Estudio hecho en Maule revela niveles alarmantes de plaguicidas que afectan la vida humana
Un estudio realizado por académicas de la Universidad de Chile en la Región del Maule, reveló los peligros que ocasionan los plaguicidas en la salud pública.
Los resultados de la investigación a cargo de la académica María Teresa Muñoz, quien ha estudiado los efectos de los plaguicidas en la salud de niños y trabajadores agrícolas, revelaron que los plaguicidas como el clorpirifós, se relacionan con afecciones mentales, cogninitivas y reproductivas.
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En cuanto a la primera afección, lo que sucede es que "el uso de pesticidas como el clorpirifós afecta los mecanismos de los neurotransmisores, provocando síntomas depresivos y aumentando el riesgo de suicidio", explicó Muñoz.
En la Región del Maule, los pesticidas están presentes en el aire y en los alimentos, representando un peligro grave para los niños y niñas de 1 a 6 años.
Este problema fue expuesto ante la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados, en donde la investigadora expuso las consecuencias para la salud pública y medioambiental de los plaguicidas.
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Pero el problema va más allá, ya que, a pesar de las prohibiciones recientes, se siguen encontrando altos niveles de químicos en la población. Debido a esto, Muñoz hace un llamado a regular en esta materia de forma más estricta sobre plaguicidas y prácticas sustentables para proteger el medio ambiente y la salud pública.
"La evidencia obtenida muestra la necesidad de restringir el uso de plaguicidas como el metamidofos, metomilo y clorpirifós en la agricultura chilena", afirma la investigadora.
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Pero aún hay más, recientes estudios de Latinoamérica han revelado correlación entre la exposición a plaguicidas y efectos neuroconductuales, genotoxicidad, cáncer y problemas reproductivos.
Sobre el medio ambiente también tienen efecto, ya que "los ecosistemas naturales tienen mecanismos de autorregulación. La intervención humana desequilibra estos sistemas, aumentando la dependencia de los plaguicidas", explica Gabriela Lankin, del Departamento de Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.
Es por esto que, "la venta de plaguicidas debería estar mediada por expertos y restringida a personas capacitadas, similar a cómo se venden medicamentos peligrosos bajo receta", sugiere la investigadora.
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Como solución, además de regular estrictamente en la materia, se requiere promover "el uso de prácticas agrícolas sostenibles como la agroecología y el control biológico para reducir la dependencia de químicos tóxicos", enfatiza Muñoz.
Además agrega que, "es crucial implementar un monitoreo ambiental de plaguicidas y un biomonitoreo en poblaciones expuestas".
A lo anterior, se requiere mayor inversión en la fiscalización por parte del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y la educación de los agricultores sobre prácticas más seguras.
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Los plaguicidas cuya autorización ha caducado pueden seguir usándose hasta agotar existencias o hasta diciembre de 2024. “Desde el 31 de diciembre de 2024, el clorpirifós estará completamente prohibido en Chile", indica Lankin.
Ambos plaguicidas, junto con otros como el metamidofos y el metomilo, ya han visto prohibiciones previas en fabricación e importación, pero aún se permite su uso. Estas regulaciones graduales realzan la necesidad de una acción más rápida y efectiva.
"A pesar de la prohibición de ciertos plaguicidas peligrosos, como el azinfos metil y el paraquat, su uso continúa debido a permisos renovados. Es fundamental aplicar el principio precautorio y promover intervenciones basadas en el conocimiento local para buscar soluciones efectivas frente a los problemas ambientales", sentencia la profesora Muñoz al respecto.