¿Autonomía?: A propósito de la visita de Beatriz Sánchez a Tolerancia Cero
“Otra cosa es con guitarra” dice un refrán popular. Y esa es la impresión que deja Beatriz Sánchez en la entrevista que le hicieron el 28 de mayo 2017 en “Tolerancia Cero” de CNN (Chile). Mientras Beatriz practica el soliloquio puede decir o hacer promesas de campaña que suenan bonitas, aunque no tengan contenido preciso. Total, para hablarle a convencidos no se requiere profundizar en nada. Ellos aplaudirán lo que venga (y eso vale para todos los candidatos).
Por ejemplo, el 5 de mayo 2017 dijo en el Wallmapu: “Creemos en la formación de un Estado plurinacional en donde se reconozca el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas” (El Desconcierto). Hasta yo, reputado insensible (porque los “indios” no son expresivos, son serios, no ríen… y hay que guardar las apariencias para encajar en el estereotipo), me emocioné. Al fin, me dije, las demandas políticas mapuche de autodeterminación, comenzaban a llegar a las discusiones TOP de la política: las campañas y los programas de gobierno (bueno eso si nos olvidamos de que Michelle Bachelet incorporó en su programa 2013, las autonomías… que pasó “piola”, y ni siquiera ha cumplido con algo menor como eso de un Ministerio Indígena que anunciaría en sus primeros 100 días de gobierno…). Pero después, volviendo a mi lado racional, corrí en busca de más detalles, que me permitieran profundizar y reconstruir en mi imaginario la visión de cómo se expresa eso. Y nada.
Por lo anterior, tenía la secreta esperanza de que en este encuentro con ella en Tolerancia Cero, saliera el tema de las demandas autonomistas o demandas políticas mapuche. Y así escuchar de ella -y a través de ella al FA-, iluminar los nuevos tiempos de una relación mapuche/Estado que hoy por hoy es asquerosa (y lo ha sido desde su génesis, cuando las elites chilenas mandaron los milicos a invadir el Wallmapu, apropiárselo para el Estado, y colocar a los “indios” en guetos reduccionales, generando la pobreza campesina de hoy, la diáspora mapuche a las ciudades y las luchas del presente). Y mi deseo se convirtió en realidad, cuando de la mano de un demonio de la izquierda –Villegas-, surgió la pregunta sobre las autonomías indígenas. El tipo le puso la pregunta sin medio, sin asco, con ajo.
Y ella…, y ella…, bueno… ella no supo que hacer… vaciló, se enredó, se perdió. Y los otros periodistas ni cortos ni perezosos saltaron sobre ella para darle estocadas finales. Viendo la herida por la que sangraba su debilidad, la llevaron al asunto del terrorismo. Y aunque ella resistió heroicamente calificar a los mapuche de terroristas (se agradece). El daño sobre lo anterior ya estaba hecho. Mientras miraba el programa chateaba con amigos, los que tuvieron la misma impresión mía, es decir, la vieron débil. Bueno, para ser honestos hubo también de esos otros, que la encontraron genial, y que demonizaron a Villegas y dijeron que no estuvo a la altura... Estoy seguro que esos benditos durmieron bien anoche. Yo no.
Beatriz, FA, ex NM y otros –con excepción de la derecha que solo quieren milicos en el Wallmapu- la cuestión no es tan compleja como para enredarse tanto. Las autonomías, en cualquier parte del mundo donde existen, corresponden a una forma estatal de vida política bajo el nivel gobierno central. Lo que algunos cientistas sociales llaman el sub-Estado, aunque a algunos les duela esta palabra (sub-Estado igual bajo el Estado). Y en consecuencia tiene la forma de un Estado en miniatura. Esto es, un gobierno autónomo elegido democráticamente (un gobernador –si ese es el nombre que se le quiera dar a esta figura- y su gabinete), una asamblea (o parlamento local o el nombre que se le quiera dar). Y un estatuto de autonomía a manera de una mini constitución o paquete de leyes que regulan la vida de las personas que viven en el territorio autónomo. Pero enfatizo esto, en asociación con lo último, autonomía es la capacidad de gobernarse por leyes propias (aunque en armonía con las leyes nacionales). No hay autonomía donde no hay capacidad para formular leyes o normas propias. Cualquier otra cosa que quiera ser presentada como autonomía, adórnesela con la parafernalia que quieran, no es más que chamullo (chanchullo), un cuento, un engaño (tomar como referente o principio la propuesta de la Comisión Descentralización).
Ahora, que a Villegas no le guste el asunto porque le parece el fin de su mundo domesticado, y de los beneficios que eso le conlleva en asociación a su nicho político, a mí maní. Las autonomías no están pensadas para satisfacer los estándares de vida política-democrática de Villegas, sino en este caso de pueblos-naciones excluidos, dominados, colonizados en tanto grupos humanos e individuos desde su incorporación (siglo XIX). La autonomía es la fórmula más potente de empoderar a estos grupos excluidos, aquí y en la quebrada del ají. Por eso existen casos de autonomía en todos los continentes. Particularmente en los países más progresistas e importantes del mundo. Las autonomías representan un avance en la democracia, pues involucra mayor participación de gente en las tareas de decidir sobre cuestiones que afectan su futuro y su localidad. Y un paso más en una descentralización verdadera del poder y no meramente funcional a mejorar el ejercicio del poder de las elites centrales (desconcentración).
El lugar desde donde pregunta Villegas, el Estado unitario centralista en peligro para él (Estado-nación en su ideología nacionalista), es la monarquía disfrazada de república democrática, como ya ha sido caracterizado desde el s.XIX. Por suerte alrededor del 45% de la población del planeta vive en Estados descentralizados, que van desde lo autonómico a lo federal. Los países más importantes y progresistas del mundo adhieren a esa forma. Mismos países a los que suelen viajar para sus vacaciones nuestras elites, a los que admiran, donde mandan sus hijos a estudiar, y los que les gustaría parecerse: la civilización (USA, UK, España, Italia, Dinamarca…). El Estado plurinacional es la negación de ese mundo domesticado de Villegas. La apertura a la co-existencia de varias naciones en un Estado. Un proceso de mejora de la calidad de la vida política-democrática y relaciones entre pueblos-naciones, para borrar ese pasado de oprobioso en que hoy los pueblos indígenas viven.
Nuestros políticos, más allá de si se llaman Beatriz o no (es decir todos: FA, NM, otros), siguen a la saga de lo que buscan los pueblos indígenas y los habitantes de las regiones, no solo para bien de ellos sino de la sociedad etatonacional en su conjunto. Sí, porque todos ganan con más democracia y con poder compartido (bueno, disculpen el entusiasmo, seguro que no esos de los sueldos reguleques, jubilaciones estratosféricas, inversiones SQM…). La paz social y política presente y futura depende mucho de ello. Invito a esa gente a ponerse las pilas, a no improvisar, a enterarse bien de los temas si quieren representan bien a sus electores, a ser serios.