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Carta a Pedro Lemebel: «La ciudad quedó sin ti, con ganas de ti»

Por: Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays | Publicado: 19.01.2019
Carta a Pedro Lemebel: «La ciudad quedó sin ti, con ganas de ti» Victor Hugo leyendo texto de Lemebel |
Hoy me gustaría volver a dialogar contigo en este contexto tan especial y tan dramático, cuando un nuevo gobierno de derecha regresa al poder en nuestro adolorido país. Sí Pedro, el mismo Piñera, el mismo Don Piñi, otra vez la misma canción, pero peor, el mismo “Piñera concha tu madre” (con respeto a su madre) como exclamaste en una de tus últimas presentaciones en la Feria Internacional del Libro de Santiago. Sí, el mismo Piñera, la misma derecha pinochetista pero recargada con más neoliberalismo, más mercantilismo, más alejada de las libertades políticas y sexuales por las que tanto luchaste en vida, aunque una derecha algunas veces vestida de tolerante e integradora. Si hasta maricones de derecha aparecen como callampa, Pedro. Quién lo diría.

Querido Pedro

Y aquí estamos otra vez, recordando tus incansables luchas, nuestras locas batallas, dialogando sobre tu activo presente e inolvidable obra política – cultural y presentando “Lemebel Oral. 20 años de entrevistas”, un bello y necesario libro de Gonzalo León.

Sí, Pedro, el mismo Gonzalo León, aquel amigo hetero grandulón de lentes gruesos y hablar apresurado inundado de tropiezos, así como la vida misma. El mismo colega periodista que escribiera junto a ti de lo que fuese el desaparecido diario La Nación, el periódico del Estado de Chile que vendió Sebastián Piñera y donde tú escribías aquellas atrevidas crónicas urbanas en el mismísimo poto del diario, ósea, la contraportada.

La presentación de “Lemebel Oral” no ocurre en un museo, ni de arte, ni de moda. Esta aventurera presentación hoy martes 15 de enero de 2019 acontece en el Centro Cultural La Perrera Arte, un lugar de resistencia cultural y aullido perruno que tantas veces visitaste y visitamos juntas y revueltas. Presentamos aquí el libro un histórico 15 de enero, fecha que no podemos dejar pasar por alto porque hace 13 años, Michelle Bachelet Jeria, se convertía en la primera mujer presidenta de Chile. Tú apoyaste su candidatura, todas lo hicimos, pero nadie lo reconoció.

¿Te acuerdas Pedro de la última vez en La Perrera Arte cuando nos fotografiamos junto a la Juan Pablo Sutherland, la Pepe Salomón, la Maraca Barata y la Johnny Aguirre?

Bella foto, maravillosa, todas felices, unidas, todas amigas hasta la eternidad misma, aquella vez cuando arrebatadas arrancamos de la exposición de arte cuico mercantil llamado Ch.ACO y corriendo nos atrincherarnos aquí, en la contra exposición El Charco, organizada por Antonio Becerro, alma viva de La Perrera Arte.

Y sí, el charco, el margen, el desborde al lado del Mapocho. Así ha sido y será este emblemático lugar donde nos reunimos para recordar tus locas letras y rendirte un siempre justo marucho homenaje, el mismo lugar donde la “Pato Engaña” hizo una performance regalando su sangre inundada de VIH, acción que por cierto terminó con Pato internado en la posta central por anemia casi aguda. Eran las locuras post carcelarias de “Patito”, como le llamaba ingenuamente mi abuelita Luzmira a unos de los protagonistas del bullado caso Spiniak, aunque mucho más que ese escándalo-escandaloso, Pato era un entrañable amigo poeta que murió asesinado por no sabemos quién. Pendiente quedó tu policiaca novela dedicada a Patricio Gabriel Egaña Salinas y su incendiaria pasión por delinquir.

