La sala de clases tradicional como un problema político

La sala de clases tradicional como un problema político

Por: Nicolás Zuñiga | 13.12.2016
En esta columna, un joven estudiante del Instituto Nacional critica la enseñanza estilo cátedra en la educación chilena, la cual -en sus palabras- coarta las capacidades y las inteligencias múltiples de los alumnos.

Soy estudiante del Instituto Nacional, estoy inmerso en la realidad que aqueja a miles de niños, niñas, adolescentes, adultos jóvenes e incluso, adultos. Estamos reprimidos por un sistema de enseñanza con un estilo de cátedra que lo único que hace es mantenernos sentados sin la posibilidad de poder objetar algo dentro de la clase, sin la posibilidad de compartir nuestra opinión respecto a algún tema que surja, sin la posibilidad de conversar con nuestro compañero de banco, porque el llamado de atención del profesor nos inhibe.

Al ser miembro del colegio más mediático, supuesto símbolo de enseñanza de primer nivel, puedo decir con convicción que eso ocurre dentro de nuestro establecimiento y también dentro de muchos otros del país y el mundo.

Los profesores, sobre todos los más anticuados, utilizan como único método de evaluación pruebas estandarizadas que solo miden la memoria de los estudiantes, no la capacidad de interactuar con su entorno, ni la capacidad de razonamiento crítico, ni la capacidad de interacción y ayuda a otro ser humano, lo que culmina fomentando el desarrollo de un pensamiento individualista, donde todos los problemas que encontremos debemos solucionarlos solos. Sin embargo, vivimos en un mundo rodeado de personas distintas, y siempre, aunque no lo parezca, estamos siendo ayudados o acompañados por alguien más.

Las pruebas estandarizadas desincentivan el aprendizaje que podamos tener los estudiantes. Según un estudio de Unesco de 2015, uno de cada cinco jóvenes sentimos que la mayor parte de lo que se enseña en los colegios es y será inservible para nuestro futuro. Por ejemplo, personas con intereses humanistas, y que quisiesen estudiar Filosofía, se ven obligados a pasar por ramos tales como Química, Física o Biología. Asignaturas que desmotivan al estudiante, ya que sabe que no tiene la habilidad de o el interés, sumamente importante para disfrutar de cualquier aprendizaje. Aun así, esas asignaturas influirán enormemente en su vida futura, jugando un rol fundamental en su ingreso a la universidad, debido al sistema de PSU, ranking y NEM.

¿Es esto lo que queremos los jóvenes, los niños y niñas de este país? Pues no. Desde mi experiencia personal avalo lo planteado por la Unesco. Como estudiante, sé que yo y mis compañeros queremos aprender más allá de la escuela y de las formas tradicionales de enseñanza.

Queremos ser capaces de idear una educación fuera de la sala de clases, en los espacios públicos y recreativos de las comunidades, lo que no quita que el rol vital sea el del maestro, para mostrarnos los caminos posibles, no para cerrarnos al camino que él cree correcto. Deseamos aprender de manera colectiva, de forma práctica, haciendo uso de recursos virtuales, a través de charlas, talleres, cursos y además, dando una fuerte relevancia al juego, al descubrimiento y a la cooperación.

Queremos avanzar hacia una sociedad que sea menos individualista, que valore el poder de la unión y de la empatía con los demás, partiendo por permitirnos estudiar y aprender no en silencio, sino desde la experiencia de encontrarnos con otros, y con el mundo.