Sename: El peso muerto de la historia

Sename: El peso muerto de la historia

Por: Francisca Quiroga | 31.12.2018
Yo tenía cinco años cuando mi mamá decidió abandonarme a mi y a mis hermanos y seis cuando mi papá se fue, sumidos en la pobreza y con una hermana mayor de recién 16 años, el estado decidió que lo mejor para nosotros era irnos a distintos hogares del sename en nuestra ciudad natal, esta instancia se prolongó un poco más de un año mientras mi abuela, con más amor que oportunidades, luchaba por recuperar nuestras custodias.

Uno de los lemas más marcados de la campaña de este gobierno fue “los niños primero”, que con los tiempos mejores la infancia sería prioridad. Pero somos nosotros los olvidados, los que fuimos abandonados, los que vivimos en el Sename y que luego de la violencia dentro de nuestras familias, el gobierno vuelve a violentarnos sistemáticamente dejándonos a nuestra suerte.

Yo tenía cinco años cuando mi mamá decidió abandonarme a mi y a mis hermanos y seis cuando mi papá se fue, sumidos en la pobreza y con una hermana mayor de recién 16 años, el estado decidió que lo mejor para nosotros era irnos a distintos hogares del sename en nuestra ciudad natal, esta instancia se prolongó un poco más de un año mientras mi abuela, con más amor que oportunidades, luchaba por recuperar nuestras custodias.

Llegamos a ese hogar, éramos 28 niñas, niños y adolescentes, la mayoría veníamos de situaciones de violencia, abandono y vulneración de derechos, nada de esto cambio en el hogar, nuestras infancias fueron vulneradas constantemente; aún cuando había funcionarias que eran la excepción, la mayoría no tenía paciencia con nosotras y nosotros (con justa razón, muchos niños con problemas, poco personal y con poca o nula preparación).

Jamás voy a olvidar los primeros meses, en que lloraba todas las noches pidiendo a mi mamá o a mi abuela, donde mi hermano tenía que calmarme hasta que me durmiera porque sino quienes nos cuidaban nos castigaban, a la fuerza lo aprendimos con las quemaduras de cigarro en piernas y brazos, que se ponía peor si me hacía pipí en la cama, muchas veces mi hermano fingió ser el culpable para que yo no fuera castigada. Quince años después aún tengo cicatrices físicas que me avergüenza mostrar en épocas de calor, como profundas cicatrices emocionales.

Nuestra sociedad entiende la infancia como una época de paso, muchas veces olvidando que es el cimiento de construcción de la personalidad y cómo nos desenvolveremos en el mundo, que las niñas y niños son sujetos de derecho y que es primordial su protección.

La realidad es compleja, somos jóvenes y niños que a temprana edad experimentamos el encierro, con vidas fracturadas muchas veces desde antes de nacer. No es muy difícil notar como estos mismos niños crecen creyendo no tener futuro, donde su bajo nivel educativo los llevan a delinquir, el miedo al encierro no existe y la necesidad es alta, no es casual que según datos de la fundación San Carlos de Maipo, 52% de las personas que hoy están privadas de libertad, pasaron su infancia o adolescencia en recintos del Sename, estatales o privados.

Necesitamos políticas públicas que pongan la infancia en el centro, porque ya no es posible que las muertes de niños en el sename sean catalogadas de “bajas administrativas”, que nos veamos constantemente expuestos a violencia, abusos y miedo. Es nuestro deber poner esta discusión en el centro, con propuestas claras que permitan dar luces para resolver esta realidad.

Las políticas sobre burocráticas en materia de infancia y la falta de voluntad política en esta materia nos están costando vidas. Es deber del estado primero, resguardar los derechos de infancia, Segundo, esclarecer quiénes son culpables históricos de los males de esta institución y tercero, hacer un cambio estructural de esta misma.

Ya pasado el contexto eleccionario, donde varios candidatos presidenciales se dedicaron a mediatizar con este tema, sin cuestionar el problema de fondo, hoy la miopía política a regresado más fuerte que antes.

La protección de la infancia no puede relegarse al ministerio de Justicia si lo que queremos es protegerles como sujetos de derecho y considerarles entes centrales para cualquier proyecto país a futuro, necesitamos un proyecto integral.

La nueva política de Infancia 2015–2025 considera el diálogo de múltiples actores sociales y propone generar transformaciones importantes orientadas a un sistema de garantías de derechos.

No obstante, nada de ello es posible si no se hace una profunda transformación en sus componentes político, institucional y normativo. El aumento y mejor distribución de los recursos así como la organización de una institucionalidad transversal, que considere la participación de la ciudadanía en el seguimiento de la política de infancia y la imperante necesidad de invertir por un lado en capacitación de quienes estarán al cuidado de estos menores u por otro lado en infraestructura adecuadas, debieran ser los puntos a debatir.

No queremos más Lisette, no queremos ser más daños colaterales, nos merecemos estar en el centro.

Yo tuve una segunda oportunidad, mi abuela me salvó, mi papá volvió y con mis hermanos salimos de ahí. Tuvimos amor, una familia, la posibilidad de educarnos y dedicar nuestra vida a trabajar para y con estos niños, niñas y adolescentes. Todos los niños deberían tener esta oportunidad.