Nicolás Fernández, presidente de la Fedep: “Eyzaguirre tiene la capacidad, lo que le falta es la voluntad”
¿A qué atribuyes el descenso sostenido que tuvo el apoyo a Bachelet y al Gobierno durante 2014?
Hay que ir más atrás. Un factor que influyó mucho en que llegara al gobierno la Nueva Mayoría fue la cooptación de las demandas de los movimientos sociales. Ahí tenemos que hacer un mea culpa porque nosotros a quienes tenemos que escuchar es a la familia chilena, que es la que creyó que la Nueva Mayoría recogería las demandas que venían desde el campo popular. Ahora, después de un año, se vio que las promesas no se fueron cumpliendo y que este gobierno dejó de ser el de transición desde lo que venía de antes a algo nuevo. La reforma tributaria no tiene nada que ver con lo que se estaba esperando y la reforma educacional no satisface lo que está planteando el movimiento estudiantil. La forma de interpretar esto por parte de la ciudadanía es que hay una clase política hoy día que no está satisfaciendo las expectativas.
Pero según las encuestas hay un rechazo mayoritario a las reformas ¿Cómo lo interpretas?
Más allá de estas reformas, lo que quiere la gente es que los movimientos sociales se sientan respaldados por las reformas que se lleven a cabo. Cuando realmente satisfagan las demandas, creo que en ese momento la familia chilena va a confiar. La interpretación que se ha hecho es un uso de la derecha para apropiarse de ese malestar nuestro, de los que no somos parte de la derecha, hacia las reformas que está levantando la Nueva Mayoría.
¿Dónde cabe aquí la autocrítica del movimiento estudiantil?
El año pasado nos tocó plantearnos de una forma que nunca antes habíamos vivido. Hasta entonces estuvimos en la tarea de exigir, exigir y exigir, pero ahí se nos abrió un espacio de proponer. Eso ha marcado un punto de inflexión, no solo nuestro sino de los movimientos sociales, de pasar de actuar reactivamente a consolidarnos como un actor de relevancia, de reflexión. No estábamos del todo preparados y ahí radica la autocrítica, pero logramos estar en condiciones de exigir que la reforma la hagamos entre todos, no cupularmente.
Otra particularidad es la presencia en el Gobierno o en su periferia de actores importantes del Movimiento Estudiantil, como las Juventudes Comunistas y Revolución Democrática. ¿Cómo ha influido esta situación, para usar las palabras de Karol Cariola, de estar con un pie en el gobierno y otro en la calle?
Hemos insistido mucho en que dentro de la CONFECH se aprecie la diversidad del mejor modo posible, incluso respecto a (Ricardo) Sande. Felicitamos que haya distintas miradas, siempre teniendo en cuenta las relaciones de mayoría y minoría y el respeto por los acuerdos que se tomen. Por otro lado, en un momento se quiso personificar al movimiento estudiantil en sus caras visibles que llegaron al parlamento, incluso construyendo esta idea de "bancada estudiantil", pero hoy está más claro que ellos están fuera, si bien en algunas demandas estamos de acuerdo.
Los sectores que te mencionaba controlan federaciones…
Son pocas, alrededor de cinco. Por lo tanto eso de que exista un pie en el gobierno y un pie en el movimiento estudiantil hoy, en la práctica, no se da.
Antes controlaban muchas más ¿crees que ha habido un voto de castigo de los estudiantes o es propio del desgaste de dirigir federaciones?
Son ambas. Por un lado se entiende que hoy la Nueva Mayoría no está satisfaciendo claramente al movimiento estudiantil, entonces yo creo que ha sido un voto de castigo. Y por otro lado, las dirigencias que han tenido las juventudes de la Nueva Mayoría en general han sido muy jerárquicas y han respondido mucho más a intereses de partido que a donde tienen que responder, que son sus bases y la plenaria.
¿Y en el caso de ustedes? El llamado “bloque de conducción” de UNE, los estudiantes libertarios e Izquierda Autónoma es de data reciente ¿qué es lo que lo hace posible, más allá de la necesidad de hegemonía en el movimiento?
Con la UNE habíamos tenido muchas relaciones. Lo más problemático fue con la Izquierda Autónoma, porque teníamos diagnósticos distintos y ellos un acercamiento más academicista, mientras nosotros teníamos una lógica más práctica. Pero la coyuntura nos dio a todos una conciencia de que no podemos estar solos, cuando la Juventud Comunista se va hacia un lado y también hay cierto sector de la izquierda más radical. Ese contexto nos hizo ver las similitudes entre las tres organizaciones, que creo son notables en términos de diagnóstico. Hoy las tres tenemos la capacidad de hacer un análisis reflexivo sobre la coyuntura nacional y bajadas prácticas muy similares, por ejemplo para entender que no se puede estar dentro y fuera del gobierno al mismo tiempo. Y, a su vez, entendemos la rearticulación de los movimientos sociales desde la diversidad.
