¿Qué pasa con UNASUR?
La silla que supieron ocupar personalidades como el ex presidente argentino Néstor Kirchner o el venezolano Alí Rodriguez Araque, fiel compañero de Hugo Chávez, está acéfala hace meses. ¿Por qué aún no se ha elegido un Secretario General de la Unión de Naciones Sudamericanas para el 2014? ¿Qué implicancias tiene esta ausencia en la vida cotidiana del organismo?
Durante la cumbre de Surinam donde este país asumió la presidencia pro témpore de UNASUR, en agosto del año pasado, surgió una gran inquietud entre los Jefes de Estado y cancilleres presentes: que iba a suceder con la Secretaría General del organismo, lugar que, desde el nacimiento de este ha implicado gran visibilidad continental, e importantes desafíos. Dos propuestas, desde lugares ideológicamente opuestos, se hicieron en aquel cónclave: Perú -con el apoyo de los países de la Alianza del Pacífico- y Bolivia -con el visto bueno de los países del ALBA- acercaron nombres para ocupar la silla. Sin embargo, y precisamente por no lograr consenso, ambas opciones fueron descartadas.
Hoy, más de cinco meses después, la situación sigue siendo similar. ¿Qué cambió? En el medio apareció la propuesta del senador y ex vicecanciller uruguayo Roberto Conde, que cuenta con el apoyo de Ecuador tras recomendación del propio Rafael Correa. Sin embargo, aún no se sabe si Argentina y Brasil acompañarán esta propuesta, interesante en cuanto a trayectoria y “especialidad”, pero posiblemente insuficiente en términos de peso político, si comparamos con las designaciones de Kirchner o Alí Rodríguez.
No es casual que Ecuador sea del grupo de los “apurados” a la hora de darle forma a la Secretaría General. Es Quito la sede elegida para el funcionamiento cotidiano del organismo, con la construcción del moderno edificio Néstor Kirchner -valuado en unos 35 millones de dólares, con 20 mil metros cuadrados, y una inauguración planificada para junio de este año- . Y ha sido Rafael Correa una de las voces que, en los últimos tiempos, ha advertido de cierto “amesetamiento” de la integración continental, sobre todo a raíz de la rápida conformación del bloque conservador regional de la Alianza del Pacífico, compuesto por México, Colombia, Perú y Chile, todos países que cuentan con Tratados de Libre Comercio con EE.UU.
¿Podrán Brasil o Argentina presentar una candidatura propia a fin de destrabar esta situación de acefalía? El nombre de Marco Aurelio García, consejero “estrella” en relaciones internacionales de Brasilia, siempre ronda en estos espacios. Tiene impronta, peso propio, y conoce la integración continental de primera mano. Ha sido protagonista de los cambios producidos en la última década, acompañando primero a Lula y luego a Dilma. El argentino Rafael Follonier, asesor de Kirchner durante su período al frente de UNASUR, también tuvo adherentes en este tiempo. Sabe cuál es el trabajo a desarrollar en Quito, más allá de que su nivel de conocimiento público sea menor que el de García -y que Argentina ya haya estado a cargo de la Secretaría General, dato no menor en la apuesta a una “rotatividad” de países en el cargo-.
UNASUR fue importante en momentos determinantes de los últimos años en América Latina. En 2008, con una rápida reunión en Santiago de Chile, ayudó a disipar los intentos de desestabilización que sufría Evo Morales en Bolivia. Hizo lo propio en 2010, cuando Rafael Correa enfrentó un intento de golpe de Estado, y en 2012 en Paraguay, donde rechazó enfáticamente la caída del gobierno de Lugo -a pesar de no poder lograr el objetivo de que este retorne al Palacio López, sede del Ejecutivo. Una veloz resolución del nombre -y el país- que ocupará la Secretaría General del organismo será clave para avanzar en una integración regional más autónoma, que pueda hacer frente a los diversos intentos de “restauración conservadora” que hay en marcha en América Latina.