Una radiografía a NMC y el nuevo pop de guitarras en Chile

Una radiografía a NMC y el nuevo pop de guitarras en Chile

Por: Danny Arce | 27.05.2016
Si hubo alguna polémica al respecto de NMC, puesto que de por si el título “Nueva Música Chilena” ya es pretencioso y genérico, tiene que ver con un tendencioso artículo en un diario, que presentaba a esta nueva camada de bandas como un “descubrimiento” más del reputado productor nacional Cristián Heyne.

We jam econo”, sentenciaba el bajista Mike Watt al final de una entrevista dentro del documental del mismo nombre del año 2005 acerca de los necesarios Minutemen, íconos del movimiento underground en los ochenta junto con bandas como Hüsker Dü, Sonic Youth y muchos más. La frase dio lugar a un concepto: “jamming econo”, esencia de aquel movimiento que tácitamente predicaba la austeridad y la simpleza musical, alejados de la parafernalia, el consumismo y la codicia de los peces grandes del negocio musical. Eso es lo que se me viene a la mente cuando pienso en “NMC: Pop de Guitarras en Chile”, conciertos montados en los patios de las casas de los mismos integrantes de las bandas, un puñado de amigos que luego se fueron dividiendo en fans y músicos, entremezclándose los roles muchas veces. Y esos fans son fieles, mal que mal son sus amigos, hay respeto, cariño, orgullo y apoyo. De a poco y casi de boca en boca gracias a instancias generadas a pulso, como los ciclos del Sello Fisura, las tocatas en el ex C.F.T. (una bodega semi-reacondicionada para tocatas que a la larga fue clausurado) y el vital trabajo de Sello Piloto de reunir un puñado de bandas del sector suroriente de la capital, se empezó a hablar de esta nueva camada de rock nacional.

Piloto es nuestro Sarah Records chileno. El “jamming econo” de Minutemen representa el fondo, la actitud frente a una escena que si bien no habla de política o de lo social - es más, son temas súper personales y domésticos de la realidad a la que se enfrentan estos muchachos que no pasan de los veinticinco años en su mayoría - establece una postura y una defensa del modelo que diseñaron e implementaron. Por otro lado está la forma, lo estético que identificó al sello de Bristol, un puñado de bandas muy similares entre sí que practicaban un indie pop luminiscente que a la larga fue la marca registrada del sello; eso tiene Piloto: sus bandas, si bien no han declarado abiertamente influencia, suenan también muy parecidas entre sí, y al reconocerlos dentro de NMC se hace aún más patente.

Niños del Cerro aporta con “Nos Vemos Cómodos en este Frío”, directamente desde su álbum debut “Nonato Coo”, que los hizo acreedores del premio a artista revelación de los recientes Premios Pulsar, un disco que recuerda mucho a las pretensiones latinas de “Nortinas War”, el debut en largo de Protistas, uno de los precursores sin quererlo de todo este sonido, injustamente poco mencionados. Patio Solar hace su aparición con una pieza jangle pop reverberante que no poco le debe a Mac DeMarco llamada “Destellos de Algo”, parte de “Temporada”, su debut en larga duración que les hizo compartir la mencionada nominación con Niños del Cerro también junto al EP de Velódromo, un conjunto que cultiva el sonido amurallado deudor del shoegaze de My Bloody Valentine y cuyo primer single, llamado “Gemini”, también hace aparición en este compilado. Las Olas, por su parte, muestra “Todo El Tiempo Está Ahí” un power pop mas punketa a medio camino entre El Otro Yo y The Replacements. Finalmente Mono Azul aparece en NMC con “Cielo Gigante”. Hasta ahora no hay mucha variación musical entre estas cuatro bandas.

nmc-900x450

El indie pop casi disco de Playa Gótica hace su aparición con “Reptil No Gentil” para darle mas variedad al álbum, igual que el noise frenético de Trementina con “Fall Into Your Bed”, el ruido poco inintelegible de “Francisca No Contestó” de Mi Andrómeda, oda a los primeros tiempos de Mission of Burma o The Jesus and Mary Chain, una capa de distorsión desbocada que al rato resulta algo cansadora, o el pop punk estilo Elefant Records de Paracaidistas en “Posmodernismo”. El resto (obviamente sin desmerecer el talento de Urban Monk, Perfectos Extraños, El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco y en especial Chini and The Technicians, quienes aportan la cuota semiacústica) viene a confirmar la sensación de que todo en conjunto es como una larga, larguísima (para los estándares del indie pop durante estas décadas, al menos) y preciosa canción.

Si hubo alguna polémica al respecto de NMC, puesto que de por si el título “Nueva Música Chilena” ya es pretencioso y genérico, tiene que ver con un tendencioso artículo de La Tercera que presentaba a esta nueva camada de bandas como un “descubrimiento” más del reputado productor nacional Cristián Heyne, quien ha trabajado con artistas como Javiera Mena, Gepe o Camila Moreno, los dos primeros pseudopadrinos de lo que podríamos llamar “primera ola del nuevo pop chileno”, un controvertido concepto al que muchos suscriben fervorosamente (a falta de otro concepto, periodísticamente hablando) y del cual otros reniegan. Muchos no vieron con buenos ojos la inclusión de Heyne en la escena, casi colgándose de forma ventajista de esta nueva camada, mercantilizándola y condensando el movimiento bajo su propia marca, como gestor de algo de lo que no se sabe exactamente cuál fue su participación real; otros simplemente vieron buenas intenciones en Heyne, como un intento de usar su propia imagen para potenciar la de estas noveles bandas en el concierto latinoamericano, bastante receptivo a la música de este largo y angosto calcetín de tierra.

Esta escena, con todos sus integrantes principales, hizo una apuesta arriesgada y sincera: a falta de instancias para tocar, crearon la suya propia, revivieron probablemente sin pensarlo o sin intención de calco el “jamming econo” de Minutemen, sin pretensiones estéticas estrafalarias o rebuscadas. Nadie les prometió ni les regaló nada, salieron a la luz con la ventaja de no deberle nada a nadie y así siguen, tocan juntos y revueltos casi todos los fines de semana, en locales que les han abierto las puertas y si no, agarran una casona y se instalan con monos y petacas, en tocatas que frecuentemente se convierten en una especie de mini festivales con exposiciones de dibujo y artes afines. Algunos ya han salido fuera de nuestro país: Patio Solar estuvo hace un par de semanas en Perú; Amarga Marga (que no está en el compilado pero si comparten escena frecuentemente) ya estuvo en Argentina el pasado verano; Planeta No (otros que comparten escena con varios de los integrantes del compilado, aunque no participaron en él) se apresta a viajar a España al prestigioso festival Primavera Sound si es que el dinero se los permite, ya que el estado les negó los fondos que necesitaban. Ya están en marcha tocatas a beneficio organizadas por las mismas bandas con las que comparten escenario.

Así son, un puñado de amigos haciendo música.  ¿Necesitaban al compilado NMC para tener más visibilidad y seguir haciendo lo que hacen? No estoy tan seguro de eso.

EL COMPILADO PUEDE DESCRGARSE AQUÍ .