Mireya Baltra, Ministra del Trabajo de Salvador Allende: "Quedé con la sensación de que hicimos poco"
Ella se presenta como mujer de 82 años, casada hace 61 con el mismo hombre, Reinaldo Morales Peters. Él era de profesión joyero, y yo vendía diarios en el quiosco de Matías Cousiño con Moneda, dice Mireya. “Tenemos cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Todos son profesionales. Tengo diez nietos y nietas, y cuatro bisnietos. A los 73 años, estudié sociología”, agrega a modo de presentación. Mireya Baltra Moreno fue ministra del trabajo durante el gobierno de la Unidad Popular, la primera mujer –“en la historia de este país”, acota– en ocupar este cargo.
Mireya, ¿qué significó para Chile, además de para usted, ser la primera mujer ministra del Trabajo?
Fíjate que no lo tomé así como primera mujer; a esto le vine a tomar el peso hace poco. Yo fui dirigente de la CUT, así que alguna cercanía había ahí. Para mí constituyó una gran experiencia, porque siempre conocí gente más inteligente que yo. Aprendí con David Silberman, un compañero hoy detenido desaparecido. Mireya, me decía, tienes que vincular productividad con remuneración. Me tocó trabajar en las comisiones tripartitas, trabajadores, empresarios y gobierno. Y como el gobierno era de la clase obrera, de los trabajadores, éramos dos contra uno. Ganamos harto. Convenios que se firmaron en el país con los trabajadores plásticos, con los textiles. Hay un librito que encontré hace un tiempo, por ahí perdido, del tratamiento que se hizo con los textiles, como una especie de negociación colectiva. Fue interesante.
Creamos la previsión para el milenio, se incorporó a los pescadores, a los del transporte, es decir, a una gama bien variada de gente que no tenía previsión. Nosotros, los suplementeros, no teníamos previsión. Quedé con la sensación de que hicimos poco. Que pudimos haber hecho más. Nosotros habíamos elegido la vía pacífica, no violenta, que es lo que corresponde, pienso yo, incluso en estos tiempos. Que fue bien poco pacífica porque teníamos huelgas y paros. A pesar de eso, nosotros incentivábamos a que se pronunciaran los trabajadores, que se tomaran las calles. Decíamos nosotros, en ese tiempo: quién se toma las calles, se toma la iniciativa. No sé si fue verdad o no fue verdad, pero yo creo que sí. No nos gustaba la masa inmóvil o callada. Fue una extraordinaria experiencia. Finalmente logramos vincular las remuneraciones al salario, hicimos un gran trabajo en ese aspecto, y también incentivamos la sindicalización. Allende fue categórico: se legaliza el movimiento sindical. Nos dio plazo, incluso.
Al mirar los 43 años que distan desde la UP hasta hoy, la parte más emocionante que viví con Allende fue cuando el Congreso Pleno aprobó la ley que nacionalizó el cobre. Me acuerdo de que le regalé a Fidel Castro la hoja donde se anotan los votos. Fue por unanimidad. Emocionante, muy emocionante, porque estábamos recuperando la riqueza que no estaba en nuestras manos. Nadie votó en contra.
“Hoy también tenemos que hacer un cambio, incluso de lenguaje. Estamos ad portas. Noto en el pueblo, en la masa, en la juventud, mayor consistencia, mayor firmeza, mayor sentido de clase, en los discursos, especialmente en la juventud. Y pienso que a la juventud hay que abrirle todas las puertas y ventanas por donde ellos quepan, para que el relevo de clases, el relevo a los trabajadores se haga con oportunidad. Es una tarea histórica inmensa, que los partidos políticos, por supuesto, deben comprender”.
Estábamos llevando a cabo una hazaña que no supimos entender suficientemente
¿Qué significó la Unidad Popular como proyecto de constitución de nación, en recuperación de soberanía, de construcción de lo popular, del avance democratizador? ¿Cómo lo ves tú a los 40 o 43 años?
Creo que fue la inauguración, por llamarlo así, de una época nueva, en que la palabra que más me calza es soberanía, soberanía popular. Ser dueño de nuestras riquezas, cambiar la mentalidad capitalista… porque, ¡éramos gobierno! Éramos gobierno y responsables del desarrollo de la economía, que por supuesto, no podía ser capitalista. Pero no teníamos todo el Estado, Allende lo repetía siempre: no teníamos la Contraloría a favor nuestro ni tampoco la Justicia. Ganar el gobierno no es ganar el poder, el poder como tal. Tú tienes que ganar la Cámara de Diputados, de Senadores, tienes que ganarte todo el aparato capitalista burocrático. Se gana el poder y no se gana todo el poder.
