Un hombre honesto

Un hombre honesto

Por: José Miguel De Pujadas | 11.03.2016
“Soy un hombre honesto”, aseguró Longueira durante la conferencia de prensa en la que anunció su renuncia a la UDI y donde no fue posible preguntar nada. Lo cierto es que esto de no reconocer los hechos a pesar de la magnitud de las verdades objetivas no es nuevo en la UDI. Tienen escuela y oficio en interpretar la realidad de manera torcida, distorsionada. Durante años negaron las violaciones a los Derechos Humanos en Chile, defendiendo rabiosamente una dictadura que los favoreció.

No pensaba escribir sobre la UDI nuevamente, por lo menos durante algunas semanas. Tenía en mente otros temas como el aborto, la rearticulación social, algo distinto como para ir matizando y no repetirse. Para no parecer ensañado tampoco en alguna “campaña de desprestigio” hacia esta tienda política, tan golpeada por sus propios pecados capitales, pero que sin embargo culpa de sus males a otros, con total ausencia de conciencia moral. "Alguien da una información respecto de una persona y de inmediato saltan los próceres dueños de la verdad, de la moral, con derecho de condenar al resto. Son periodistas políticos, académicos, cualquier cosa, pero nadie tiene ese derecho", opinó Hernán Larraín luego de la renuncia de Pablo Longueira a la colectividad, esto luego de revelarse tras una investigación periodística rigurosa, seria y profesional cómo en 2010 recibió, siendo senador, la redacción de un artículo sobre el impuesto a la minería por parte del gerente general de Soquimich, Patricio Contesse, el que luego se incluyó en la ley, permitiéndole a la empresa acceder a millonarios beneficios tributarios. Una evidencia de proporciones gigantescas, al igual que las que también lo comprometen en la Ley de Pesca, pero que no obstante su obviedad es desacreditada acusando linchamiento hacia Longueira y el partido. "Están apareciendo dosificadamente informaciones que resultan ser medias verdades y sobre esa base se está construyendo, o se pretende construir, una imagen para destruir (…) existe una campaña orquestada para terminar con los liderazgos de la centro derecha”, aseguró el diputado gremialista Jorge Ulloa. Apuntan al periodismo como factor clave de su grave descomposición moral. Incluso proyectan lanzar un canal de televisión propio para contrarrestar lo que entienden como una nociva ofensiva. Curioso, por decir lo menos, considerando que el grueso de la prensa está monopolizada y controlada por grupos de poder íntimamente ligados a sectores político-empresariales de los cuales la UDI forma parte.

Lo cierto es que esto de no reconocer los hechos a pesar de la magnitud de las verdades objetivas no es nuevo en la UDI. Tienen escuela y oficio en interpretar la realidad de manera torcida, distorsionada. Durante años negaron las violaciones a los Derechos Humanos en Chile, defendiendo rabiosamente una dictadura que los favoreció. Luego, cuando ya no fue posible seguir haciéndolo ante el peso de lo evidente, las justificaron. El diccionario de eufemismos es abundante al respecto en terminología relativista. Con la perspectiva que permite el tiempo ha sido posible poner las cosas en su lugar y entender en su real dimensión lo que significa haber guardado una fidelidad a toda prueba hacia un gobierno de facto que no sólo asesinó y torturó a miles de personas en Chile, sino que además le robó al Estado, tal como quedó demostrado en 2015 por la Justicia al determinar que el ex dictador malversó fondos públicos en beneficio propio por más de 6 millones de dólares. No sólo eso; además la dictadura se enriqueció gracias al trafico de armas y cocaína, como ha quedado de manifiesto en diversas investigaciones periodísticas (sólo por citar un libro, “La delgada línea blanca”, de Rodrigo de Castro y Juan Gasparini, documenta al respecto) Y ahí, al pie del cañón, de manera irrestricta y leal, el partido gremialista fue forjando su identidad ética como defensores acérrimos de lo turbio, lo oscuro, lo inmoral. De este cáncer neoliberal que ha ido devorando las entrañas de nuestro país.

“Soy un hombre honesto”, aseguró Longueira durante la conferencia de prensa en la que anunció su renuncia a la UDI y donde no fue posible preguntar nada. Apelando a una heroicidad y una épica basada en honores y dignidades únicamente existentes en el imaginario gremialista -y como era absolutamente predecible-, su partido valoró el gesto como un “acto de valentía”. El mismo que les faltó a otros como Moreira, Von Baer y el mismo Jovino, los que sin embargo nunca fueron criticados por no haber actuado de la misma manera “ejemplificadora” en que lo hizo Longueira. Honestamente, a estas alturas el espectáculo brindado ha alcanzado ribetes patéticos. La negación patológica de la verdad no es creíble. Y no porque haya alguna mala intención detrás de ello; simplemente, y como dijo Piñera siendo presidente, “nada es gratis en esta vida”. Pues bien: la UDI está pagando sus culpas, que no son pocas ni menores.