Sofia Correa: "Si la derecha no logra defender sus intereses fundamentales podría optar por una solución de fuerza"
Por: El Desconcierto | 06.08.2013
Una vez leída, su obra Con las riendas del poder: La derecha en el siglo XX (2005) abre mayores niveles de comprensión sobre los móviles de este sector en la política chilena del presente. Recurrimos, entonces, a su mirada para interpretar las acciones de la UDI y RN, en estos tiempos simultáneos de elecciones presidenciales y aparente cambio de ciclo histórico. Por Patricio López- Fotografía David Montolio. Artículo de la Edición Nº12 de El Desconcierto/ Julio 2013 Hay quienes creen que la derecha que se consolida después de la dictadura es distinta a la que existió durante el siglo XX. ¿Qué se mantiene y qué cambia?
Si bien en mi libro establezco patrones de continuidad, planteando que lo estudiado tiene vigencia en la reflexión del presente, también hay cambios muy importantes puesto que la dictadura es un hecho histórico que duró muchos años y que nos cambió a todos. Las continuidades tienen relación con, primero, una derecha en el sistema institucional, jugando su destino en las elecciones. Segundo, sigue vigente una estructura con dos partidos, igual que antes, que tienen en algún punto características semejantes. La UDI, al igual que el Partido Conservador, es muy disciplinada y jerárquica, en cambio Renovación Nacional, tal como el Partido Liberal, es de caciques o de grupos que giran en torno a figuras de nivel nacional y regional. Por el lado de los cambios, hay una diferencia fundamental, en el sentido que antes el Partido Conservador era fundamentalmente el partido de la Iglesia Católica que actuaba políticamente a través de él, cuando la Falange Nacional era mínima, antes del auge del Partido Demócrata Cristiano. Eso cambia con Silva Henríquez y con el Concilio Vaticano II… Con esos dos factores y también con la política norteamericana y su Alianza para el Progreso. Luego la Iglesia Católica se divide en distintas corrientes políticas, una cosa inusual para la historia de Chile. Hay una facción vinculada al Partido Demócrata Cristiano, otra que se conecta a los sectores más derechistas que no tienen todavía una estructura partidista, como el Opus Dei y después los Legionarios de Cristo, pero que en cierto momento se insertan a través de figuras como Jaime Guzmán, quien representaría ese catolicismo de derecha paradigmáticamente. El pensamiento liberal nunca ha encontrado con comodidad y nitidez su lugar en el mundo. Ahora mismo hay autodenominados liberales en distintos lugares del espectro político. Allamand lo invocó muy fuertemente a principios de los noventa, luego lo olvidó y ahora lo retomó en la campaña ¿Dónde situarías a esta corriente? El liberalismo político se traducía en la existencia de un Partido Liberal con votación alta hasta principios de los 60. Luego se diluye o se sumerge en otras corrientes. Con la dictadura se complica mucho el panorama, porque obviamente quienes apoyan la dictadura no pueden ser liberales. Entonces ahí hay un problema muy serio porque la derecha actual participó o apoyó en diversos grados a la dictadura, lo que se nota hasta ahora cuando ninguno de los dos candidatos del sector quiso nombrarla como tal en el debate. No les salía la palabra… ¡Ni siquiera la palabra régimen! Por otra parte el liberalismo se contaminó con el neoliberalismo, que no es lo mismo, porque el liberalismo chileno, además de ser liberal en lo político y en lo económico, era mucho más político que económico. En ese sentido hoy día se hace muy difícil hablar de un liberalismo de derecha o incluso un liberalismo de centro, porque hay que despejar esas dos cosas, la dimensión política y la dimensión económica. Situemos a la derecha chilena en el contexto mundial. Cuando uno ve a grandes líderes de ese sector, como Angela Merkel o el José María Aznar del principio, ellos han tenido como interlocutores naturales en Chile a la Democracia Cristiana. Esto ha llevado a algunos a decir que la derecha chilena es muy de derecha ¿Cuál es tu análisis respecto a esa afirmación? Es que en Europa después de la Segunda Guerra Mundial la derecha es la Democracia Cristiana, que está aliada a Estados Unidos y es anticomunista. Acá nunca ha querido serlo, aunque tenga vínculos con la Democracia Cristiana