Rena y Mampato: Elogio de una telepatía sureña para la espera
Ahora no es necesario que cierre los ojos para que de repente me llegue una imagen imprevista, justo cuando estaba tratando de concentrarme en escribir sobre la empatía y para eso había logrado abstraerme del flujo de urgencias chicas y grandes, de olimpiadas y noticiones y propaganda y festivales que me asaltan por las pantallas: la imagen de la Rena, esa púber que se salva en el dorado Chile futuro gracias a una mutación que le permite leer los pensamientos de los otros. La empatía es una palabra secreta, mutante, dice un globo de cómic que viene de esa imagen; una palabra casi tan arcana como la telepatía.
Me llega esa imagen desde la nada, ¿eres tú quien me la manda, en tu tenso relajo veraniego, en tu desesperación soleada ante lo que viene?
Se trata de la imagen de una viñeta dibujada por el Themo Lobos en el desenlace de su historieta Mampato en el siglo cuarenta. No deja de tener resonancias que haya sido publicada en una de las revistas de mayor circulación el año 1971 en Santiago y provincias, aun si fue en una revista de oposición pituca a la Unidad Popular. El problema de fondo en las obras de la época era cómo empatizar con todo tipo de personas cotidianamente cuando los dos proyectos colectivos en disputa –el capitalismo versus el socialismo– exigían rigidez social y disciplina emotiva sólo hacia los de tu propia clase.
Me llega esa imagen con su reflexión, con estos reflejos, ¿la estás proyectando en mi mente porque, en la dictadura burguesa que ha seguido por décadas al traumático triunfo del capitalismo el año '73, palabras como empatía o telepatía han sido reemplazadas por estrategia, emprendimiento, recursos humanos, capital cultural? ¿Me la envías porque en las obras de nuestra época el problema de fondo es la ruina de las relaciones cotidianas, la paranoia a todo nivel y lo que se aplaude como la estética del fracaso, pese a los chispazos comunitarios que rápidamente, cuando se detectan en la opinión pública, son infiltrados por el mercado para sembrar la cizaña en esa naciente colectividad?
Tengo en mente la imagen de la Rena que entra de improviso y con ropa nueva al dormitorio donde acaba de despertar Mampato, cuando en las viñetas anteriores los dos niños estaban muriéndose de sed en medio de su escapada por el mar del golfo de México, desde una violenta y rural Norteamérica post nuclear hacia una Sudamérica donde una misteriosa civilización parece esperarlos.
El pelo de la Rena es blanco en virtud de su carácter futurista, de su sabiduría feroz, sensible y cómplice ante la torpeza intrépida del machito Mampato, quien acaba de despertar de su inconsciencia, al momento que los lectores creíamos haberlos perdido irremediablemente. El pelo de la Rena es blanco y el de Mampato es colorín: no son personajes rubios ni morenos, no son chilenos en los términos que Chile insiste en clasificarse y odiarse. Son quimeras, cuerpos socialmente ilegibles o por lo menos socialmente inclusivos en su opacidad. La Rena está feliz porque el Mampato está vivo, sobre todo porque fueron rescatados por la cultura cúlmine, por una sociedad que ha resuelto una convivencia justa y un bienestar igualitario en la telepatía. La civilización de quienes dialogan entre sí sin palabras, calladamente, augura el Themo Lobos, es la última posible. Y está ubicada en los restos de Chile. La solución al problema de las relaciones humanas, sugería el Themo, tendría que resolver primero la deuda histórica de nuestra lengua española o inglesa en un lugar colonizado como lo es una república –es decir, en esta fantasía europeo-gringa montada sobre un territorio indígena arrasado. La empatía sin esta lengua que nos impusieron sucede en la imagen, en la música, en el baile; la empatía fuera de la ciudad letrada es en realidad telepatía, transmisión de sensaciones, viñetas de un antiguo presente posterior a la catástrofe nuclear.
Me llega esta imagen y proviene tanto del pasado como del futuro, a miles de kilómetros de distancia, ¿eres tú quien me la envía, al calor del final de tus vacaciones, en tu preocupación por el frío y el intento de destrucción de esta ciudad remota donde vivo?
¿Eres tú quien proyecta en mí la necesidad de una telepatía o es tu respuesta que imagino mientras lees esto? ¿Eres tú, en nuestra urgencia de que empaticemos por los próximos días laborales de Trump, de Temer, de Macri, de PPK y de Piñera? Empatía es lo que no tendrán esos gobernantes y sus secuaces religiosos capitalistas cuando corten planes de beneficio social, cuando intenten revertir el aborto, cuando encuentren nuevas maneras de perjudicar a indígenas, mujeres e inmigrantes, cuando radicalicen la precariedad de quienes trabajamos y redoblen sus AFPs, sus isapres y su cara educación excluyente.
Telepatía es lo que cultivaremos para ponernos de acuerdo en secreto y luego levantarnos en masa contra eso. Por ahora, envíame de una vez esa imagen tuya del futuro, que yo te respondo con una canción.