Macha y el Bloque Depresivo: música para picarla finita
[caption id="attachment_9427" align="alignleft" width="300"] Foto: Claudio López[/caption]
“100% lúcidos”, reza una de las pocas imágenes que la banda ha distribuido en los tickets de entrada a sus conciertos y los escasos afiches que los han publicitado. Al nombre de la banda, “Macha y el Bloque Depresivo” lo acompaña también el dibujo de una navaja de afeitar que evoca y hace un guiño directo a la cultura popular cortavenas. Esa que nunca muere.
Vals, boleros y sufridas canciones son el componente principal de una banda que nació sin grandes pretensiones y se ha mantenido a la sombra de dos grandes proyectos de culto de la música nacional: La Floripondio y Chico Trujillo, ambas con Aldo “Macha” Asenjo como denominador común.
Sus nostálgicas canciones, mezcla de boleros recuperados desde el puerto de Valparaíso o el Perú, más la interpretación dramática de grandes temas de la banda y alguno que otro cover nacional, han construido un repertorio consolidado y seguido con fervor por su cada vez más creciente público. Todo esto sin publicidad, lejos de los grandes escenarios y la máquina de la industria chilena, que hoy ha convertido a bandas e intérpretes desconocidos en rostros de marcas de ropa.
Mientras en Chico Trujillo, la cumbia del Macha es capaz de hacer bailar –o saltar- hasta a los más tímidos, en Bloque Depresivo, Aldo Asenjo viste lentes oscuros y gesticula a viva voz las sufridas letras, contagiando al público de tristeza y resentimiento de malos amores. Al final, en sus presentaciones, es común ver a los asistentes gritando hacia el escenario y con un puño en alto las terribles canciones del repertorio.
Músicos de Inti Illimani Histórico, La Isla de la Fantasía, La Chilombiana y otros dan vida a una potente banda que abre un nuevo camino para la música joven, hasta el momento distanciada del profundo legado del vals y los boleros. El Bloque Depresivo ha logrado posicionarse como un plato fuerte alternativo a la alegría cumbiera, instalándose como un espectáculo masoquista y placentero de gran categoría.
Hasta ahora, pequeños y humildes lugares han sido los escenarios dispuestos para el show del Macha y compañía. En octubre, en el Sindicato Social y Cultural instalado en Barrio Yungay y hace unos días, en el caluroso Teatro Cariola, con sus butacas cayéndose a pedazos y una entrada a cinco mil pesos.
El último viernes del año
El pasado viernes 27, cuando el termómetro superaba los 30º grados, un grupo de gente se reunía en las afueras de San Diego 246. El Bloque Depresivo había agendado un esperado concierto para las 21 horas y en las paredes del teatro, diversos carteles anunciaban el agotamiento de las entradas.
[caption id="attachment_9430" align="alignleft" width="300"] Foto: Claudio López[/caption]
La invitación se había difundido boca en boca y a través de unos afiches colgados al Facebook de la banda, donde los fanáticos consultan por tocatas en
alguna otra ciudad del país y reviven grandes momentos junto a los músicos. La lógica, por lo que dicen, es así: un concierto de Bloque es igual a muchos más en el futuro.
La hermana de Camila Vallejo, Javiera, y la actriz y compañera del Macha, Adela Secall, eran algunos de los rostros conocidos que deambulaban a esa hora por el teatro, que abrió el telón para presentar a Los Chalanes del Amor, un dúo mexicano que, al igual que Bloque, rescata viejas canciones del olvido para hacer cantar y bailar al ritmo de letras que, de una u otra forma, se conocen, que están en el inconsciente colectivo del desamor.
Pasadas las 22 horas, el telón del viejo teatro se abrió de nuevo para presentar al Macha y su nostálgica banda ya instalada para comenzar. Así, uno tras uno, fueron saliendo temas como El gran tirano, original de Jorge Farías – conocido como “El ruiseñor de los cerros de Valparaíso”-, Regresa, un viejo vals peruano escrito por Augusto Polo Campos, o la Pequeña Serenata Diurna de Silvio Rodríguez, cantada de principio a fin por la multitud del teatro.
La cita se extendió hasta pasado de las 12 en una sesión de culto que ni el calor sofocante del Cariola, ni los problemas de audio pudieron opacar. Un espectáculo donde el Macha fue el más aplaudido, especialmente por aquellos que ya habían disfrutado de su versatilidad musical al alero de La Floripondio y Chico y del vino o las cervezas que se vendieron a dos lucas en la entrada del teatro, iniciativa que también –y cómo no- acompañó Aldo Asenjo desde el escenario. El Macha, que aparte de ser celebrado musicalmente, tiene esa cercanía y experiencia fiestera que lo ha levantado a la categoría de ídolo querible, el mismo al que una vez, en la Usach, tuvieron que llamar por parlantes para que subiera al escenario y apareció entre la gente con una botella de pisco. Hechos que le han reportado el respeto único del público.
Al final, unas cumbias alegres para cerrar y la gente ya bebida, borracha de penas de amor. Una junta apta sólo para depresivos que disfruten de dolorosas sesiones musicales al filo de la navaja, el alcohol y el impecable rendimiento de uno de los grandes experimentos musicales del último tiempo. Citas que, seguro, se repetirán silenciosamente durante el 2014 en nuevos y viejos boliches.