A dos años del día en que detuvieron a Joane Florvil: Crónica de una muerte forzada

A dos años del día en que detuvieron a Joane Florvil: Crónica de una muerte forzada

Por: El Desconcierto | 30.08.2019
Las muertes de mujeres negras como Joane, Rebeka y Monise, son los casos más mediáticos, pero reflejan una realidad de la que son víctimas día a día cada una de las mujeres racializadas que habitan en Chile. Las muestras cotidianas de violencia racista son infinitamente diversas, y la posibilidad siempre latente de pagar con la propia vida el odio racista, es una realidad.

Hoy, 30 de agosto, se cumplen dos años desde la detención arbitraria de la joven haitiana Joane Florvil por orden del Quinto Juzgado de Garantía de Santiago. 30 días después, Joane murió en la Posta Central, por causas aún confusas.

Joane es la muestra más cruda y descarnada de cómo la violencia racista estructural, instaurada en la sociedad, puede impactar por medio de instituciones y policías sobre las vidas de las mujeres racializadas. En este 30 de agosto, que también es el Día Internacional de la Desaparición Forzada, decimos que la muerte de Joane fue forzada, y que se mantiene impune por el mismo Estado que se sostiene día a día sobre la falta de Justicia y Verdad.

En este Mes de Memorias de Rebeldías Feministas, conmemoramos la vida de Joane y visibilizamos a las mujeres negras.

Racismo, una estructura que condiciona vidas

La realidad de las comunidades negras a lo largo de américa latina y el caribe, se desarrolla en un contexto marcado por el empobrecimiento, la exclusión a los sistemas de educación, salud y derechos que debieran considerarse como básicos para vivir, realidad que continúa siendo un vestigio palpable de la esclavización. Es innegable que la estructura del racismo, cimentada hace 600 años sigue condicionando la vida de las personas negras hasta el día de hoy. La esclavización fue siempre servil al capitalismo y su herencia en el presente es la mayor prueba de eso.

El racismo, contrario a lo que se cree, no es sólo la mera discriminación hacia lo no-blanco, sino que ubica en el no-lugar a quienes quedamos fuera del delineado marco hegemónico, es decir, determina los espacios de poder y decisión en la sociedad; es una práctica que excluye, degrada y deshumaniza.

El racismo es una estructura que condiciona vidas. Un claro ejemplo de su funcionamiento es la vida y muerte de Joane. Una mujer negra empobrecida, que llegó a Chile buscando una oportunidad para su futuro y encontró una intempestiva muerte; pero antes incluso de que ella decidiera migrar, su fatal destino estaba marcado por el color de su piel, clase social y país de origen.

Las  mujeres migrantes negras están situadas en el último escalafón social del imaginario colectivo,  deben luchar aún más debido a la triple opresión, para lograr inclusive vivienda y trabajo en condiciones de dignidad mínimas. Deben soportar cotidianamente los comentarios libidinosos y fetichizados acerca de su sexualidad y corporalidad, y sobre todo demostrar hasta el cansancio el ser capaz de desempeñar otras funciones adicionales a los espacios  históricamente asignados de servidumbre, cuidado y cocina; adicionalmente si demandan sus derechos y dignidad, serán silenciadas, desacreditadas y sus denuncias ignoradas o minimizadas.

Cabe mencionar que el acceso precario de las mujeres racializadas al sistema de salud en Chile, está marcado por la discriminación lingüística, la violencia obstétrica, la deshumanización, la xenofobia y por supuesto el racismo, factores indispensables en la generación de temores, legítimamente infundados, de entrar con vida a un hospital y no salir nunca más. En ello se sitúan los casos de Rebecca Pierre y Monise Joseph.

Políticas migratorias racistas

Una clara forma de operar de la estructura racista y el impacto que genera sobre las vidas y comunidades de las mujeres migrantes negras, es el resultado del fallido proceso de regularización que impulsó el gobierno como respuesta a la petición de miles de personas migrantes de querer incorporarse de manera regular al país. El gobierno responde con expulsiones masivas a mujeres migrantes, madres de niñas y niños nacidos en chile, hijos de mujeres racializadas en su mayoría, a quienes se les niega la posibilidad de crecer en su territorio de nacimiento. Son expulsados junto a sus madres y padres tan sólo por ser hijos/as de inmigrantes.

Otra manifestación racista de las políticas de gobierno, fue el llamado “Plan de Retorno Humanitario” en donde se “retornó” a más de 1000 haitianos y haitianas. Quienes debían firmar el compromiso de no regresar al territorio chileno en nueve años. En ocasiones consentían sin comprender lo que firmaban, y además muchas personas relataban crudos testimonios de abuso y violación de DDHH vividos durante su residencia en Chile, historias de las cuales no se tiene registro alguno. Este tipo de medidas de expulsiones masivas sólo han sido aplicadas a la población racializada, ¿Es casual?

Ninguna persona migrante, querría deliberadamente estar en situación de irregularidad migratoria, esta condición acrecienta su vulnerabilidad laboral y sesga su acceso a vivir con mínimas condiciones de dignidad. Las actuales condiciones de irregularidad migratoria sólo le sirven al empresario, que aprovecha dicho contexto para pagar salarios más bajos y brindar condiciones laborales deplorables.

Las muertes de mujeres negras como Joane, Rebeka y Monise, son los casos más mediáticos, pero reflejan una realidad de la que son víctimas día a día cada una de las mujeres racializadas que habitan en Chile. Las muestras cotidianas de violencia racista son infinitamente diversas, y la posibilidad siempre latente de pagar con la propia vida el odio racista, es una realidad.

 

*Laboratorio Comunitario para Mujeres Negras y Afrodescendiemtes Negrocentricxs

Secretaría de Mujeres Inmigrantes Chile

Memorias de Rebeldías Feministas, Coordinadora Feminista 8M