europea. Si bien ha hecho alianzas con la derecha, como en la Unidad Popular, después buscó vincularse con la izquierda y en eso volvemos al gran tema de la dictadura: separa aguas. Hay, es cierto, una tensión con el Partido Comunista, pero que es más bien un anacronismo o una prolongación de la Guerra Fría en el presente. Por otra parte, las derechas chilenas no son extrema derecha en el sentido que están jugando su existencia en el sistema democrático liberal. Desde 1990 a la actualidad funciona dentro del sistema de partidos y se vincula en América Latina con la derecha de Macri, del gobierno de Colombia, del PAN mexicano, y no con la extrema derecha. Hay muchos matices en la derecha chilena. No es lo mismo José Antonio Kast que Lily Pérez, pero si nombráramos elementos identitarios del conjunto del sector. ¿Cuáles podríamos invocar? Es bueno señalar, antes, que el concepto de derecha está siempre en referencia al de izquierda y cambia con el tiempo. Dicho esto, ¿qué es lo que la cohesiona hoy? La historia reciente, lo mismo que a la Concertación, es decir, la dictadura. Por eso sus pre-candidatos no se permitieron decir nada crítico de ese periodo. ¿Y cuál sería la relación entre este peso biográfico con aspectos más propiamente ideológicos? Hay distancias que se han acortado desde la dictadura. Respecto al régimen económico no hay mucha diferencia entre derecha e izquierda institucional, por llamarla de algún modo. Ninguno de ellos está por echarlo por la borda. Un tema de diferencia puede ser el educacional, pero también eso tensiona en todos lados porque hay personas que están por defender el lucro en la Concertación y hay otras que están en contra en la derecha, como Arturo Fontaine. Quizás estamos en un momento histórico de redefiniciones, pero incipiente, por lo que por el momento la dictadura diferencia y aglutina los dos grupos políticos. La Concertación, ¿la otra derecha? Pablo Longueira dijo que el gran triunfo de su sector era que la Concertación había gobernado con sus ideas. ¿Cómo analizar este planteamiento? Algunos sostienen que el viejo rol de la derecha de defender a la élite ya no es necesario porque ese rol lo cumple el sistema político en su conjunto. Hay que decir que políticamente fue muy exitoso en eso Jaime Guzmán, en el sentido de que lo que a él le interesó es el rayado de cancha. Hay ciertos puntos neurálgicos que no permiten salirse de esas reglas, pero también es cierto que la Concertación no quiso hacerlo. Fue una manera de insertarse en un mundo que estaba en esa línea, con el proceso de Globalización en los noventa y la reinserción de nuestro país en la economía mundial. Hay que pensar también que la sombra de Pinochet se prolongó hasta su muerte y sólo declinó cuando lo tomaron preso en Europa. Todos le teníamos miedo y esas circunstancias influyen. Siguiendo ese argumento, si uno le pregunta a alguien de la Concertación si es diferente de la derecha… Te va a decir que sí. La pregunta en sí misma podría ser ofensiva, pero analicemos su premisa, a la luz de que crecientemente hay sectores que describen a la Concertación como “la otra derecha”. Yo he oído a los estudiantes de esta facultad (Derecho de la Universidad de Chile) decir que el Partido Comunista es de derecha. Ahí se pierde la perspectiva y los conceptos no sirven. Pero analizando, la Concertación fue una muy eficaz administradora del modelo, los ministros de Hacienda fueron un lujo, pero lo que estaban haciendo era sacarle más el jugo todavía a las posibilidades del régimen económico. Con todo, no se puede decir que la Concertación y la derecha son lo mismo, los debates que hemos visto en la pre-campaña demuestran que hay ciertos temas que no se cruzan, propuestas que no están en los candidatos de la Alianza y que sí están en los candidatos de la…cómo se llama ahora… Nueva Mayoría. Te lo preguntaba por la importancia que ha cobrado la demanda constitucional. Hay quienes ven similitudes entre este momento histórico y el previo a la Constitución de 1925. Tú decías en tu libro que todo el abanico político del siglo XIX se transformó en la derecha del siglo XX, ¿ves algún paralelo entre ambos periódos? Es difícil. La historia de repente tiene ciertas similitudes pero siempre es distinta. En los años 20 entran otros actores en el juego político, la izquierda