Y aquí estamos otra vez, querido Pedro, hablando de ti y contigo muy cerca aunque también a la distancia. No comentaré las entrevistas que seleccionó y editó Gonzalo León para “Lemebel Oral” porque cada una de ellas se defiende o se humilla solita. Sí me importaría decirte que la entrevista que alguna vez te hice y que aparece segunda en el libro de León, más que entrevista fue un diálogo entre amigas locas, una conversación contigo y con los auditores y auditoras en la feminista y desaparecida Radio Tierra, allá por 1994, tiempos donde tú no eras Lemebel internacional ni yo me creía el Comandante Ernesto Che Guevara después del después del después.

Hoy me gustaría volver a dialogar contigo en este contexto tan especial y tan dramático, cuando un nuevo gobierno de derecha regresa al poder en nuestro adolorido país. Sí Pedro, el mismo Piñera, el mismo Don Piñi, otra vez la misma canción, pero peor, el mismo “Piñera concha tu madre” (con respeto a su madre) como exclamaste en una de tus últimas presentaciones en la Feria Internacional del Libro de Santiago. Sí, el mismo Piñera, la misma derecha pinochetista pero recargada con más neoliberalismo, más mercantilismo, más alejada de las libertades políticas y sexuales por las que tanto luchaste en vida, aunque una derecha algunas veces vestida de tolerante e integradora. Si hasta maricones de derecha aparecen como callampa, Pedro. Quién lo diría.

Hoy presentamos un libro de entrevistas que te hicieron en vida llamado “Lemebel Oral”, un libro construido a casi cuatro años de tu triste e irreparable partida. Un libro de entrevistas po Pedro, cuando siempre odiaste y desconfiaste de las entrevistas y sus entrevistadores. Recuerdo que muchas veces nos pedías responder el teléfono de tu casa en el hermoso conventillo de calle Dardiñac -tipo secretarias- negándote  a hablar con un tal Alfredo Lamadrid. “No quiero hablar con ese viajo culiao”, decías furiosa, mientras nosotras rapidito inventábamos por el fono: “Don Alfredo, mil disculpas pero Pedro no puede responder ahora, tal vez otro día”. Un día que –por cierto- nunca llegaba. “No me gustan las entrevistas, niña”, decías Pedro enojado. “Son un juicio, una comparecencia, mejor escapar de ese lugar”, remarcabas.

Y viste Pedro, las vueltas de la vida y la muerte, aquí estamos otra vez con las entrevistas que no te gustaban, se cuentan 41 en 20 años de loca existencia. Tal vez, pienso, una entrevista desde el más allá sería una auténtica novedad. ¿Qué dirías Pedro? ¿Qué loca metáfora pronunciarías para enfrentar tanta tragedia, desmemoria e injusticia?

Ya son cuatro años sin ti querido Pedro y recuerdo que ayer nos reuníamos con las amigas locas para darte un último adiós, acompañando tu tránsito hacia dónde no sabemos pero un lugar seguro junto a tu abuela Olga, tu madre Violeta, la Gladys, mi abuelita, todas nuestras muertas y muertos. El mismo lugar donde corrió a encontrase contigo tu querida amiga de mil batallas, la bella e incansable Anita González de Recabarren. Abrázala Pedro y dale mil besos, ella merece eso y mucho más. Una parte central de nuestra lucha y memoria de resistencia se fue con ella

Y qué quieres que te diga, Pedro. Te fuiste y nos dejaste en pelota. En estos cuatro años nuestras vidas, deseos y devenires continúan casi, casi, casi igual, si no fuera por el casi, casi, casi, poco habría que agregar.

Desde tu partida el casi nos inunda. Desde tu adiós no volvimos a sonreír ni ser felices como algún día lo fuimos. Desde tu partida ya no nos reunimos nunca más a conversar y emborracharnos en el desaparecido bar marica Vox Populi del barrio Bellavista, el mismo cómplice lugar desde donde te sacamos raja de curá tantas veces y donde fuimos tan, pero tan felices, gracias al cariño y la generosidad absoluta de Johnny Aguirre y su cariñoso novio franchute.

En estos cuatro años, querido Pedro, tus locas amigas nos hemos distanciado por tonteras o por competencias de quién es la más linda, la más inteligente, la más queer, la más amiga, la más de lo más. Después de tu partida querido Pedro, la ciudad quedó sin ti, con ganas de ti. No sé qué nos pasó. Tal vez nos faltan tus eternas llamadas telefónicas a partir de las 11 de la mañana donde repasábamos el país llamado Chile y una especial nación llamada colas del mundo unidas por el cambio social.

