clima de libertades públicas que no está en cuestión. Hoy, como nunca en la historia de Chile, y con todas las críticas que se quiera, hay una subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil. Desafío a cualquier historiador a que me diga lo contrario".
La derrota de una generación
"Muchos de nosotros, por nuestra trayectoria, somos juzgados como '¿y ustedes que vienen ahora a querer plantear una tercera alternativa política si fueron parte de la segunda?'. Y está bien, me parece un argumento respetable, sólo que tiene una pequeña contradicción, y es que las cosas no salen de la nada. Pero como se sabe, la historia la escriben los vencedores. Los que dimos estas peleas en otros tiempos perdimos, en el contexto de la Concertación y la Nueva Mayoría, la pelea por la democratización integral del país, la disminución de las desigualdades y el cambio por un modelo de desarrollo sustentable y diversificado. Por tanto, es como que no existimos. O peor aún, como que siempre estuvimos de acuerdo con los otros cuando siempre estuvimos en desacuerdo y peleando con ellos. Yo esto me lo tomo con la mayor filosofía posible, aunque reconozco que de repente es irritante que personas que vienen recién llegando a las luchas sociales y políticas se pongan a dar lecciones a quienes hemos dado luchas un poquito más fuertes y que, en el caso de muchos de nuestros amigos, les significó dar la vida".
La infancia del Frente Amplio
"De todas formas, yo creo necesaria la conformación de una tercera alternativa política. Yo creo que esta nueva generación tiene un rol gigantesco, porque reestableció las cosas en base cero a partir del 2006 y el 2011. A mí me parece estupendo y genial que se diga 'mire, estos asuntos de la transición son cosas antiguas, no nos interesan'. Para mí eso es espectacular, para mí ese el principal éxito político de nuestra generación: que a esta generación no le interese la transición. ¡Pero si de eso se trataba! De volver a poner la sociedad chilena en condiciones de autoinstituirse y volver a recuperar su soberanía. Esa soberanía todavía no se expresa plenamente en las instituciones o en la economía, pero en la vida social, en el debate o en la cultura el avance social es muy grande. Entonces esta nueva generación tiene que tener el protagonismo, funcionar en base cero y generar una nueva oferta a la sociedad que no tenga que ver con estas cosas que se naturalizaron".
"Yo encuentro fantástico que gente como Alberto Mayol o Beatriz Sánchez estén dispuestos a participar ahora en la construcción de una alternativa, porque esto no se trata solo de la figura del tribuno parlamentario. ¿Por qué dejarle a Piñera y a alguien de la Nueva Mayoría el debate sobre el futuro de Chile? Lo digo porque en el Frente Amplio, hasta hace un mes, había gente que sostenía que no había que tener candidaturas presidenciales. Absurdo. Una fuerza política está para disputar -y duramente- el poder en todas partes. Pero para construir una bancada se necesitan posiciones y proyectos. Y hasta ahora no hay ni lo uno ni lo otro".
"El que gobierna tiene que decir, pero sobre todo hacer y ser creíble en el hacer. Y es evidente que todavía no es posible pedirle al Frente Amplio que lo haga, tiene que tener primero una serie de experiencias. Por eso yo valoré tanto el proceso y el resultado de la elección de Jorge Sharp en Valparaíso, porque esa gente que se juntó y determinó su liderazgo a través de una primaria con un proyecto sobre la ciudad. Y fíjate que ese proyecto no es que movilizara a los que no votaban nunca, sino que movilizó a los que votaban. ¿Por qué Sharp ganó? Porque utilizó un método democrático de selección de candidato a alcalde, porque debatió con la sociedad civil y porque a su alrededor construyó una credibilidad personal como líder joven. Y esto hay que hacerlo en todo el país. Yo creo que la fórmula del Frente Amplio no tiene 50 discusiones, es más simple: hay que hacer lo mismo que en Valparaíso".