con el Partido Comunista que se había creado en las salitreras y el Partido Socialista, que surge como un partido de masas. No veo las similitudes muy claras, a no ser que estuviéramos ante un cambio de época. ¿Y ante el nacimiento de un nuevo sector? Es muy probable que se baraje el naipe político si se logra terminar con el binominal, porque eso significa inicialmente una enorme cantidad de partidos que recogen las demandas, los anhelos, el pensamiento, los valores de todas las expresiones de la ciudadanía. Una cosa así sí nos puede pasar y eso significaría que pueden reformularse el centro, la derecha y la izquierda. La Democracia para la Derecha A propósito del peso que sigue teniendo la dictadura y de las movilizaciones, ¿cuán profundas son las convicciones democráticas de la derecha? En esta campaña, los candidatos volvieron a explicar (y a justificar, quizás) el golpe por el contexto de agitación. Históricamente los militares no solamente están asociados a la derecha. Hay una vertiente militar de cercanía con la izquierda que de alguna manera se puede apreciar en el período de la Unidad Popular. Dicho esto, si la derecha logra que sobrevivan sus intereses fundamentales y resguardar a los sectores sociales que representa, incluso haciendo muchas concesiones como a mediados del siglo XX, se mantendrá fiel a las reglas del sistema político. Pero es cierto que si no lo logra, puede volcarse a una solución de fuerza, que no es necesariamente un golpe de Estado, pero sí algún tipo de un gobierno autoritario. Respecto a los sectores a los que representa, la derecha requiere ser pluriclasista para existir en el sistema político, no tiene suficientes votos entre los sectores más ricos, por eso apela a ciertas estructuras psicológicas transversales. ¿Como la necesidad de orden? Puede ser. Este país valora el orden, probablemente más que la libertad. Mayorías y minorías en tiempos de cambio La necesidad de ser un partido más mayoritario llevó a la UDI a cambiar la mirada fundacional de Jaime Guzmán, de que fuera un partido minoritario pero bien definido ideológicamente. Ahora que los vientos son de cambio y soplan en contra, parece venir de vuelta, desde Lavín y Golborne a Longueira. ¿Cuál sería la mirada estratégica en ese tránsito? Longueira es mucho más cercano a Jaime Guzmán que Golborne. Pero no debe olvidarse que Jaime Guzmán era muy pragmático. Lo que tú dices es verdad, pero Guzmán también supo cambiar, desde una visión muy corporativista a asumir el neoliberalismo, porque entendió que el modelo de los Chicago Boys le permitía mantener lo esencial de su proyecto, aunque tuviera que botar otras cosas. Longueira tiene características semejantes, fue el gran negociador que tuvo al frente Lagos, por ejemplo. En esta vuelta, presumo que Longueira tuvo entre sus objetivos apoyar y ordenar a los candidatos parlamentarios de la UDI, porque temen una gran derrota y no pueden darse ese lujo, ya que están jugándose en el Congreso la defensa de su proyecto político. O sea que el rol de Longueira ha sido doble: candidato y salvador de la bancada. Claro, apelando a unos sectores medios, a lo que denominó el centro social. El llamado de Allamand fue al voto demócrata cristiano, en cambio Longueira llamó a un electorado menos politizado. El centro social popular sería algo así como la clase media baja, la que está endeudada, la que le permite a la UDI elegir alcaldes en zonas muy pobres. Y también a los pequeños empresarios, el dueño de un bus, un taxi o un pequeño comercio, que pueden estar disconformes con el desorden. Dices que la derecha históricamente ha hecho concesiones para salvar lo fundamental. Renovación Nacional, expresada en Allamand, se ha mostrado dispuesta a eso, pero en la UDI prima la intransigencia. Sí, pero creo que los dos partidos tienen elementos de cierre y de apertura, porque en Renovación Nacional también hay sectores muy duros. Pienso en Carlos Larraín, por ejemplo. En la UDI, en un determinado momento, Longueira puede ser un muy buen negociador como también Andrés Chadwick, pero hay otros que no transan nada. En todo caso, en conjunto la derecha tendría que entender que para salvar lo que les resulte esencial tienen que ceder y que la demanda por transformaciones profundas es tan fuerte que no se puede seguir sosteniendo esta cerrazón.