La historia del Club de Fútbol que se organizó para abastecer cinco cerros de Valparaíso
José Hidalgo mira de reojo hacia el suelo, sus ojos se nublan en la nostalgia y se muerde el labio guardando silencio. Observa a su alrededor y contempla orgulloso el centro de acopio, que junto a su hijo Eduardo, han levantado en la sede del Club Deportivo Juventud El Pajonal. La pena hoy pasó, ahora la esperanza es la que mueve a esta familia que perdió su casa en el incendio que destruyó al sector más popular de Valparaíso, ahí donde los colores del Wanderers se toman los postes de la ciudad y José con una sonrisa lanza: “Estoy feliz de haber nacido acá, estoy seguro que saldremos adelante”.
La sede del club se ubica en la calle El Pajonal del cerro Merced, de ahí proviene su particular nombre. Se define como una institución wanderina y en su honor adoptó los colores verde y blanco que lleva en su insignia. De su cantera salieron dos jugadores emblemáticos del Wanderers, el “Huachipato” Orellana y su hermano, el “Calado” Orellana. Es uno de los clubes de fútbol tradicionales de Valparaíso, hombres de todas las edades defienden su camiseta, y su sede, que cuenta con una multicancha techada, sirve de local para dos juntas de vecinos, además de ser el lugar donde se desarrollan todas las actividades benéficas de la población. Juventud El Pajonal, es el núcleo del cerro.
La pasión por el fútbol ha llevado a este club a atravesar fronteras. José Hidalgo, lleva 47 años en la institución y la preside hace 35, fue un conocido trabajador de la basura y hoy trabaja en la dirección de limpieza de la Municipalidad de Valparaíso. Hace cinco años, mediante un contacto que tiene en la Intendencia consiguió generar encuentros deportivos con el Club Los Amigos del fútbol de Mendoza, a quiénes cada año reciben en el cerro Merced y a su vez visitan en Argentina.
Fue justamente allá, durante su última gira donde pilló el incendio a José. “Vimos en la tele lo de la tragedia. Nuestros amigos nos contuvieron, no querían que viajáramos de inmediato por nuestra seguridad, pero luego nos acompañaron hasta acá y pronto nos visitará una comitiva con ayuda”, comenta el presidente del Juventud El Pajonal.
Cuando los Hidalgo llegaron a Valparaíso todo era un desastre, pero son hombres que saben salir adelante. Para el terremoto del 85 se les cayó la sede del club y ya se les había quemado la casa en otro incendio que golpeó a los cerros de Valparaíso. Ambas construcciones las volvieron a levantar. Luego del primer impacto, José y su hijo Eduardo se sacaron la tristeza y comenzaron a gestionar ayuda para las zonas afectadas convirtiendo a la sede del club en un centro de acopio que abastece a los cerros Merced, El Vergel, Las Cañas, El Litre y La Cruz. “Yo estoy con la gente no más, tirando para arriba, porque vamos a salir adelante, estoy seguro”, arenga emocionado José.
Desde la sede entregan almuerzo a las víctimas y a los voluntarios, que son en su mayoría estudiantes de las universidades de la región, tienen un centro de atención de salud con médicos del Hospital Dr. Gustavo Fricke y de la Clínica Reñaca, levantaron operativos de ayuda a animales con estudiantes de veterinaria, además de ofrecer contención psicológica a los afectados por el siniestro.
Toda la ayuda que entrega es a través de voluntarios. Eduardo Hidalgo centraliza toda la organización del lugar y comenta que “la gente ha llegado en masa, la comida que entregamos, las frutas y las verduras llegaron en camiones desde la feria de Lo Valledor y la Vega Central de Santiago. Hasta vino un amigo con un carro de sopaipillas y repartió 700 en el cerro”.
El centro de acopio ha tenido problemas con el Gobierno, que lo ha intentado cerrar por falta de condiciones de sanidad, lo que ha generado tensiones con los pobladores que alegan gestionar mejor la ayuda dado el conocimiento que tienen de los cerros. Eduardo consiguió que le enviaran las medidas que debía cumplir y un fiscalizador, logrando reabrir la sede para la ayuda. “Es grande el grado de satisfacción, todo es ayuda de voluntarios, no queremos demostrar que no nos han ayudado. Nosotros somos del mismo cerro, el Gobierno ha ayudado en la parte logística mientras se ordenan”, afirma Eduardo.
Padre e hijo hablan con humildad mientras observan a un grupo de 15 voluntarios llenos de polvo y con sus rostros negros por los escombros carbonizados que han removido durante todo el día, José se llena de orgullo ante la escena y cierra: “La gente del cerro se identifica con el club, es divino que el club no se haya quemado, apelo a eso, a que la gente se identifique con la ayuda que nosotros realizamos, queremos hacer más grande la institución y ayudar a avanzar a Valparaíso.