La carta de "los trece" DC que se opusieron al golpe de Estado y que el padre de Piñera se arrepintió de firmar
"Condenamos categóricamente el derrocamiento del Presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo Gobierno, por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido, fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la Autoridad Constitucional".
La convicción de ese párrafo llamó la atención desde el primer minuto, sobre todo viniendo de militantes de la Democracia Cristiana. El claro rechazo al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 pasó a la historia en la carta de "los 13", los pocos militantes de la falange que se descuadraron de su partido para oponerse el quiebre de la democracia chilena.
Entre ellos, estaba Andrés Aylwin Azócar, histórico defensor de los derechos humanos, fallecido el día de hoy.
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Junto a Andrés Aylwin, firmaron la carta Bernardo Leighton Guzmán, José Ignacio Palma, Renán Fuentealba Moena, Fernando Sanhueza H., Sergio Saavedra, Claudio Huepe G., Mariano Ruiz-Esquide, Jorge Cash M., Jorge Donoso, Belisario Velasco, Ignacio Balbontín y Florencio Ceballos.
La carta consta de seis puntos, en los que manifiestan su oposición al gobierno de la Unidad Popular, pero siempre "dentro del cauce democrático". Apuntan contra "los sectores extremos" que "alienaron psicológicamente a la opinión pública e incluso a numerosos dirigentes políticos y jefes militares, creando la sensación falsa de que no había otra salida para la crisis chilena que el enfrentamiento armado o el golpe militar".
Después de su apoyo a la carta, Andrés Aylwin volcó su lucha a la defensa de las detenidos, ejecutados y desaparecidos de la dictadura. Su casa se volvió un refugio. lideró el Comité Pro Paz y trabajó en la Vicaría de la Solidaridad.
El arrepentimiento de José Piñera
La carta de los 13 tiene un llamativo pedazo de papel pegado en el extremo inferior derecho, justo donde están las firmas. Así se mantiene hasta hoy, guardado en el Museo de la Memoria.
El papel sobre el papel lo pegó Bernardo Leighton al mediodía del 13 de septiembre. Resulta que, originalmente, no eran 13, sino 16 los militantes demócrata cristianos quienes firmaron la carta. Entre ellos, el padre del actual presidente, José Piñera Carvallo, quien contactó a Leighton para pedir borrar su nombre del documento.
Fue el propio presidente quien reconoció esto, en una entrevista televisiva que dio durante su primer mandato. "Mi padre firmó esa carta. Había una discusión muy fuerte, muy profunda. Recuerdo que muchos le pidieron y lo instaron a que no siguiera con esa firma. De hecho, mi padre no firmó finalmente el documento definitivo, pero sí fue un opositor al gobierno militar desde el primer día".
Pero resulta que José Piñera Carvallo también había firmado la otra carta de la DC, que validaba el golpe de Estado contra el gobierno de Allende. Según publicó La Tercera en 2013, fueron Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin Azócar quienes lo instaron a retirar su nombre y mantenerse en la posición oficial de apoyo a la acción militar.
[caption id="attachment_235371" align="alignnone" width="250"] La carta de "los 13"[/caption]
Lee acá la carta completa de "Los 13":
Hoy, 13 de septiembre de 1973, los abajo firmantes, dejando constancia de que ésta es la primera ocasión en que podemos reunirnos para concordar nuestros criterios y explicitar nuestra posición política, después de consumado el golpe militar de anteayer, venimos en declarar lo siguiente:
1) Condenamos categóricamente el derrocamiento del Presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo Gobierno, por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido, fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la Autoridad Constitucional.
2) Señalamos que nuestra oposición a su gobierno fue siempre planteada para preservar la continuidad del proceso de cambios que tuvo el honor de iniciar en nuestro país el gobierno de la Democracia Cristiana y al mismo tiempo para impedir su desviación antidemocrática. Mantenemos en todas sus partes las críticas que en dicho contexto formulamos al gobierno de la Unidad Popular y al Presidente Allende. Reiteramos, por eso mismo, que, en conformidad a nuestras convicciones personales y a las repetidas determinaciones de la Democracia Cristiana, jamás tuvimos otra actitud parlamentaria o particular que no fuera la oposición dentro del cauce democrático destinada a obtener la rectificación de los errores cometidos por el gobierno del Presidente Allende e impugnados por nosotros.
3) La falta de rectificación, que en definitiva nos llevó a la tragedia, es responsabilidad de todos, Gobierno y Oposición, porque el deber de mantener una democracia no puede ser eludido por nadie. Pero a nuestro juicio hubo quienes tuvieron mayor responsabilidad.
En primer lugar, el dogmatismo sectario de la Unidad Popular, que no fue capaz de construir un camino auténticamente democrático para el socialismo adecuado a nuestra idiosincrasia. Especial condenación merece la irresponsabilidad de la ultraizquierda.
En segundo lugar, la derecha económica que, con fría determinación, aprovechó los errores de la UP para crear un clima de tensión, de ceguera y de pasión política que, unido a lo anterior, hizo imposible un consenso mínimo al descalificar a quienes lo buscábamos con objetividad y con cordura.
4) Estos sectores extremos alienaron psicológicamente a la opinión pública e incluso a numerosos dirigentes políticos y jefes militares, creando la sensación falsa de que no había otra salida para la crisis chilena que el enfrentamiento armado o el golpe militar. Reiteramos hoy, igual que siempre, nuestra convicción profunda de que, dentro de los cauces democráticos, habríamos podido evitar en Chile la implantación de un régimen totalitario, sin necesidad de pagar el costo de vidas y los excesos inevitables en las soluciones de fuerza.
5) La Junta Militar ha manifestado su intención de restituir el poder a la voluntad del pueblo y respetar las libertades públicas. Esa intención la recogemos como positiva para la restauración democrática y la paz social y esperamos que se cumpla sin demora al tenor de las declaraciones formuladas.
6) En cuanto a nosotros, consideramos que nuestra suprema responsabilidad en esta hora, la que asumimos por encima de toda otra consideración, reside en proseguir la lucha por los principios de la Democracia Cristiana y por la restauración de la democracia chilena, fuera de la cual aquellos carecen de vigencia. Los hechos que hoy lamentamos señalan que sólo en libertad, sustentada por la mayoría del pueblo y no por minorías excluyentes, se puede aspirar a la transformación humanista y democrática de Chile que constituye nuestra meta y fortalece nuestra voluntad”.
Bernardo Leighton Guzmán, diputado, ex-ministro, ex-vicepresidente de la República.
José Ignacio Palma, ex-diputado, ex-ministro, ex-presidente del Senado.
Renán Fuentealba Moena, senador, ex-diputado, ex-delegado de Chile a las Naciones Unidas.
Fernando Sanhueza H., diputado, ex-presidente de la Cámara.
Sergio Saavedra, diputado, ex-intendente de Santiago.
Claudio Huepe G., diputado, ex-intendente de Arauco.
Andrés Aylwin Azócar, diputado.
Mariano Ruiz-Esquide, diputado.
Jorge Cash M., profesor, periodista.
Jorge Donoso, abogado, publicista.
Belisario Velasco, economista, ex-gerente de la Empresa de Comercio Agrícola.
Ignacio Balbontín, sociólogo, profesor universitario.
Florencio Ceballos, abogado, asesor sindical.