Claudio Bertoni: Fotografiar (con) el cuerpo

Claudio Bertoni: Fotografiar (con) el cuerpo

Por: El Desconcierto | 14.01.2014

Bertoni 4Tus fotos de mujeres en la calle (como las de tu libro Chilenas) tienen el común denominador de haber sido tomadas desde la altura de la cintura, que es desde donde enfocas la cámara para, pasando piola, capturar a esas mujeres que te han atraído. ¿Por qué en las fotos de Desnudos –hechas en privado, en sesiones holgadas, como puede apreciarse, en la casa– se da también a veces esa perspectiva? ¿Es un gesto que te quedó?

–Aunque estos desnudos son anteriores a las fotos tomadas en la calle, sí, es un gesto que me quedó. An¬tes le decía a una mujer: “no te muevas, quédate ahí”, haciendo una toma y después otra y luego seguía con el visor buscando más desnudos. Ahora tomo desnudos sin verla, mientras se desviste o mientras se mueve antes de sentarse o tenderse, para luego mirarla otra vez por el visor y decirle “haz tal o cual cosa, quédate como estás o haz lo que quieras”.

¿Qué piensas de estas fotos hoy, cómo las ves; cómo te ves en ellas?

–Las veo, en su mayoría, demasiado “estéticas”, “formales”, “bien compuestas”. Porque yo tenía exclusi¬vamente ese ojo cuando las hice. Por eso prefiero las últimas, más desordenadas y casuales. ¿Y cómo me veo yo en ellas? Como un adorador del Yoni, supongo. Hay un poemita mío que dice: “Es una herida que no se cura: / haber salido de una”.

¿Qué piensan las protagonistas?

–Unas fotos les gustaron mucho, otras menos, y así. Estas les gustaron (o no les disgustaron). Por eso están aquí.

¿Por qué solamente aparecen mujeres flacas?

–Una es muy flaca. Otra es flaquita. Y la tercera es normal (creo yo). Fueron mis novias, pololas, mujeres, amantes, compañeras. Hay dos mujeres (seis o siete desnudos) que no fueron mis novias ni flacas. También hay un par de lindísimos desnudos que no pude mostrar (más de un par en realidad).

La foto de página 53, en parte por esos brazos y manos caídas, lánguidas, y por la flacura que en esa posición se extrema, y por el camarote deshecho en segundo plano, produce cierto efecto perturbador, como si la privacidad o intimidad ejerciera alguna violencia al aparecérsele en toda su inmediatez al espectador –algo como lo que pasa con tu poema “Mi madre y yo”–.

–Lo que yo vi fue su cuerpo y las manos lacias e hice click (con una Nikon análoga). Eso fue todo. Después miré y me gustó que se viera todo ese “desorden” atrás. Ya me estaban cansando las fotos demasiado ordenadas.

Bertoni 3¿Qué piensas de los pelos? Mientras las iconografías porno contemporáneas procuran eliminar la pilosidad o la reducen al mínimo (los rebajes, que en todo caso bien pueden ser una manera de destacarla), las artísticas tienden a resaltarla, como es tu caso. Alan Pauls, a propósito de cómo Nabokov y Cronenberg sucumbieron a las axilas peludas, escribió: “Ven una axila sin depilar como una especie de boceto del sexo”.

–Me gustan las mujeres peludas. Y las súper afeitadas también. Todo depende. No se puede generalizar, si no se quiere mentir. No sabía que la iconografía artística había privilegiado la mencionada peludez. “Hierba fragante” y “musgo”, así le dicen los chinos al vello púbico. Y algo muy bonito: una mujer sin vello púbico es un “lobo blanco”. Y una axila velluda es sin duda un sexo.

¿qué diferencia?
–Siempre me ha impresionado esa pintura de Courbet. Por lo evidente, contemporánea y literalmente cara de raja que es. También por cuándo fue pintada. La fotografía de la página 34 de este libro me hace mucho daño porque ya no es mía. Y son iguales. La concha es como Dios y no cambia.

¿Consideras que estas fotos tienen humor? Pienso por ejemplo en la foto de la página 23, esa mitad de mujer encaramada dentro de un clóset.
–Hay un par de fotos que tienen humor. Esa con un pubis con pelitos estilo pájaro loco y la otra en que sale una mujer con la pierna encima de la tele mientras desde la pantalla el capitán no sé cuánto la está mirando sexo a cara. En la del clóset no hay humor (consciente al menos), estaba todo a foco, medio fragmentado, con bonito color, y me gustó.

