La hidroeléctrica Angostura y el desastre del Biobío
En la década del ’60 la Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima (ENDESA), que por ese entonces pertenecía al Estado, encargó diversos estudios sobre el potencial hídrico del río Biobío, tras lo cual se concluyó que la cuenca podría soportar seis centrales hidroeléctricas. Hoy 8 de julio, alrededor de cincuenta años después, fue inaugurada la central Angostura, la tercera en este valle.
Durante el peak en su etapa de construcción, la central empleó a 4.500 trabajadores, siendo el 64 por ciento de la región y el 34 por ciento de las comunas afectadas. Sin embargo, a pesar de que el proyecto favoreció la economía local durante su puesta en marcha, el precio de la energía en la zona continúa siendo uno de los más caros del país.
El vecino más caro del país
En la comuna de Alto Biobío existe un alto porcentaje de población Pehuenche y es una de las comunas más pobres del país. El 65 por ciento de su población están por debajo de la línea de la pobreza y pese a estar al lado de las centrales hidroeléctricas de Ralco y Pangue, sus habitantes pagan $ 150 el kilowatt (kW), casi el doble que en Concepción y un 67 por ciento más cara que en Santiago.
La central Angostura estará ubicada en las comunas de Santa Bárbara y Quilaco, próximas a Alto Biobío y que comparten el mismo mal. Pagan uno de los precios más caros de en energía en Chile. Pero ¿Cómo es posible que tres comunas vecinas, que producen cerca del 30 por ciento de la energía de todo el país tengan esta realidad?
La respuesta está en la ley de tarifas eléctricas, la que se fija principalmente en base a los costos que asumen las distribuidoras para suministrar la energía. Es decir, sobre la base de las inversiones que realiza la empresa para entregar la energía a los clientes. Por este motivo, existe una gran variación geográfica.
La principal empresa que suministra el servicio de distribución en la zona es Frontel, quien ya ha sido sancionada por facturar cuentas de luz sin tomar el estado de los medidores.
La legislación vigente faculta a las empresas para estimar hasta dos períodos consecutivos la cuenta de la luz, sin embargo Frontel llegó a estimar en algunos casos por sobre cinco períodos consecutivos, abultando las cuentas además, con un cálculo excesivo sobre el consumo del límite de invierno.
En el caso de Alto Biobío esta situación terminó por endeudar a las familias. Según un reportaje emitido por TVN, la mayoría de los habitantes de esa comuna vive actualmente sin luz y se registran deudas por hasta $ 800 mil.
Según expuso en el mismo reportaje el alcalde de Santa Bárbara, uno de los problemas que habría que solucionar para esta problemática se refiere a los impuestos. La legislación actual no obliga a las empresas de electricidad a tributar en la comuna donde generan la energía, por lo que muchas veces los fondos no van en directo beneficio de la comuna.
La central Angostura
La Central pretende generar un aporte al Sistema Interconectado Central (SIC) de 316 megawatt (MW), aunque todo depende de la cantidad de agua que pueda acumular el embalse. Actualmente la región del Biobío posee una capacidad instalada de 2.762 MW en hidroelectricidad, sin embargo durante el mes de marzo de este año sólo se generaron 750 MW, debido a la escasez hídrica que afectó la zona.
La central Angostura inundó 641 hectáreas, captando las aguas desde los ríos Biobío y Huequecura en las comunas de Santa Bárbara y Quilaco, región del Biobío. Las obras se iniciaron el 2010 y finalizaron el 2013, sumando una inversión total del proyecto de 715 millones de dólares.
El llenado del embalse significó el traslado de 126 personas, algunas de las cuales ya habían sido relocalizadas durante la construcción de la central Pangue en 1996, y estando la mayor parte de ellas bajo la línea de la pobreza.
La central Angostura, perteneciente a la empresa Colbún que controla el grupo económico Matte, se convertirá en la última en su tipo en entrar en operación en los próximos cinco años, sector donde parecen competir con más fuerza las centrales hidroeléctricas de paso.
Costos marginales el gran problema
Los costos marginales son uno de los principales indicadores del mercado eléctrico. De hecho, según la Comisión Nacional de Energía (CNE), el precio de la electricidad se hace a través del promedio de los costos marginales durante un período determinado.
Actualmente, debido a la ley de tarificación eléctrica, el costo marginal de la energía se calcula en base al precio más caro de la energía que en ese momento abastece el sistema. Para el caso de Chile estas suelen ser las centrales de ciclo combinado a diesel, que por lo demás son una de las más contaminantes.
Si bien los defensores de las mega hidroeléctricas argumentan que ese tipo de energía es más barata por lo que va en beneficio de los clientes, la relación no es del todo directa.
El costo marginal se define como el costo asociado a producir un kW extra de energía. Sin embargo, el costo marginal “real” de las centrales hidroeléctricas es cero, ya que ellas no pueden “comprar más agua” para producir más, a diferencia de una central térmica, la que puede generar más a través de una mayor cantidad de insumos.
Pero, aun cuando existe esta realidad las generadoras hidroeléctricas terminan vendiendo la energía al precio más caro de ese momento. Esto pasa porque si una empresa paga más por el costo marginal, cobra más por esa energía, haciendo más elevadas las cuentas de la luz. Por este motivo, la única forma de evitar esto es terminar definitivamente con el aporte de las termoeléctricas al sistema.
La radiografía de lo malo
La delimitación por los costos marginales, la falta de una regulación que obligue a las empresas a tributar donde generan y la regulación que permite estimar las cuentas de la luz, son ejes clave en una política energética que hoy no posee elementos redistributivos reales.
Los problemas sociales aquejan a cientos de familias de las comunas descritas, donde además de pagar por los costos ambientales producto de estos megaproyectos, deben lidiar con un panorama económico desfavorable. Sólo en Alto Biobío el desempleo alcanza el 90 por ciento, mientras que la tasa de suicidios triplica la media nacional.
La realidad de las comunas de Santa Bárbara, Quilaco y Alto Biobío es una radiografía de lo mal que estamos como país en términos sociales y energéticos, donde una política económica liberal y la falta de organismos regulatorios del Estado están haciendo que paguemos la energía más cara de Latinoamérica y una de las más caras del mundo.
Bajo este panorama se hace muy difícil por parte de grupos sociales luchar por una energía limpia y evitar la construcción de mega proyectos energéticos. Finalmente, el mercado energético chileno es muy muy tentador.