La infancia ridiculizada: Critica a la imagen de los niños y niñas en la publicidad

La infancia ridiculizada: Critica a la imagen de los niños y niñas en la publicidad

Por: Viviana Soto Aranda | 06.03.2017
La imagen de niño y niña en los medios publicitarios se ha masificado desde hace mucho tiempo, ya naturalizada es su imagen en tiendas de moda, de alimentos, de salud, tecnología y en otras áreas posicionando a la infancia como un gran nicho potencial de consumo. En los medios su imagen todo para satisfacer las supuestas reales necesidades y el mejor regalo a los niños y niñas.

El inicio del año escolar, la familia se prepara en los estudios y responsabilidades; resulta ser un periodo importante de organización y preocupación por el bienestar de los hijos e hijas, pero también es el periodo de un sistema exacerbado y perverso de normas y estereotipos del buen niño y la buena niña. El mensaje publicitario, (marzo 2017) de una clínica privada para la atención en salud de los niños y niñas pareciera intencionar que los padres estén atentos a sus hijos “angelitos o diablitos”, los primeros se pueden entender que si se “portan” bien no lo llevarán a la clínica y a los segundos si se portan mal deberán necesariamente llevarlos para su atención.  

La imagen de niño y niña en los medios publicitarios se ha masificado desde hace mucho tiempo, ya naturalizada es su imagen en tiendas de moda, de alimentos, de salud, tecnología y en otras áreas posicionando a la infancia como un gran nicho potencial de consumo. En los medios su imagen todo para satisfacer las supuestas reales necesidades y el mejor regalo a los niños y niñas.  En época escolar, tanto uniformes y tareas inundan el mercado con la imagen de escolares y normados. La bienvenida al año escolar en la publicidad en cuestión pretende informar de la atención de salud de los niños aludiendo hacía la transformación a la que pueden caer sus hijos; de “angelitos a diablitos”, expresiones que además pretenden buscar  en el diminutivo la ternura hacia los potenciales clientes.

De esta forma parece que ridiculizar a los niños y las niñas no es una exageración si se trata de clientes (¿o sí?). Claro está que el mundo publicitario ha tenido un shopping de violencias y exclusiones hacia la infancia, en los que promueven tipos de conducta, nuevos valores que conllevan a confundir intereses en los niños y niñas. La infancia está cargada de una abundancia de estereotipos. Paradojalmente la sociedad, que a su vez se conmueve con hechos de violencia, es incapaz de reconocerla por completo y la naturaliza; este hecho es, en sí mismo una violencia.  La publicidad nos muestra unos nuevos niños pensados desde los adultos como grandes consumidores dejando en evidencia fragmentaciones valóricas. Por otro lado exacerbando la idea de ser “angelitos”, que podría ser tranquilo, ordenado y sin  tropiezos en su actuar, sin los riesgos de actividades de los niños horrorizando a su vez, sus maravillosa realidad de juegos y creatividad.

La contradicción en el trato con y hacia la infancia es latente, por un lado es posible encontrar el mensaje hacia el niño y niña por una educación respetuosa hacia ellos, por la promoción de conductas solidarias; pero por otro lado, se develan mensajes e imágenes que conducen a la desvalorización de su rol en la sociedad el cual impacta en el modo de comprenderlos.

La tarea por respetar a nuestros niños y niñas nos compete a todos, los ambientes educativos los hacemos todos.