Cinco razones para decir No más PSU
1-. No tiene capacidad predictiva
Lo confirmó el informe Pearsons en 2013. No sirve como instrumento que ayude a predecir ni en largo, ni el mediano ni el corto plazo el rendimiento de los estudiantes que ingresan al sistema de educación superior.
¿La razón? “La PSU no captura todas las aptitudes (o habilidades) para que le vaya bien en la educación superior”. El categórico dictamen del informe, encargado a la consultora especializada para determinar las falencias del test, afirmó en base a entrevistas de profesores universitarios que la prueba no mide factores como motivación y otras cualidades importantes. Además, aunque no hubo cifras, la percepción de los profesores fue que hay estudiantes que no les va bien en las pruebas PSU pero pueden continuar y ser exitosos en la universidad.
2-. Refleja dinero del bolsillo
En opinión del experto educacional, Jesús Redondo, “la PSU tiene un sesgo de clase”. En una entrevista que otorgó a este medio en diciembre del año pasado, Redondo afirmó que “el problema de la PSU fundamentalmente es que, por las características que tiene, correlaciona con el origen social, con la cultura familiar y adicionalmente con el tipo de colegio en el que ha estado y el tipo de entrenamiento que ha tenido para la prueba, y eso le da un sesgo de clase socioeconómico que distorsiona el sentido que tiene una prueba de selección universitaria”.
Redondo, además de director del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, es director del Observatorio Chileno de Políticas Educativas. El académico e investigador afirma que con el pretexto de seleccionar a los mejores, “en realidad lo que está ocultando es que las mejores plazas universitarias se le están dando a los alumnos que provienen de los lugares económicamente más altos y con familias de nivel sociocultural más desarrollado”.
[caption id="attachment_9367" align="alignleft" width="232"] Mensaje de protesta en polera de estudiante que logró puntaje nacional.[/caption]
3-. Consolida la desigualdad
Durante el año pasado, más de 232 mil estudiantes rindieron la PSU. Del total, 220 alumnos lograron obtener puntaje nacional en alguna de las pruebas. La cifra fue menor a la de 2012, donde hubo 96 puntajes máximos.
De los mejores evaluados, el 66,4% provenía de colegios particulares pagados, y sólo 34 había egresado de colegios municipales.
Además, el 63% de los puntajes máximos provenían de Santiago. La contracara la viven las regiones. Por ejemplo, el promedio en Arica y Parinacota durante 2013 alcanzaba los 471 puntos. Y mientras la Décima Región marcó un promedio de 500 puntos, en la octava ningún alumno proveniente de la educación municipal logró el puntaje máximo. Por su parte, en la región de Magallenes, el 46% del total de estudiantes que rindió la PSU no alcanzó a superar el puntaje mínimo de 475 puntos.
4-. Tiene sesgo de género
Entre las distintas variables que explican el rendimiento de los estudiantes, se encuentra el género de por medio. Esto principalmente se grafica en el tipo de preguntas y sus formulaciones, además por el tipo de ejemplos que se utilizan.
“Es sabido que las pruebas estandarizadas tienden a tener cierto sesgo de género, por el tipo de preguntas y ejemplos que se ponen en las pruebas”, explicó Redondo.
El mencionado Informe Pearsons también lo advirtió en 2013. “Además de las diferencias de puntajes debido a los tipos de institución educativa y modalidad curricular, el género, el status socioeconómico (SES) y la región en la cual el estudiante residía moderaba significativamente la tendencia de los puntajes de la PSU”, indicó categóricamente.
5-. Sus resultados no son equivalentes entre un año y otro
Cuando un estudiante rinde la PSU un año, puede utilizar el resultado hasta dos años consecutivos en distintos procesos de selección. Sin embargo, otro de los aspectos que identificó el Informe Pearsons es que no existe equivalencia entre los test aplicados en distintos años, pues las preguntas y sus dificultades varían notoriamente.
Por este motivo, el estudio afirmó que “la falta de puntajes equiparados socava la habilidad de desarrollar evaluaciones que son justas para los examinados. La ecuanimidad podría estar en riesgo cuando los estudiantes que rinden la prueba de la PSU en el año 1 tienen ventajas con respecto a aquellos que rindieron otra prueba de la PSU en un año a continuación. Para que una evaluación sea considerada justa, los puntajes de las pruebas no deberían depender de la forma de prueba en particular rendida”, afirmó el estudio.