Extrañamos muchísimo esas llamadas Pedro, ese rin rin de teléfono antiguo donde, después de pelar a la loca de turno, nos reíamos de nuestras agitadas vidas y programábamos el próximo reviente. Ya nadie llama a nadie Pedro, ahora todos te mandan un WhatsApp.

Me pregunto: ¿Y cómo habría sido tu vida en los tiempos del wasapi? No sé, no me lo imagino, aunque tal vez te habrías adaptado, así como lo hiciste con el Facebook, el Twitter y con tu propia voz que casi perdiste totalmente luego de una operación a la laringe.

Tus amigas, Pedro, no somos ahora tan amigas. Después de tu partida no nos reunimos nunca más o tal vez soy yo a la que nunca más invitaron. Ya nada es lo mismo, no tenemos quien nos reúna como marica madre tal como lo hacías tú, no tenemos con quien debatir, discutir y pelear aguerridamente, aunque después siempre termináramos en el mismo bar, la misma copa y el mismo canto coliza de siempre. Ya ni con las locas de la CUDS nos interesa regañar demasiado, nada la verdad, para qué, así ahora después de que te mataran en vida en medio de una ridícula e ingrata performance mortuoria, levantan tus banderas libertarias como si nada hubiera pasado.

Pero todo pasó, querido Pedro, incluso nuestras peleas. Para nadie es un secreto que nosotras nos peleábamos mucho, seguramente demasiado, que locas tontas éramos. Nos peleábamos por cualquier tontera, nunca nos faltó el motivo, sea el cahuín, el me dijeron, el me contaron, el dicen que me dijeron, el tal vez, el por si acaso, el amor eterno y furioso por Gladys Marín, por el Partido Comunista, por lo que sea, la cosa era tensionar nuestro querer, seguramente era el modo de mantener viva la llama siempre ardiente de esta loca marica revolución.

Hoy presentamos “Lemebel Oral” en el barrio Mapocho, un barrio obrero, un barrio de chicos duros como te gustaban, un barrio cercano a lo que fue la desaparecida Universidad ARCIS, el “Arcis de Noé” como le llamabas a ese lugar donde los estudiantes te amaban y donde vivimos escenas bellas, intensas e inolvidables como el famoso beso a Serrat. “Tu boca me sabe a hierba, Joan Manuel”, escribiste.

¿Te acuerdas Pedro cuando presentamos en la Universidad ARCIS uno de tus libros a galpón repleto en la ex Fundición Libertad? No cabía un alma (m)arciana en el lugar y tú terminaste algo molesto con Nelly Richard por lo poco generosa de su académica presentación.

¿Recuerdas la otra vez cuando terminamos en la casa de la ex pareja del líder del Mapu Lautaro, conversando como si nada con uno de los intelectuales más connotados de Europa, Tony Negri, creo se llamaba el amable caballero? Aquella vez cuando después de unos tragos, todas hablábamos y entendíamos un italiano casi, casi, casi perfecto.

Nos haces mucha falta, querido Pedro, extrañamos tus palabras, tu humor satírico, tu mirada certera, sus escritos rococós, tu comprometida e intensa vida. Ya la Feria Internacional del Libro de Santiago no fue la misma desde tu partida, no hacemos tremendas colas para escuchar a la cola más tremenda y universal de todas nosotras, tú.

Ya nada ni nadie llena el profundo vacío que dejaste un 23 de enero 2015, aquella triste madrugada donde la llama de tu corazón se apagó para siempre y mi teléfono no dejó de sonar. Nunca olvidaré que a eso de las cuatro de la madrugada me marcaron los compañeros de Radio Villa Francia para avisarme de tu partida, un hasta siempre que sabíamos llegaría pero que –al igual que tú- nos resistíamos a asumir

Y te fuiste en medio de tu pueblo, en una bella ceremonia en la Iglesia de los hermanos Franciscanos de la Vega Central que -dicen- era tu preferida. No me consta pero eso ahora da lo mismo. Lo cierto es que tu despedida fue bella e inolvidable y que todas tus amigas, las feas, las bonitas, las más amigas, las menos, las por si acaso, las te vi una vez y te amé, las que te escribían por correo y por supuesto tus fieles lectoras de mil batallas, acompañaron tu despedida y reencuentro con tu abuela, tu madre y tu padre, que como bien decías, siempre olvidábamos.