Bertoni 2¿Lo que haya dicho alguien sobre la fotografía te ha interpretado en tu ejercicio? ¿O qué te interesa o gusta de la fotografía como arte?
–No he leído nada que haya influido mi fotografía. Mirar fotografías ha influido mis fotografías. Sobre todo las urbanas y de mujeres en la calle. Tengo claritos a los fotógrafos, casi todos norteamericanos, que me han influido. El desnudo es distinto. A finales de los años sesenta vi unos desnudos de Bill Brandt que se quedaron, para bien o para mal, conmigo para siempre, creo. Man Ray un poco, pero ahora veo mis desnudos y me gustan más que los suyos (lo mismo me pasa con muchos otros fotógrafos de desnudos). Me gustan mucho los des¬nudos que Emmet Gowin ha hecho de su mujer, Edith, durante toda una vida. Y me gusta lo que dijo en una entrevista hablando de su fotografía Daido Moriyama: “Mi aproximación es muy simple, no hay arte, disparo al azar. La mayoría de mis snapshots los tomo desde un auto en movimiento o mientras corro, sin mirar, y en esos casos uno podría decir que estoy tomando las fotos más con mi cuerpo que con mis ojos”. También dijo: “Si uno piensa demasiado en la composición, se pierde la frescura del momento”. Todo esto es coincidencia porque yo hacía fotografías como las que menciona él antes de leer su entrevista. Y algo más que dijo Moriyama: “El fin de la fotografía no es la creación de una obra de arte bidimensional, sino que foto tras foto, acercarse a la verdad y realidad en la intersección de la fragmentaria naturaleza del mundo y mi propia y personal percepción del Tiempo. Distinguir la fotografía subjetiva de la objetiva es un disparate”. Me gustan las fotografías que hablan más del fotógrafo que de la fotografía. Y con respecto a la palabrita “arte” pienso, como Georges Braque, que lo único que cuenta es lo que no se puede decir.

Bertoni 1¿Qué tres fotógrafos te gustan o gustaría haber sido?
–Daido Moriyama, Henry Wessel Jr., William Eggleston.

¿Y algún chileno, o latinoamericano, que te guste?
–Conozco poco; y de los que conozco, nadie.

¿Ni siquiera Sergio Larraín?
–No profeso el culto de Larraín. Aquí lo han endiosado porque estuvo en Magnum, lo que es una ridiculez. Lo que más me gusta de él es que se haya ido a Ovalle a publicar y distribuir gratuitamente unos libritos blancos (tengo varios) en los que aconseja llevar una vida limpia, despierta y sana. Hay dos fotografías suyas que vi hace veinte, quizá treinta años, en una antología de fotografía chilena publicada por J. L. Granese, que me gustan mucho. En una aparece una mariposa nocturna estacionada junto a una ampolleta y nada más. La otra (mi preferida) es una camita evidentemente infantil con una frazada blanca estirada encima, más un juguete que a lo mejor ni siquiera es un juguete. Está junto a una ventana y la luz es pura felicidad. Son fotografías tomadas mucho después (supongo) de sus famosas de Valparaíso, tan bien compuestas, y las demás de Magnum.

¿Qué tipo de fotografía te carga?
–La fotografía de celebridades y de acontecimientos excepcionales, tremebundos, escandalosos. Los desnudos de modelos exquisitas híper producidas, sexys y aburridas. Sobre todo y por razones absolutamente distintas, no tolero las fotografías de niños sufriendo (las considero “invisibles”). Fotografías de carne y sangre en general. (Sin embargo es necesaria e indispensable la minuciosa memoria visual del dolor y la tortura fi-siológica, mental y emocional).

¿Por qué consideras “invisibles” las fotos de niños sufriendo? ¿En el sentido de insoportables?

–Por supuesto. Es la insoportable contemplación de un horror inaceptable.

¿Te has hecho/haces autorretratos?
–Siempre, en los espejos de los baños públicos y de mi propio baño y en los ascensores con espejos y en las vitrinas por ahí.

¿Y por qué siempre ante un reflejo?
–Porque no me veo en ninguna otra parte.

¿Qué revela un lunar?
–Es la mujer que más he querido en mi vida. Y la más hermosa.