Conflicto Nicaragua: Principal sede estudiantil de Managua queda bajo control de los paramilitares
Los paramilitares nicaragüenses mantienen la toma de las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN – Managua), tras el ataque que perpetraron el viernes contra los estudiantes que estaban atrincherados en el recinto. El ataque de hace tres días, que duró 18 horas, dejó a dos estudiantes muertos y varios heridos. Los jóvenes se encerraron en el recinto educacional como protesta contra las autoridades y para exigir el rotorno de la autonomía universitaria. Luego de ser desalojados a balazos de la Universidad, más de 150 estudiantes se desplazaron hasta una iglesia en Managua, la parroquia Divina Misericordia, ubicada en el suroeste de la capital, donde permanecieron atrincherados desde el viernes.
Jóvenes atrincherados en la Unan-Managua informan que los paramilitares han logrado ingresar al recinto y que hay cerca de cien personas refugiadas en la iglesia de la Divina Misericordia, zona que ahora está bajo ataque @laprensa
— Roy Moncada (@moncadaroy) 14 de julio de 2018
Paramilitares que sacaron a los estudiantes el viernes de la Unan-Managua a punta de bala, tienen tomado el recinto y muestran sus armas en el portón 6. Como si fuera su casa abren y cierran portones para que salgan camionetas @laprensa pic.twitter.com/xWPsS0W1Mp
— Roy Moncada (@moncadaroy) 16 de julio de 2018
Los dos jóvenes asesinados murieron de disparos en la cabeza, uno de ellos dentro de la parroquia y el otro desangrado en una barricada. Una comitiva eclesiástica llegó para mediar a favor de la liberación de los estudiantes, que quedaron rodeados por las fuerzas oficiales desde el viernes a la noche, y evacuar a los heridos. Los alumnos fueron llevados a la Catedral Metropolitana de Managua, donde tenían previsto reunirse con representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El asedio a la iglesia marcó otra jornada violenta en la capital del país, inmerso en una crisis desde que el 18 de abril comenzaron las protestas contra un intento de reforma del sistema de seguridad social, que pronto se convirtió en un movimiento contra el gobierno de Daniel Ortega, a quien acusan de traicionar los principios de la revolución sandinista. El conflicto ha dejado más de 350 muertos y unos 2.000 heridos según organismos de derechos humanos independientes. El gobierno sólo reconoce 49 fallecidos.