La tarea del intelectual de izquierda
"El intelectual hoy tiene una primera tarea que es la de producir conocimiento, juicios de hecho de lo que pasa y al mismo tiempo juicios de valor. Es decir, la idea de que el mundo tiene que ser transformado, no solo observado. Para poder transformar el mundo hay que saber en qué consiste. En esa dialéctica, se mueve el trabajo intelectual y académico. En el Chile de hoy, con universidades públicas tremendamente reducidas y con un inmenso sector privado donde hay personas que se definen como intelectuales de mercado -es decir, que elaboran ideas de acuerdo a quien les pague-, hay una labor todavía de recuperación de los espacios institucionales, que significa que las universidades públicas cumplan su rol de ser el espacio natural de la reflexión o de la libertad de cátedra".
"En Chile hay todavía una discusión que es del siglo XIX. Hay quienes tienen la pretensión de recibir dinero de todos los chilenos para excluir, justamente, a una parte de los chilenos. En la Universidad Católica no hay libertad de cátedra, de pensamiento ni de investigación, no se puede investigar sobre los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y en la Escuela de Derecho tienen prohibido llevar trámites de divorcio. La izquierda todavía tiene un debate decimonónico sobre el laicismo que realizar. Desgraciadamente, hay muy pocos que están dispuestos a hacerlo, entre otras cosas también porque muchas veces tienen intereses en unos y otros órganos de este tipo. Por eso, las únicas universidades que aseguran la libertad de pensamiento, incluyendo el pensamiento de derecha y conservador, son las públicas. Es ahí donde se permite que unas y otras expresiones, de manera pluralista, tengan cabida. Esa es una tarea del mundo intelectual de izquierda: defender el laicismo, defender la institución universitaria pública".
Gerencia y Políticas Públicas
"Yo dirijo un magíster así llamado Gerencia y Políticas Públicas. Creo que tiene que haber suficientes personas que no vayan al Estado a ganar dinero. Al Estado se va a hacer un servicio público, se va a tener una vocación de desarrollar su personalidad, sus esfuerzos, su vida en común y parte de su vida personal en la construcción de una comunidad más vivible, de una sociedad en la cual se pueda vivir mejor. Esa vocación todavía existe en Chile y hay gente que prefiere abandonar la idea de tener dinero como fin en la vida y, por el contrario, les motiva mucho más esta dimensión de ser parte de una comunidad y de servir. Pero esto no se improvisa, no solo hay que tener las ganas, hay que tener también las capacidades".
Alumnos / Gente competente
"Quienes no estamos ya para cumplir roles de primer plano, eventualmente podemos contribuir con la reflexión y con algo de la experiencia acumulada para formar gente. Creo que esa es la tarea que a uno lo motiva para seguir en este esfuerzo que, como digo, es un poco como arar en el mar, es formar gente y decirle 'estudie, debata, genere un espíritu crítico, amplíe sus fronteras de conocimiento' cuando no podemos saber hasta donde va a poder llegar, porque si no tiene tal o cual nexo político, una persona mucho menos competente y que ha hecho menos esfuerzos que usted sea el que ocupe una función que usted debiera ocupar. Es un poco duro, pero bueno, uno nunca debe renunciar a lo que uno cree".
"Yo converso mucho con los participantes de nuestros cursos y es bien dramático, porque la mayoría de las veces ellos tienen la percepción de que formarse, desarrollar capacidades y competencias no se traduce necesariamente en tener opciones de desarrollo profesional, porque eso está limitado por la hiperpolitización y el clientelismo del aparato estatal. Acá hay mucho que hacer para formar gente que pueda llevar a cabo esas ideas, debe haber un cambio institucional: abajo de quienes son responsables políticos tiene que haber gente profesional. Debe haber plantas públicas inamovibles. Por supuesto, con reglas de ingreso, de ascenso y de salida, por tanto dinámicas, pero que estén protegidas de la persecución política, porque eso es lo que asegura la continuidad técnica y profesional de los órganos públicos. No porque la política pública deba ser aséptica, porque no es así, pero hay esferas: está la esfera de la responsabilidad política y está la esfera de la ejecución. Y esta última tiene que hacerse con gente competente".