Las universidades privadas
Durante los últimos años se ha afianzado el acercamiento entre federaciones de universidades públicas y privadas. Por otra parte, este año se ha debatido el rol de unas y otras en el sistema ¿cómo lo ves tú desde la presidencia de una federación de universidad privada?
Nosotros estamos en la CONFECH alrededor de hace ya tres años y nos hemos dado cuenta de que esa diferencia es más institucional que práctica. Los estudiantes de las universidades tradicionales han entendido muy bien lo que somos los de las privadas, porque los problemas tienen que ver con algunas instituciones, no con los estudiantes. El dialogo ha sido bastante fructífero.
Pero reducir la labor de ustedes a los estudiantes es quedarse en lo reivindicativo. El debate es hoy institucional, sobre el rol que jugarán las universidades privadas en el sistema ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Al representar a los estudiantes tenemos que velar porque ellos reciban la mejor educación, lo que no está obligatoriamente vinculado con la suerte que puedan correr las instituciones. Cuando se habla de hacia dónde tiene que ir la reforma, nosotros vamos a velar porque los estudiantes tengan la oportunidad real de acceder a una educación universitaria pública, no como pasa hoy con las universidades tradicionales que, por las características del sistema y del país, son absolutamente selectivas.
Hoy tenemos casos como la Universidad del Mar, Arcis y Pedro de Valdivia ¿universidades como éstas deberían seguir existiendo?
Hay dos temas. Uno es definir cuáles universidades van a ser privadas y cuáles va a ser públicas para la reforma, y el otro es el modo de acreditación, ya que en este último plano lo único que hace el sistema es ver cuál es tú misión y si la estás cumpliendo. Por eso sucede que se acreditan universidades como Santo Tomás que no tiene siquiera investigación.
Hay quienes ven con sospechas este fenómeno, porque la purga de algunas universidades privadas favorece la concentración de otras, como la UDP…
Lo que nosotros pretendemos es que las universidades privadas puedan tener un rol público. Hay universidades, como la Diego Portales, que en varios aspectos se asimilan a lo que puede ser una universidad pública, pero hay otras que no, entonces si no se cumple con ese rol creo que no tienen que existir, más allá de que sean grandes o chicas. Aquí no estamos hablando de una empresa o de un local de barrio, sino de educación superior.
¿Bajo qué circunstancias es posible que una universidad privada cumpla un rol público?
No es la propiedad, sino cómo se construye proyecto universitario. Con calidad y participación ya se están cumpliendo dos requisitos fundamentales.
Bachelet
A propósito de tu pololeo con una hija de la presidenta Bachelet ¿Es compatible una relación de afectos con tu rol, teniendo en cuenta que ella es la contraparte política del movimiento estudiantil?
En la práctica no me ha influido en nada y pasa, como en todos los grupos, que hay que apreciar la diversidad de opiniones. También hay que entender que yo no pololeo con la Presidenta, sino con la Sofía (Henríquez).
¿Pero cómo lo resuelves políticamente? Los afectos condicionan y nadie quiere que a los seres queridos les vaya mal…
Por un lado hay que tener altura de miras y por el otro reconocer que tenemos diferencias sobre cómo construir la sociedad. Tampoco he tenido mayores roces en mi rol de dirigente, porque pertenezco a un grupo de organizaciones que no va simplemente con consignas, sino que tenemos un proyecto de sociedad distinto al de la Nueva Mayoría.
Tienes una convivencia cotidiana con ella ¿te permites darle tus apreciaciones sobre los temas que hemos conversado en esta entrevista?
No, nunca, y ella conmigo tampoco. Primero porque ella es muy ocupada y yo también, entonces no nos vemos muy seguido. Y segundo por una necesidad de separar aguas, o sea, cuando yo estoy en su casa y la veo es mi suegra, no la presidenta de Chile. Creo que es lo más sano, por el hecho que ése no es un espacio institucional y además existen los conductos regulares para plantear estas cosas. Si fuera necesario es porque algo está fallando en esos espacios institucionales.
¿Debe irse el ministro Eyzaguirre?
No. No es que no quiera que se vaya, sino que creo que eso no resuelve el problema, que es que la clase política no está dejando avanzar al movimiento estudiantil en sus aspiraciones. Quien llegue va a hacer la misma pega, aunque con Eyzaguirre ya tenemos un dialogo de un año y lo conocemos en ciertos aspectos.
¿Sigues creyendo que él tiene la capacidad de conducir la reforma hacia un lugar que a ustedes les parezca satisfactorio?
Sí, pero mientras tenga voluntad. Yo creo que tiene la capacidad, lo que le falta es la voluntad.
Pero entonces habría que cambiarlo…
Es que políticamente su voluntad no es solo su voluntad, sino la de un gobierno y una clase política. Nosotros estamos peleando para que ese gobierno y esa clase política realmente hagan los cambios demandados.