Estaban los trabajadores, la parte movilizada, la parte activa. Pero no es tan fácil; en los hechos es difícil. ¿Cómo defiende el gobierno revolucionario lo que conquista? Es bueno volver al uso de esa palabra. Allende fue un revolucionario y un antiimperialista toda su vida. Y bueno, cuando se es revolucionario tienes que saber defender el gobierno. Nosotros teníamos que habernos preparado para cambiar de una vía pacífica a una vía más bullente, porque lo más grande que conquistamos fue el gobierno popular. Esa es la conquista más grande que ha tenido el pueblo chileno, es la experiencia más rica que ha vivido el pueblo chileno. Estábamos llevando a cabo una hazaña que no supimos entender, yo digo, suficientemente.
No fuimos capaces nosotros de hacer un abordaje más profundo a los problemas de la mujer en aquella época.
¿Qué destacaría, especialmente en materia de trabajo, que se haya hecho durante la Unidad Popular, respecto a las mujeres? ¿Qué preocupación había al respecto?
Yo tengo que ser franca: poca, poca, no suficiente. Allende hizo un discurso en Valparaíso, para un 8 de marzo, y mira que lo vine a leer muchos años después, y no me gustó. Muy general, muy emocional y poco sustantivo. Ya había grupos de mujeres, fundamentalmente las feministas, que estudiaban y que tenían claro ya entonces problemas como el aborto y el fuero maternal, y las trabajadoras a cada rato quedaban embarazadas. No fuimos capaces nosotros de hacer un abordaje más profundo a los problemas de la mujer en aquella época, hay que mirar las cosas tal como fueron. Había grupos de mujeres progresistas que pensaban, mujeres que tenían iniciativa en el sentido de los derechos de la mujer, que no solamente votar y elegir senadores y diputados. Éramos muy dadas a celebrar cosas, digamos los 8 de marzo, pero no hicimos nada combativo. Habría que darle otra mirada a ese 8 de marzo.
Hoy también tenemos que hacer un cambio, incluso de lenguaje. Estamos ad portas. Noto en el pueblo, en la masa, en la juventud, mayor consistencia, mayor firmeza, mayor sentido de clase, en los discursos, especialmente en la juventud. Y pienso que a la juventud hay que abrirle todas las puertas y ventanas por donde ellos quepan, para que el relevo de clases, el relevo a los trabajadores se haga con oportunidad. Es una tarea histórica inmensa, que los partidos políticos, por supuesto, deben comprender.
Tienen que abrirse las puertas para que entren nuevas mujeres. No es justo que haya tan poca mujeres en el Parlamento. Tenemos que saber pelear, hacer visible nuestra decisión de cambio. Muchas más mujeres deben ser diputadas, senadoras, concejales, alcaldesas. Hay que promover sin miedo a las mujeres y a la juventud, con audacia, sabiendo que van a responder. Yo no sé por qué, será una creencia mía, pero pienso que la juventud es más democrática que nosotros, los más viejos. Es más audaz, es la audacia política de no temer hacer cambios fuertes. La juventud, las mujeres, la clase obrera. Yo creo que con ese triángulo quedamos bien. Juventud, mujeres, clase obrera. Aportamos sangre nueva, pensamientos nuevos, imaginación. Los partidos, realmente, no creo que estén a la altura de este momento. Y nosotros estamos en deuda con la revolución. El Partido Comunista, la izquierda chilena, está en deuda con la revolución. Hay países de América Latina que la han hecho. Nosotros tenemos que hacerla y pagar esa deuda. Pero tenemos que hacerla no de palabras sino educando, haciendo vivir experiencia a estos grupos grandes juveniles. Hacerlos más audaces, que manejen todas las vías.
El proceso revolucionario que encabezó el presidente Allende está inconcluso
En ese sentido, ¿dirías que el legado de la Unidad Popular sigue vigente como proceso transformador?
Yo pienso que sí. Pero hay que darle continuidad a través de los hombres y mujeres que estamos ahora aquí. Nosotros la vivimos, sentimos, acariciamos, pero quizás no hicimos todo lo que teníamos que hacer. El proceso revolucionario que encabezó el Presidente Allende está inconcluso. Tenemos que agarrarlo de los pelos y traerlo. Y hablar de eso a la juventud. La juventud no conoce en que consistió el proceso de la Unidad Popular. Y qué lindo nombre: Unidad Popular.
Mireya, ¿porque se planteó estudiar a los 73 años?
Me encanta estudiar. Lamentablemente, me dio un accidente vascular y quedé con un ojo más o menos y no puedo leer, pero escucho. Leía mucho antes, conozco todos los autores latinoamericanos. Se me afinó el oído y se me afinó el olfato. Sigo manteniendo, yo diría, la misma curiosidad por conocer más, saber más, almacenar más. Tengo las mismas inquietudes que cuando tenía 18 años. Amo la vida, me gusta el baile. Escucho la música y me pongo a bailar donde sea. Me encanta conocer y estar con gente, conversar con ella. Soy militante comunista hace 58 años, y no me han dado ninguna medalla todavía los comunistas. ¡Qué me han de dar! Qué rara son las medallas, y que raros se ven aquellos que se cuelgan todas las medallas.