Te fuiste Pedro, al igual que mi amada abuelita Luzmira, haciendo más difícil mi seropositivo transitar por esta dura vida, que es la única que tenemos y nos queda. Siempre pensé que mi abuela moriría y yo llegaría a tu casa buscando refugio y consuelo amoroso. La cosa fue al revés. Partiste tú y fue precisamente mi bella abuelita la que consoló la esquina rota de mi loco corazón, esquina dolida, adolorida y atormentada por el cariño y amor que tanto nos costó expresar. Tú no estás, mi abuela tampoco, ni la Gladys, ni la Anita, ni la Pavez, ni la Marcia Alejandra, ni la Hija de Perra, ni la Francis Françoise, ni la Katiuska Molotov.

Ya no están pero nos acompañan por siempre y para siempre. Ya no están pero siempre estarán, como los detenidos desaparecidos, nuestros héroes, como Salvador Allende, Víctor Jara y tantos otros y otras compañeras que ofrecieron sus vidas por Chile y su destino.

Tú no estás pero siempre estás, estarás. Hoy más que nunca, presente, activo y combatiente a través de tus escritos, tu recuerdo batallante y tu legado histórico que ningún esquivo Premio Nacional de Literatura, que nunca llegó, pudo transformar en estatua de sal. Tu premio fue la calle, la gente, el pueblo, los lectores que te amaron y te seguirán leyendo más allá del más acá. Tu premio, querido Pedro, se transformó en el no premio.

Tu premio fue resistir la dictadura y a la derecha piñerista vestida de democrática – liberal. Tu premio es estar más presente. Tu premio es seguir incomodando al poder. Tu premio es que un grupo de alumnos y profesores de un colegio público de la comuna de INDEPENDENCIA, que bella palabra, batallen por leer tus libros, entre ellos varias colitas chicas que nacieron con la alita rota pero quieren volar como maricas chimuelas. Tu premio es cuestionar al alcalde socialisto de la Municipalidad de Independencia, Gonzalo Durán, que despidió al profesor que denunció la censura de tus textos y que después -oportunistamente- se fotografió con tu cara de india insurrecta al lado de los insufribles dirigentes del grupo Movilh que te combatieron en vida

¿Te imaginas Pedro les hubieran hecho leer aquella crónica donde relatabas como es que le hiciste una paja a un perro callejero? Uf, la que se habría armado.

Tu premio, querido Pedro, es estar siempre presente, más allá de la vida, más allá de la misma muerte. Tu premio no es una estatua que nadie se atrevió a levantar y que solo habría servido como cagadero de palomas. Tu premio es multiplicar tu obra, transformada ahora en bibliotecas, obras de teatro, proyectos de cine, reconocimientos públicos, sentidos y resentidos de tu loca existencia.

Tu premio, querido Pedro, es saberte diferente, es lucharte diferente, asumirte diferente porque tal como lo gritaste en vida en aquel Manifiesto o más conocida como “La Plegaria de la Loca”:

“Mi hombría fue morderme las burlas / Comer rabia para no matar a todo el mundo/ Mi hombría es aceptarme diferente/ Ser cobarde es mucho más duro/ Yo no pongo la otra mejilla / Pongo el culo compañero/ Y ésa es mi venganza/ Mi hombría espera paciente que los machos se hagan viejos/ Porque a esta altura del partido la izquierda tranza su culo lacio en el parlamento/ Mi hombría fue difícil/ Por eso a este tren no me subo sin saber dónde va”.

*Texto leído en presentación de “Lemebel Oral. 20 años de entrevistas”, de Gonzalo León, contando con las intervenciones de Diamela Eltit, Alejandro Moradelli, Eli Neira, Liliana García y Víctor Hugo Robles. Centro Cultural La Perrera Arte, martes 15 de enero de 2019.

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