Lanzamiento del libro "Crítica a la moral conservadora. Aborto, eutanasia, drogas y matrimonio igualitario”
Temas tan contingentes como polémicos se han tomado la pauta noticiosa este año, grandes debates que han marcado agenda ética. A través de una posición libertaria basada en la constitución social de los seres humanos y su autonomía, el académico del Departamento de Sociología, Manuel Vivanco, propone un análisis en profundidad sobre drogadicción, aborto, eutanasia, drogadicción y matrimonio igualitario, cuyo libro será presentado este miércoles 28 de Octubre a las 19.30 horas en Estación Mapocho, en la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA).
Desde una perspectiva secular propia de una nación laica y pluralista como la chilena, según el sociólogo, el libro “Crítica a la moral conservadora. Aborto, eutanasia, drogas y matrimonio igualitario” está a favor de la despenalización del aborto en sus tres causales, a favor de las libertades individuales, reivindicando así la soberanía individual de las personas para tomar decisiones.
Tal como ha ocurrido con las ciencias, en la moral también ha habido un progreso a lo largo de los años, evidenciada en la mayor autonomía alcanzada por las personas, realidad muy distinta a la que vivían los(as) ciudadanos(as) del siglo XVIII ya que eran gobernados por un rey o la Iglesia Católica.
A partir del siglo XIX, comienzan a dejar de ser heterónomos –gobernados por otros– volviéndose capaces de decidir respecto de su vida. “La autonomía es una forma de progreso moral, cuyo reconocimiento hay que mantenerlo, cuidarlo e implementarlo”. Precisamente, la autonomía se pone a prueba en la actualidad en nuestro país al discutirse a nivel parlamentario y social temas condicionados no solo por la moral sino que también por la política.
“En ese sentido, lo que hay juego con el aborto va más allá del aborto, la discusión tiene que ver con la igualdad de las mujeres en el trabajo y su capacidad para operar en la sociedad determinada por la crianza de los hijos. Por tanto, el tema del aborto –de alguna manera– tiene que ver con la familia y con el rol de la mujer en la sociedad”, comenta Vivanco. Si por el contrario, carecen de control sobre su propio cuerpo y el embarazo no deseado es obligatorio, entonces la autonomía de las mujeres se restringe y ejercicio como ciudadanas se limita al rol de madres.
¿Evolución moral?
En comparación a otras sociedades occidentales, Chile se encuentra con un retraso moral de 40 años, ya que en Estados Unidos el tema del aborto fue resuelto en 1973, mientras que en países escandinavos de Europa se zanjó a fines de los 60. El divorcio en su momento también enfrentó numerosas trabas antes de ser aprobado: “Ya existía en buena parte del mundo excepto en Chile. Del mismo modo, en casi todo el mundo se puede practicar el aborto por alguna causal, menos en países como Malta, el Estado Vaticano y Chile. Incluso en los países musulmanes, el aborto es aceptado por alguna causal”, apela.
Las posturas más conservadoras del Parlamento abogan por un aborto prohibido bajo cualquier circunstancia. Al respecto, Manuel Vivanco precisa que la inexistencia de legislación en este tipo de temas demuestra una carente maduración social. De hecho, “la mayoría de los(as) ciudadanos(as) está de acuerdo con que una persona inconsciente, y que lo estará a causa de un daño cerebral, sea desconectada. Incluso, la Iglesia Católica concuerda en que en casos de esa naturaleza no haya tratamientos agresivos en alguien que sufre un coma profundo y permanecerá así el resto de su vida”.
“Desde mi perspectiva, en ambos casos –aborto y eutanasia– la sociedad está moralmente autorizada para que las mujeres que así lo desean no continúen con el embarazo ni tampoco con una agonía intolerable. El trasfondo está en el respeto y soberanía de las personas. Yo no abogo por aborto a todo evento, más bien distingo entre aborto temprano posible y válido y aborto tardío o prohibido, una línea de demarcación presente en todos los países que legislan sobre esta materia”; sentencia.
Drogadicción como actividad, no como enfermedad
Otro tema abordado por el investigador en el libro es la drogadicción, poniendo en duda que se trate de una enfermedad. “Discuto que el consumo compulsivo de una droga sea una enfermedad del cuerpo, puesto que no hay una señal física de la enfermedad”, afirma. Tampoco se trata de una patología mental, porque el consumo compulsivo es una actividad que un individuo desarrolla para acceder a las drogas prohibidas. Las enfermedades son involuntarias, mientras que el consumo compulsivo es voluntario.
Es una acción que lleva a cabo una persona con uso de razón, coordinadamente y lógicamente para obtener un determinado fin. En este escenario, “es de sentido común y preferible que la sociedad, considerando que el negocio de todas maneras existirá, el Estado o la nación tome en sus manos el negocio de las drogas, quitándoselo a los narcotraficantes”, apela el académico.
Derecho al matrimonio igualitario
Las perspectivas más retrógradas o conservadoras levantan la idea de que “el mundo se derrumbará si se aprueban medidas contrarias a sus perspectivas culturales y paternalistas, tal es el caso del ya mencionado divorcio; se oponían a él, se y el mundo no se desplomó. En este sentido, el matrimonio igualitario está dentro de las tendencias propias de la modernidad de las sociedades plurales, laicas como la nuestra; es un proceso inevitable”, señala.
Antiguamente, estaba prohibido que personas de distinta raza, clase social o credo religioso contrajeran matrimonio. Dichas restricciones que ahora carecen de sentido fueron derruidas, lo mismo ocurrirá con el matrimonio igualitario dado que el amor no tiene sesgo de ningún tipo.
“Por eso, es obvio y cosa de tiempo, que la despenalización del aborto, la permisión del matrimonio igualitario, otra política distinta a la guerra contra las drogas y la aceptación de las personas que deciden terminar antes con su vida lo puedan hacer. Esos cuatro temas desarrollados en distintos momentos a lo largo del tiempo son parte inevitable del futuro del Chile del siglo XXI”, comenta Vivanco. No obstante, una de las razones que impiden un mayor progreso moral radica en la elite política chilena, particularmente la derecha que ha sido extremadamente conservadora, más que la derecha española, francesa, alemana o noruega.
La sociedad actual no es agrícola, ni tampoco industrial sino que es una sociedad interconectada y globalizada donde se impondrá en el futuro la aceptación de distintas opciones de vida, porque la estructura social está avalando que se generen perspectivas diversas de diseño sobre lo que es una vida buena y sana. “La globalización impone tolerancia, desprejuicio y valores ligados a la aceptación del otro; la globalización impone pluralidad”, comenta.